En el día de la Mujer mi homenaje a la mujer altiplánica
En febrero de este año viajé a Huancané por unas horas, visité a Margarita Condori Tito, una vida que sacude nuestras fibras interiores. La visité cinco minutos, le conté que emprendía retorno casi inmediatamente. Sorpresivamente aseveró “Vamos a Juliana”. El viaje fue precioso, vimos campiñas teñidas de verde salpicadas de amarillo (flores silvestres), verdaderos cuadros de pintura
- Somos cuatro hermanos, un hombre y tres mujeres, soy la tercera de mis hermanos.
La primera impresión que me dio nuestra amiga fue la de una mujer sencilla y señorial. Pero luego ella me habló de literatura, de los libros que había leído de José María Arguedas, siendo su especialidad la historia, me sacudí, estoy hablando de una profesora en la Universidad Nacional Federico Villareal. Algunos meses del año pasa en Huancané porque allí está a cargo de estudios de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión. Margarita es Magíster en Educación Universitaria, se halla totalmente identificada con la cultura andina y siente un sano orgullo por haber nacido en la comunidad campesina de Insañcuyo situada detrás de un cerro de la ciudad de Huancané. Me invade el deseo de correr por esas campiñas de Isañcuyo, Jupachaca, Titili y Chingani (rememorando los años azúcar mirando mi rostro en un ojito de agua natural); me invade el deseo de correr de las sombras, detenerme ante rebaños, galopar como un caballo en los ojos de la inocencia mi querida poeta Mairym y volver a observar la montaña del Yunque de JR Jiménez.
-Fui pastora de ovejas desde los cinco años hasta los once.
En este viaje en Combi de Huancané a Juliana visualizamos alucinadas casitas como pirámides de abobe que en otro tiempo pintara Sabino Springett (Parinacochas, Ayacucho), seguimos observando Puerto Puquis, río Ramis, la iglesia de Río Verde, la mujer amamantando a un niño (escultura de la naturaleza en el cerrito de Ayabacas) me contó que cuando era muy niña murió su madre dejando cuatro hijos, su padre volvió a casarse. Con la segunda esposa tiene otros hijos. Margarita creció silvestre, sin zapatos, con pollerita de bayeta, pastaba cien ovejas, la imagino corriendo detrás de una manada de copos de algodón y las trenzas de la niña saltando al compás de los vientos de Isañcuyo. Su madrastra le dio como tarea que llevara leche a la ciudad, específicamente donde la señora Hilda Perea, para ello tenía que cruzar el cerro, descalza (me hace recordar el libro Mujeres de pies descalzos de Zelideth Chávez), y la dulce profesora le daba un par de panes que ella los comía como miel. Su madrastra era la que cobraba de la leche los días feria en el mercado.
- Después de haber terminado la primaria en la comunidad de Isañcuyo, por el trabajo de mi padre que laborada como obrero en la Municipalidad de Lima, él quería que nos superemos, viajé a Lima a los doce años de edad, estudié secundaria en el Instituto Técnico Superior Argentina, luego ingresé para estudiar Administración de Empresas en la misma institución. Al concluir estos estudios ingreso a la Universidad Nacional Federico Villarreal, actualmente trabajo en la universidad que estudié.
Springett y esposa, me visitaron en Huancané cuando yo era colegiala, quería pintar esta geografía aimara, mi padre recordado mecenas de artistas y políticos, nos dio su conocido Volkswagen blanco y su gentil chofer don Silverio, para recorrer varios lugares hasta llegar a Huancho-Lima, quién pensaría que años después yo viviría en Ayacucho 12 años, que estudié en la Universidad de Huamanga. Como buen pintor Ayacuchano demostró su amor por la naturaleza, discípulo de Vinatea Reinoso, Daniel Hernández, José Sabogal. Springett se distinguió por ser un gran observador, emocionado por las formas de nuestros putucos, extraordinario pintor peruano. No lo volví a ver, cielo turquesa para él; terminé trabajando entre pintores en la Escuela de Bellas Artes. Mi hermana Alcira cuenta que los putucos tienen vida prehispánica, construcciones de adobe para que resistan a la lluvia.
