LA NOBLEZA DEL NOBEL / Nicolas Matayoshi
Jorge Mario Pedro Vargas Llosa es nuestro Premio Nobel, es nuestro auténtico orgullo nacional que todos celebramos leyendo las páginas de los periódicos, el ilustre arequipeño nacido en 1936, actualmente es el mayor exponente de la literatura peruana y también es el patriarca indiscutible de nuestra nueva nobleza intelectual: su delfín, el ultraliberal periodista Alvaro Vargas Llosa, autor del “Manual del perfecto idiota”, la reconocida fotógrafa Morgana Vargas Llosa; Gonzalo Vargas Llosa el alto funcionario del ACNUR y las consortes: la tía Julia Urquidi, la difunta autora de “Lo que Varguitas no dijo” y la prima Patricia, su digna y amable compañera. Luis Llosa Urquidi, el director de la película “Anaconda”, Claudia Llosa Bueno, la notable directora de la película “La teta asustada”
Evidentemente, todos con muchos lauros propios, aunque en el camino floten a duras penas perros de la ciudad, tetas asustadas, anacondas furiosas y como peces en el agua, deambulan por los paisajes del paraíso de Gauguin y Flora Tristán. También se suman la corte de amigos íntimos del escritor, donde se incluyen a exitosos pintores, inteligentes estudiosos, calificados periodistas, ¡hasta reyes y otros premios Nobel! –pese a la amistosa e imprevista trompada inexplicable, también están los paisanos arequipeños, los condiscípulos del Leoncio Prado, los eventuales participantes a los foros internacionales de literatura; ahora sí, hay muchos que exhiben los pergaminos de “yo lo conocí” o “es mi amigo”, tratando de asomarse a la estampita de la corte celestial, Hace muchos años, nuestro laureado escritor lanzó su voz de protesta en contra de la censura cubana al escritor Heberto Padilla, desde entonces se hizo defensor de la democracia occidental, llegando a ser Presidente del Pen Club y otras honorables instituciones empresariales del “mundo libre” y cuando creyó necesario, se hizo ciudadano español.
Entonces, como el argonauta, navego en el internet, me encuentro con el Premio Nobel de la Paz 2010 el profesor universitario y periodista chino Liu Xiaobo, quien fue elegido "por su larga y no violenta lucha por los derechos fundamentales en China", Este preso político le escribe a su compañera, la poetisa Liu Xia: "Tu amor es la luz que atraviesa los muros y las rejas de la prisión, acaricia cada pulgada de mi piel, calienta cada una de mis células, me permite mantener mi calma interior". Y me recuerda un poema que escribí cuando estuve en la misma situación: “”Aún/hay tiempo para amar/en el tiempo/ de las espadas.//El amor/viste de guerrero/ y tiene su lugar/ en la batalla.”
En ese tiempo entendí el valor de la solidaridad universal, no importan ni credos, ni ideologías, cuando hay que defender al inocente. Cuando hay que defender al individuo capaz de hacer prevalecer su voz en medio de la vocinglería oficial, escribí también “Hablo, desde la senectud del silencio/ la voz, / pequeña mariposa/ cruza / el absoluto enrejado/ del día.”
El mismo Mario Vargas ha declarado que “Creo que es un homenaje a todos los disidentes chinos y a todos los chinos que quieren que el crecimiento y el progreso en China fuera no solo económico, sino político", y no lo creo así, el Nobel no homenajea a todos los “disidentes chinos”, como tampoco se “homenajeó” a todos los demócratas estadounidenses cuando le otorgaron el mismo galardón a Barack Obama el año pasado.
Me alegro por el lauro alcanzado por Mario Vargas Llosa, pero me parece más importante la liberación de Liu Xiaobo. Aún conservo en mi memoria el brillante heroísmo de aquel estudiante mártir que logró detener a una columna de tanques que trataban de llegar a la plaza Tiananmen y así evitó una masacre. Aún conservo las brillantes páginas de Oswaldo Reynoso y su novela “Los eunucos inmortales”, digno de ser considerado como una de las joyas de la literatura peruana.
Entonces, sigo navegando en los inciertos mares de la informática: Premio Nobel de Medicina es el padre de la fertilización en vitro, el científico británico Robert Edwards, y los premios Nobel de Química Richard Heck, estadounidense; Ei-ichi Negishi y Akira Suzuki, japoneses; por sus estudios y contribuciones a la química orgánica con sus "acoplamientos cruzados catalizados por paladio”, los entendidos dicen que este nuevo método es una herramienta precisa y eficaz para unir átomos de carbono y así sintetizar moléculas complejas que mejorarán la vida del hombre. La química del carbono es fundamental en innumerables fenómenos naturales, y es un componente que participa activamente en todas las formas de vida, como podemos predecir, se abren las puertas de la manipulación de la química orgánica y que en un tiempo futuro permitirá el desarrollo de una biotecnología capaz de crear vida artificial.
Como desde hace mucho abandoné los terrenos seguros del dogmatismo, (siendo agnóstico, como Mario Vargas Llosa) apelo a la sabiduría del Papa Benedicto XVI: “Si se reduce al hombre a objeto de manipulación experimental desde las primeras fases de su desarrollo, eso significa que las biotecnologías médicas se rinden al arbitrio del más fuerte. La confianza en la ciencia no puede hacer olvidar el primado de la ética cuando está en juego la vida humana.”
