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RACISMO: TAREAS URGENTES PARA EL NUEVO GOBIERNO Wilfredo Ardito Vega

De un modo consistente y encomiable Wilfredo Ardito ha estado realizando una critica de lo cotidiano para esclarecernos acerca de varias taras que aquejan a la sociedad peruana, el racismo la mas notable entre ellas. A este buen articulo de Wilfredo solo habria que hecerle unos anadidos: a) la tarea de superar el racismo es de todos, b) si en el internet se han presentado enunciados racistas hegemonicos, tambien se han presentado los no racistas y contrahegemonicos, que es lo que han ganado, c) son mas importantes, creativos y fertiles, los enunciados contrahegemonicos porque los enunciados racisas del FB son una expresion mas de la implosion de ha legemonia de la derecha y las supuestas clases altas, cuyo lenguage se refugiua en la doxa, la mentira y la huachaferia d) es necesario prepensar las clasificaciones sociales del Peru, porque es equivoco conceptuar a las etnias mas pudientes como sectores abeceche o clases altas, e) la implosion de los discursos politicos raciales e intelectuales de los secores dominates y atavicos derechistas, debe ser remplazada - las elecciones son la primera piedra- a la imediatez posible, f) es necesario tambien dejar de usar los disclaimers cada vez que se critica el discurso ex central, es una concesion a la derecha criticar el ultrismo para validarse, g) estos son procesos de larga duracion y los validadores requeridos ya estan dispoinbibles. Alli allillamante qespichisunchik


RACISMO: TAREAS URGENTES PARA EL NUEVO GOBIERNO

Wilfredo Ardito Vega, tomado de Reflexiones Peruanas

-¡Es mentira! ¡Yo he trabajado en publicidad y nada de lo que tú dices ocurre!

En varias ocasiones me he topado con publicistas que se indignan cuando comento sobre cómo la publicidad refuerza el racismo en el Perú (RP 52), pero en este caso, lo lamentable era que quien tan violentamente expresaba su disgusto era nada menos que uno de los gerentes de Televisión Nacional del Perú. Su exabrupto, ocurrido a mediados de abril, reflejaba para mí la incompetencia que tuvo el gobierno aprista durante estos cinco años para abordar un problema tan serio.

De hecho, la negación del racismo es una de las razones por las que éste subsiste. Lo niega la víctima, que prefiere pensar que lo maltratan porque “no es importante” o “el otro es abusivo” y lo niega el racista, que ha naturalizado la discriminación, es decir, le parece simplemente que su conducta es normal. En ambos casos, la negación es conveniente para evitar aceptar una realidad dolorosa y complicada, donde muchos peruanos somos discriminados por unos y discriminamos a otros.

Sin embargo, los estallidos racistas postelectorales que han aparecido en Facebook y Twitter hacen ya imposible esta negación. La internet permite que las expresiones racistas se difundan más allá del círculo íntimo donde siempre estuvieron y, además, ante un teclado existen menos inhibiciones que ante un interlocutor de carne y hueso y por eso aparecen expresiones tan brutales, que reflejan muchos sentimientos y percepciones.

En los mensajes racistas de las últimas semanas he encontrado de manera recurrente una fantasía de exterminio, es decir soñar con un Perú “mejor”, donde todos los indios y cholos hubieran desaparecido. Había quienes declaraban que ya no apoyarían ninguna campaña de recolección de comida y ropa para así lograr que los serranos/indios/puneños murieran de hambre y de frío. Otros resaltaban las esterilizaciones masivas de campesinas durante el régimen de Fujimori y varios más insistían en que si veían indios cruzar la pista los atropellarían.

Estas violentas expresiones me recordaron a lo que alguna vez dijo el psicoanalista Jorge Bruce, respecto a que, para muchas personas de clase alta, las muertes que ocurrían en los años ochenta eran una noticia que les causaba satisfacción, porque, para ellos, era preferible que “todos los cholos se mataran entre ellos”. De hecho, esta fantasía de exterminio se manifestó durante los primeros años del conflicto, cuando los militares asesinaron a miles de campesinos en Ayacucho, Huancavelica y Apurímac simplemente por sus rasgos físicos. Y, con menos violencia, pero igual eficiencia, esta fantasía de exterminio aparece en los anuncios publicitarios que sucesivamente presentan una sociedad feliz sin cholos ni negros.

Debo confesar que cuando reviso los comentarios racistas del Facebook, me parece estar leyendo un antiguo pasquín senderista: también ellos tenían una fantasía de exterminio frente a los que pensaban de manera diferente.

Ahora bien, sería un grave error restringir el racismo a lo que algunas personas dicen o escriben: las peores expresiones del racismo son la pobreza, la desigualdad y la injusticia que enfrentan millones de peruanos. El racismo, además, hace que éstas sean percibidas como naturales, es decir, situaciones que siempre existirán o, peor aún, que sus víctimas merecen.

En ningún país el racismo se ha corregido por sí solo y la mejora de la situación económica de algunas personas andinas o mestizas solamente lo hace más visible. Son necesarias entonces políticas estatales para enfrentarlo. Al nuevo gobierno le corresponde diseñarlas en dos direcciones: mejorar radicalmente la situación de los peruanos más vulnerables y cambiar la mentalidad racista. Esto ocurrió en Estados Unidos desde los años sesenta y en Brasil desde el gobierno de Lula con la creación del Ministerio para la Equidad Racial.

De igual forma, es necesario mejorar el rol sancionador del Estado: las víctimas de discriminación se encuentran inermes, sin ninguna institución estatal que les brinde asesoría. En el caso de discriminación en el consumo, inclusive, deben pagar una tasa ante INDECOPI y, en caso que la denuncia sea fundada, no reciben ni un céntimo de la multa fijada.

Sería importante también enfrentar el racismo subsistente en las propias instituciones públicas. ¿Cuántos integrantes de la Escuela de Oficiales de la Marina son andinos, mestizos o negros? ¿Y cuántos presentadores de la televisión estatal? Esta última sería un excelente instrumento, por estos años totalmente desperdiciado, para combatir el racismo. Podrían difundirse las normas, promover campañas o inclusive exigir que los avisos que allí se difundan tengan criterios inclusivos.

Ayudaría también una alianza con los gobiernos locales, aunque, lamentablemente, la progresista Municipalidad de Lima no cuenta todavía con una Ordenanza contra la discriminación, como existen en muchas otras ciudades y gobiernos regionales.

Para avanzar hacia una sociedad más humana y más justa, la lucha contra el racismo debería convertirse en uno de los principales ejes del nuevo gobierno.

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