En la fiesta de la Cruz, Margarita Condori viaja cada año a su comunidad campesina de Isañcuyo, baila vestida de cholita en la comparsa de la Morenada. Ella comparte con su comunidad todo lo que aprendió y se siente orgullosa de ser aymara, no tiene rencor, agradece a su madrastra por ser lo que es por darle fuerza aún en el trabajo desmedido y la pena de no tener una madre en los mejores años de su vida. Su madre fue sustituida por la madre tierra o la pacha mama. Su madre es su pueblo aymara. Su madre es Isañcuyo, nosotros la vemos como una genial hija pródiga y alegre.
Cuando escribo sobre esta especialísima mujer involuntariamente recuerdo a la legendaria luchadora aymara Rita Puma, solamente que Margarita es una luchadora que vive en medio del avance de la modernidad. Vale su corazón kantuta, su integridad. Margarita por razones académicas viajó mucho a distintas regiones del país.
-En estos momentos estoy a cargo de la Coordinación Académica Huancané de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión. Tengo solamente un hijo que terminó literatura en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, la Cantuta. Estudia Derecho, además una maestría en docencia universitaria. El mayor deseo de los dos es que juntos empecemos estudios del doctorado el año que viene. Esperaré porque quiero darme el gusto de ser compañera de mi hijo.
Si Arguedas conociera a esta mujer de empuje e identidad seguramente estaría feliz, él también agradeció a su madrastra por el dolor de lo contrario no hubiese escrito tantos libros donde su existencia es testimonio, su vida ya no solo es suya sino también nuestra. Cometas de distintas formas se elevan con el viento para manifestar su alegría de río desbordante en Warma kuyay.
-José María Arguedas es uno de los gran des intelectuales del mundo andino, que supo valorar la cultura andina haciendo conocer la realidad socio cultural de los andinos y que supo arribar en la vida a pesar de las adversidades.
Margarita me acompañó al mercado Túpac Amaru en Juliaca, me hizo comprar papitas Chiari Imilla, choclo cusqueño, queso, chuño y habas moheñas, me despachó en un taxi-cholo rumbo al terminal, movilidad a la que no quisieron subir en Puno mis comadres Zelideth o Carmen Luz; al llegar a Arequipa, cociné un sabroso paceño con la receta de la narradora, y no se quemó la comida porque esa es una de mis especialidades, quemar porque mis dedos quieren estar pegados a la modernidad de una laptop queriéndola conocer más, a menudo soy ganada por su velocidad. Así, casi ganada por el tiempo ¿podría escribir mi primer cuento mi afectísimo hermano Feliciano? Escucho campanas sin estrellas.
Al evocar a Margarita Condori y recordar mi vida en Huancané tengo ganas de sortear hojas de coca para redescubrir nuevos bríos, la suerte de un pueblo que no ha crecido físicamente, es bella la plaza de armas pero al centro tiene una torre que descompagina, con el alfombrado de piedra ( iconos de la zona); ya no existe la pajcha que nos guarecía espectando la pureza de la caída de agua en carnavales; la reliquia de la Compuerta de Pecosani ha sido mutilada, esa bella compuerta que tantos suspiros despertó en juventudes pasadas, tantos huaynos que aún hacen música a la distancia. Mi nombre es Isadora Tipula Quispe la mujer que suele deshojar margaritas en la aurora buscando las sendas de Rita Puma, Bartolina Sisa, Gregoria Apaza, Micaela Bastidas, de las hermanas mapuches en el nombre de mis amigas poetas Graciela Huinao y Aurora Llanquilef.
En febrero de este año viajé a Huancané por unas horas, visité a Margarita Condori Tito, una vida que sacude nuestras fibras interiores. La visité cinco minutos, le conté que emprendía retorno casi inmediatamente. Sorpresivamente aseveró “Vamos a Juliana”. El viaje fue precioso, vimos campiñas teñidas de verde salpicadas de amarillo (flores silvestres), verdaderos cuadros de pintura
- Somos cuatro hermanos, un hombre y tres mujeres, soy la tercera de mis hermanos.