Entonces, me pregunto si el premio a nuestro más insigne compatriota, no trata de ocultar una faceta terrible de lo que se pueda prever para el futuro: Los escritores argentinos, en Frankfurt mostraron su disgusto: no fue laureado Jorge Luis Borges y hay notables escritores como Juan Gelman, que según ellos tiene más merecimientos. Acaso la guerra política mediática se concentre en buscar la libertad de Liu Xiaobo y de polemizar en torno a Vargas Llosa, mientras se echen “cortinas de humo” en torno a los intentos de manipular los secretos de la vida, pues la ciencia discurre por un terreno donde lo ético comienza a convertirse en el factor principal para la construcción de las nuevas utopías sociales.
Aunque, valgan verdades, los Premios Nobel de la Paz otorgados es un listado de prisioneros, muchos de ellos sufrieron prisión en razón a sus ideas, ya sean socialistas o liberales, Lech Walesa, el sindicalista polaco, amigo personal del Papa Juan Pablo II, dijo una frase que caracteriza a este grupo de distinguidos luchadores sociales: “Nunca he trabajado buscando premios. Hago tanto por recibir premios como por ir a la cárcel, pero no me consideren desagradecido hacia este honor...”
Martin Luther King, el líder negro luchador contra la discriminación racial nos da un norte de esa terca lucha por la vigencia de los derechos civiles: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.” En 1960, encarcelado por el país supuestamente líder de la democracia y posteriormente liberado por la intercesión del candidato demócrata John Fitgerald Kennedy.
El revolucionario vietnamita Tho le Duc, prisionero de las fuerzas coloniales francesas entre 1930 y 1944, quien rechazó el Premio en 1973, para no unir su nombre con el de Henry Kissinger, el otro galardonado.
Andrei Sajarov, eminente científico ruso que después de fabricar unas cuantas bombas nucleares, desde finales de los 50, fue tomando mayor conciencia de las implicaciones reales de sus descubrimientos, y de la ciencia, cuando le concedieron el premio, su mujer leyó su mensaje centrado en tres condiciones indispensables para el progreso de la humanidad; la Paz, el progreso y la vigencia de los derechos humanos, indisolublemente vinculados, porque es imposible de conseguir uno de estos objetivos si los otros dos se pasan por alto; dijo que “ninguno de ellos se puede prescindir sin riesgo de destruir toda la configuración de nuestra civilización.” Porque “No podemos rechazar la idea de un uso cada vez más generalizada de los resultados de la investigación médica o la extensión de la investigación en todas sus ramas, incluyendo bacteriología y virología, la neurofisiología, la genética humana, y la cirugía de genes, no importa si lo acechan peligros potenciales en su abuso y las consecuencias sociales indeseables de esta investigación.” Pues, se debe confiar en el imperio de la razón ya que “Es posible el progreso e inocuo cuando se está sujeto al control de la razón. El problema de suma importancia ver con la preservación del medio ambiente es uno de los ejemplos en los que el papel de la opinión pública, la sociedad abierta, y la libertad de conciencia es particularmente evidente.”
Nelson Mandela, preso durante 27 años por el gobierno colonial sudafricano, nos da una lección por las que justifica esos años terribles: “...ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás.” Y cómo vivir, Rigoberta Menchú la guatemalteca, la última representante de una familia de admirables luchadores sociales, su padre, su madre y sus hermanos perdieron la vida defendiendo los derechos de su pueblo, Rigoberta, con sus humildes abolengos humanitarios, nos enseña que “La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz.
Otra ganadora del premio, la iraní Shirin Ebadi, evidencia una injusticia milenaria, por las que aún falta trabajar para alcanzar la armonía universal; cuando recibió el premio, dijo en su discurso: “ Las mujeres constituyen la mitad de la población de cada país. Desatender a las mujeres y excluirlos de la participación activa en la vida política, social, económica y cultural serían de hecho equivalentes a privar la población entera de cada sociedad de la mitad su capacidad.”
Adolfo Pérez Esquivel, preso por el dictador derechista argentino Jorge Rafael Videla entre 1977 y 1978, por liderar la defensa de los derechos humanos y propiciar la organización popular para lograr el desarrollo de las comunidades indígenas latinoamericanas, movimientos obreros y otros grupos de personas necesitadas, a él le pertenece la frase: "En un mundo sin alma, no existen los pueblos, sino los mercados; no existe la persona, sino los consumidores; no existen las ciudades, sino las aglomeraciones."
Por eso, el premio al periodista chino Liu Xiaobo es una reivindicación de nuestra humanidad, del espíritu que anima las fuerzas más poderosas de la historia: la de los hombres que construyen la nueva utopía del hombre: construir un mundo de paz, solidario, fraterno y feliz.
¿Y Mario Vargas Llosa? ¡Se merece el Premio Nobel de Literatura, es nuestro gran maestro fabulador! ¡Con toda justicia, es un genial escritor! Aunque, evidentemente, según su trayectoria personal, nunca hubiera ganado el Premio Nobel de la Paz.
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