Villanakuy: confluencias -na- y evento * Gonzalo Espino Reluce Freddy Roncalla[1] me comenta esta semana la importancia de una partícula quechua, si deseamos aproximarnos a los textos andinos, que en términos de etnopoética define la instancia necesaria de dos sujetos -mínimo- que se deben mutuamente o que acuerdan o se disponen mutuamente hacer algo en común, en este caso para narrar o escucharse cantar. Se trata del sufijo quechua –na- , verbalizador recíproco, que cumple, en efecto, esa condición. Escribe, “¿por qué no willanakuy? –na- da la idea de interacción entre el narrador y el que lo escucha”. Estamos de acuerdo. No confundir con el nominalizador. Cerrón-Palomino[2] recuerda y distingue ambos casos, el recíproco y el nominalizador.[3] Para el primero, los casos que pone del quechua de Huaraz: rikatsi–na-kunstik, “nos mostramos (eso) el uno al otro”; rika–na-tsikunstik, “dejamos que (él/ella) nos vea”; rika–na-ka-tsi-nstik, “dejamos que (ellos) se vean entre sí”. Los que el su...