(Aumenta la infamia y el terror mediatico. Pero el verdadero miedo debe estar dirigido a la aceptacion del racismmo y lo abyecto que caracterizan a la campana de la hija del dictador. En cualquier pais civilisado los canditados -y los periodistas mercenarios a su servicio- ya hubiensen sido presionados a renunciar o enmendar la plana. No es cierto, entonces que se esta defendiando el progreso ni la democracia. Y si la pinche y fetichizada estabilidad se ha construido a partir de una creciente brecha social y una informalidad cuya precariedad cotidiana -laboral, economica, cultural- no la tapan ni los celulares no estamos en nada. No al racismo. Un voto en contra del racismo es afirmar la autoestima, base del desarrollo humano y social. Hawansuyo)
¿Cuanto vale la vida de un hombre que ha nacido pobre en el Perú?
Sus esperanzas, ¿cuánto valen? ¿Y sus sueños, sus ansias de cambio, su capacidad de elegir un destino? ¿Cuanto vale el voto de un peruano pobre?...
Según el comité de señoras partidarias de Keiko Fujimori, todo eso se puede comprar con dos latas de leche, dos latas de atún, una bolsa de azúcar, una bolsa de arroz, una bolsa de avena y un paquete de menestras.
No voy a decir su nombre para no darle el gusto. La llamaré solamente Cuca Pituca. Pertenece a ese comité, y a través de su cuenta en Facebook, está pidiendo que sus amistades compren esos comestibles o dejen 30 soles en la casa de Paulita Pituquita situada en la calle Los Cipreses de San Isidro.
“Por favor chicas, ayúdenme a través de sus amigas también, formen su red de contactos y hágannos llegar las cosas. Hay que ganarnos el voto de los cholos para derrotar a Ollanta como sea. Qué pena que los cholos también tenga un voto. Lo deben haber inventado los comunistas, pero si no podemos impedirles el voto, hay que comprárselo… Nuestro objetivo es hacer 1,000 canastas para el día lunes. ¡Cuento con ustedes!!!”
Es lo que escribe Cuca, y hay centenares de Cuquitas. Ese es su pobre concepto de la dignidad humana. Para ellas, todo se compra, incluso el alma. Las personas que llaman "cholos” no alcanzan el nivel de gente. No deberían hacer decisiones. No tienen derecho alguno. Tienen un precio expresado en latas de leche y en menestras.
A esas personas- a los “cholos”, según Cuca- hay que humillarlas. Con la misma voz con que infama a su prójimo y expresa su falta de amor, y con la misma mano con que ejecuta esa caridad perversa, irá el domingo a rezar en la iglesia, se persignará y se dará golpes de pecho.
“Hay dos cosas infinitas-decía Albert Einstein- Son ellas: el universo y la perversidad humana… Y del universo no estoy seguro”
De lo que decía el gran sabio, nos da suficientes ejemplos la presente campaña electoral de Fujimori.
Un periodista amorfo aparece en la televisión para dar inicio a la operación “Sábana”. No tiene vergüenza en colmar de alabanzas y panegíricos a la mujer que antes llamaba “representante de los criminales”. Mientras mira a la cámara, se lleva la mano al bolsillo del saco para ver si todavía está allí el cheque que le dieron esa tarde o acaso las treinta monedas que provienen de la bolsa de los mineros.
Con él se ha reclutado a casi todos los medios de comunicación escritos, televisivos y radiales e incluso a soplones profesionales que están encargados de espiar, seguir, filmar, acechar, aguaitar y fisgar a Ollanta Humala y a su esposa.
La mentira, la coacción, el chantaje, el abuso y la prepotencia tiñen toda la propaganda de Fujimori. La ética no tiene lugar allí. ¡Ay del Perú si Fujimori y Montesinos volvieran al poder! Cuando la moral desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia la hecatombe.
Votar en estas condiciones es comparable con votar en un país ocupado. De ello hay un triste precedente, y es el cautiverio de Tacna y Arica. Durante casi cincuenta años, ambas provincias vivieron sujetas al dominio del invasor. De acuerdo con el Tratado de Ancón, un plebiscito debía definir su destino. Ese fue su drama.
Para impedir que nuestros compatriotas votaran por continuar siendo peruanos, se ensayaron todas las presiones. Se hizo correr primero el fantasma del miedo. Se les dijo que si triunfaba la opción peruana, perderían sus trabajos, sus casas y sus ahorros. Se hostigó y expulsó a maestros, sacerdotes y periodistas. Se contrató a propagandistas y bufones para que calumniaran y ridiculizaran a los héroes peruanos. Se pintó marcas infamantes sobre las casas de quienes persistieran en mantener su nacionalidad de origen… Pero allá en el secreto del hogar, las madres enseñaron a sus hijos a cantar el himno. Los maestros clandestinos les contaron nuestra historia.