La primera impresión que me dio nuestra amiga fue la de una mujer sencilla y señorial. Pero luego ella me habló de literatura, de los libros que había leído de José María Arguedas, siendo su especialidad la historia, me sacudí, estoy hablando de una profesora en la Universidad Nacional Federico Villareal. Algunos meses del año pasa en Huancané porque allí está a cargo de estudios de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión. Margarita es Magíster en Educación Universitaria, se halla totalmente identificada con la cultura andina y siente un sano orgullo por haber nacido en la comunidad campesina de Insañcuyo situada detrás de un cerro de la ciudad de Huancané. Me invade el deseo de correr por esas campiñas de Isañcuyo, Jupachaca, Titili y Chingani (rememorando los años azúcar mirando mi rostro en un ojito de agua natural); me invade el deseo de correr de las sombras, detenerme ante rebaños, galopar como un caballo en los ojos de la inocencia mi querida poeta Mairym y volver a observar la montaña del Yunque de JR Jiménez.
-Fui pastora de ovejas desde los cinco años hasta los once.
En este viaje en Combi de Huancané a Juliana visualizamos alucinadas casitas como pirámides de abobe que en otro tiempo pintara Sabino Springett (Parinacochas, Ayacucho), seguimos observando Puerto Puquis, río Ramis, la iglesia de Río Verde, la mujer amamantando a un niño (escultura de la naturaleza en el cerrito de Ayabacas) me contó que cuando era muy niña murió su madre dejando cuatro hijos, su padre volvió a casarse. Con la segunda esposa tiene otros hijos. Margarita creció silvestre, sin zapatos, con pollerita de bayeta, pastaba cien ovejas, la imagino corriendo detrás de una manada de copos de algodón y las trenzas de la niña saltando al compás de los vientos de Isañcuyo. Su madrastra le dio como tarea que llevara leche a la ciudad, específicamente donde la señora Hilda Perea, para ello tenía que cruzar el cerro, descalza (me hace recordar el libro Mujeres de pies descalzos de Zelideth Chávez), y la dulce profesora le daba un par de panes que ella los comía como miel. Su madrastra era la que cobraba de la leche los días feria en el mercado.
- Después de haber terminado la primaria en la comunidad de Isañcuyo, por el trabajo de mi padre que laborada como obrero en la Municipalidad de Lima, él quería que nos superemos, viajé a Lima a los doce años de edad, estudié secundaria en el Instituto Técnico Superior Argentina, luego ingresé para estudiar Administración de Empresas en la misma institución. Al concluir estos estudios ingreso a la Universidad Nacional Federico Villarreal, actualmente trabajo en la universidad que estudié.
Springett y esposa, me visitaron en Huancané cuando yo era colegiala, quería pintar esta geografía aimara, mi padre recordado mecenas de artistas y políticos, nos dio su conocido Volkswagen blanco y su gentil chofer don Silverio, para recorrer varios lugares hasta llegar a Huancho-Lima, quién pensaría que años después yo viviría en Ayacucho 12 años, que estudié en la Universidad de Huamanga. Como buen pintor Ayacuchano demostró su amor por la naturaleza, discípulo de Vinatea Reinoso, Daniel Hernández, José Sabogal. Springett se distinguió por ser un gran observador, emocionado por las formas de nuestros putucos, extraordinario pintor peruano. No lo volví a ver, cielo turquesa para él; terminé trabajando entre pintores en la Escuela de Bellas Artes. Mi hermana Alcira cuenta que los putucos tienen vida prehispánica, construcciones de adobe para que resistan a la lluvia.
En la fiesta de la Cruz, Margarita Condori viaja cada año a su comunidad campesina de Isañcuyo, baila vestida de cholita en la comparsa de la Morenada. Ella comparte con su comunidad todo lo que aprendió y se siente orgullosa de ser aymara, no tiene rencor, agradece a su madrastra por ser lo que es por darle fuerza aún en el trabajo desmedido y la pena de no tener una madre en los mejores años de su vida. Su madre fue sustituida por la madre tierra o la pacha mama. Su madre es su pueblo aymara. Su madre es Isañcuyo, nosotros la vemos como una genial hija pródiga y alegre.
