Foto: Isaac Soto Gamarra Hace unas semanas tuve el honor de conocer al poeta quechua Isaac Soto Gamarra y disfrutar de una charla amena, gratificante y reveladora sobre la amistad, la poesía quechua y el runaq simin como una lengua que está más viva que nunca. Nuestro encuentro se ubicó entre los extramuros de la Plaza de Armas y en esa suerte de medina andina que ahora se ha convertido el Barrio de San Blas. Isaac es un hombre enorme, de una mirada profunda, paternal y un agradable eco en su voz, especialmente cuando habla de poesía, su mayor pasión. Lo conocí gracias a esas bellas calumnias literarias que el tayta Fredy Ronqalla suele achacarme y que me han granjeado amistades repentinas como Isaac. Por lo menos en el Cusco, la clásica tertulia nocturna debe estar acompañada de un te piteado y la nuestra no fue la excepción. Nuestro encuentro fue como normalmente lo hacen los viejos amigos que se ven después de mucho tiempo y necesitan secretearse información muchas veces inconfes
HAWANSUYO
Poéticas indígenas y originarias.