Y tal como ocurrió ayer, ocurrirá en junio. Los tacneños continuaron siendo peruanos y, para nuestro orgullo, siguen siéndolo. También en esta época el presidente chileno nos ha amenazado si votamos por Ollanta. Pero los peruanos somos más fuertes que su intromisión, que la bolsa de oro de los mineros y que las latas de leche de la Cuca Pituca. Contra la infamia, la amenaza, el dinero y la perversión, la moral está de nuestra parte. Triunfará Ollanta.
www.elcorreodesalem.com
¿Cuanto vale la vida de un hombre que ha nacido pobre en el Perú?
Sus esperanzas, ¿cuánto valen? ¿Y sus sueños, sus ansias de cambio, su capacidad de elegir un destino? ¿Cuanto vale el voto de un peruano pobre?...
Según el comité de señoras partidarias de Keiko Fujimori, todo eso se puede comprar con dos latas de leche, dos latas de atún, una bolsa de azúcar, una bolsa de arroz, una bolsa de avena y un paquete de menestras.
No voy a decir su nombre para no darle el gusto. La llamaré solamente Cuca Pituca. Pertenece a ese comité, y a través de su cuenta en Facebook, está pidiendo que sus amistades compren esos comestibles o dejen 30 soles en la casa de Paulita Pituquita situada en la calle Los Cipreses de San Isidro.
“Por favor chicas, ayúdenme a través de sus amigas también, formen su red de contactos y hágannos llegar las cosas. Hay que ganarnos el voto de los cholos para derrotar a Ollanta como sea. Qué pena que los cholos también tenga un voto. Lo deben haber inventado los comunistas, pero si no podemos impedirles el voto, hay que comprárselo… Nuestro objetivo es hacer 1,000 canastas para el día lunes. ¡Cuento con ustedes!!!”
Es lo que escribe Cuca, y hay centenares de Cuquitas. Ese es su pobre concepto de la dignidad humana. Para ellas, todo se compra, incluso el alma. Las personas que llaman "cholos” no alcanzan el nivel de gente. No deberían hacer decisiones. No tienen derecho alguno. Tienen un precio expresado en latas de leche y en menestras.
A esas personas- a los “cholos”, según Cuca- hay que humillarlas. Con la misma voz con que infama a su prójimo y expresa su falta de amor, y con la misma mano con que ejecuta esa caridad perversa, irá el domingo a rezar en la iglesia, se persignará y se dará golpes de pecho.
“Hay dos cosas infinitas-decía Albert Einstein- Son ellas: el universo y la perversidad humana… Y del universo no estoy seguro”
De lo que decía el gran sabio, nos da suficientes ejemplos la presente campaña electoral de Fujimori.
Un periodista amorfo aparece en la televisión para dar inicio a la operación “Sábana”. No tiene vergüenza en colmar de alabanzas y panegíricos a la mujer que antes llamaba “representante de los criminales”. Mientras mira a la cámara, se lleva la mano al bolsillo del saco para ver si todavía está allí el cheque que le dieron esa tarde o acaso las treinta monedas que provienen de la bolsa de los mineros.
Con él se ha reclutado a casi todos los medios de comunicación escritos, televisivos y radiales e incluso a soplones profesionales que están encargados de espiar, seguir, filmar, acechar, aguaitar y fisgar a Ollanta Humala y a su esposa.
La mentira, la coacción, el chantaje, el abuso y la prepotencia tiñen toda la propaganda de Fujimori. La ética no tiene lugar allí. ¡Ay del Perú si Fujimori y Montesinos volvieran al poder! Cuando la moral desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia la hecatombe.
Votar en estas condiciones es comparable con votar en un país ocupado. De ello hay un triste precedente, y es el cautiverio de Tacna y Arica. Durante casi cincuenta años, ambas provincias vivieron sujetas al dominio del invasor. De acuerdo con el Tratado de Ancón, un plebiscito debía definir su destino. Ese fue su drama.
Para impedir que nuestros compatriotas votaran por continuar siendo peruanos, se ensayaron todas las presiones. Se hizo correr primero el fantasma del miedo. Se les dijo que si triunfaba la opción peruana, perderían sus trabajos, sus casas y sus ahorros. Se hostigó y expulsó a maestros, sacerdotes y periodistas. Se contrató a propagandistas y bufones para que calumniaran y ridiculizaran a los héroes peruanos. Se pintó marcas infamantes sobre las casas de quienes persistieran en mantener su nacionalidad de origen… Pero allá en el secreto del hogar, las madres enseñaron a sus hijos a cantar el himno. Los maestros clandestinos les contaron nuestra historia.
Y tal como ocurrió ayer, ocurrirá en junio. Los tacneños continuaron siendo peruanos y, para nuestro orgullo, siguen siéndolo. También en esta época el presidente chileno nos ha amenazado si votamos por Ollanta. Pero los peruanos somos más fuertes que su intromisión, que la bolsa de oro de los mineros y que las latas de leche de la Cuca Pituca. Contra la infamia, la amenaza, el dinero y la perversión, la moral está de nuestra parte. Triunfará Ollanta.
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