Cuando escribo sobre esta especialísima mujer involuntariamente recuerdo a la legendaria luchadora aymara Rita Puma, solamente que Margarita es una luchadora que vive en medio del avance de la modernidad. Vale su corazón kantuta, su integridad. Margarita por razones académicas viajó mucho a distintas regiones del país.
-En estos momentos estoy a cargo de la Coordinación Académica Huancané de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión. Tengo solamente un hijo que terminó literatura en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, la Cantuta. Estudia Derecho, además una maestría en docencia universitaria. El mayor deseo de los dos es que juntos empecemos estudios del doctorado el año que viene. Esperaré porque quiero darme el gusto de ser compañera de mi hijo.
Si Arguedas conociera a esta mujer de empuje e identidad seguramente estaría feliz, él también agradeció a su madrastra por el dolor de lo contrario no hubiese escrito tantos libros donde su existencia es testimonio, su vida ya no solo es suya sino también nuestra. Cometas de distintas formas se elevan con el viento para manifestar su alegría de río desbordante en Warma kuyay.
-José María Arguedas es uno de los gran des intelectuales del mundo andino, que supo valorar la cultura andina haciendo conocer la realidad socio cultural de los andinos y que supo arribar en la vida a pesar de las adversidades.
Margarita me acompañó al mercado Túpac Amaru en Juliaca, me hizo comprar papitas Chiari Imilla, choclo cusqueño, queso, chuño y habas moheñas, me despachó en un taxi-cholo rumbo al terminal, movilidad a la que no quisieron subir en Puno mis comadres Zelideth o Carmen Luz; al llegar a Arequipa, cociné un sabroso paceño con la receta de la narradora, y no se quemó la comida porque esa es una de mis especialidades, quemar porque mis dedos quieren estar pegados a la modernidad de una laptop queriéndola conocer más, a menudo soy ganada por su velocidad. Así, casi ganada por el tiempo ¿podría escribir mi primer cuento mi afectísimo hermano Feliciano? Escucho campanas sin estrellas.
Al evocar a Margarita Condori y recordar mi vida en Huancané tengo ganas de sortear hojas de coca para redescubrir nuevos bríos, la suerte de un pueblo que no ha crecido físicamente, es bella la plaza de armas pero al centro tiene una torre que descompagina, con el alfombrado de piedra ( iconos de la zona); ya no existe la pajcha que nos guarecía espectando la pureza de la caída de agua en carnavales; la reliquia de la Compuerta de Pecosani ha sido mutilada, esa bella compuerta que tantos suspiros despertó en juventudes pasadas, tantos huaynos que aún hacen música a la distancia. Mi nombre es Isadora Tipula Quispe la mujer que suele deshojar margaritas en la aurora buscando las sendas de Rita Puma, Bartolina Sisa, Gregoria Apaza, Micaela Bastidas, de las hermanas mapuches en el nombre de mis amigas poetas Graciela Huinao y Aurora Llanquilef.
Profundo agradecimiento a la persona encargada de la edicion de esta pagina, como tambien a mi Kullaka Gloria Mendoza por esta crónica dedicada a la mujer aymara, a la mujer de las comunidades, a las mujeres olvidadas pero con gran coraje que luchan dia a dia para subsistir, pero que con su sabia eneñanza llevan adelante nuestra cultura, por ende nuestra identidad cultural.
ResponderEliminarSi bien la literatura es un arte que compromote y conmueve al hombre, el presente artículo demuestra que puede algo más que ello, y es justamente con personajes como Margarita Condori que todo ello se comprueba. Provoca en el alma un nuevo y abrazador sentir, porque el hombre es verbo y no sustantivo. Porque también son mujeres como ella los grandes paradigmas que la historia a veces no se atreve a mirar fijamente a los ojos porque sabe que el rumbo de sus pasos pueden tambalear y caer al vacío perdido de los años.
ResponderEliminarFelicitaciones Margarita Condori Tito por todo lo brindando a todo ese cúmulo y porción de historia olvidada que aun espera su revancha y su momento... Todo gracias a ti, Margarita...
Me parecio muy interesante esta cronica porque no enseña que fue, es y sera una mujer luchadora que no se deja vencer por nada eso es un ejemplo de mujer que progresar con sus hermanos
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