Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar, y una hermana que se llama libertad. ( Atahualpa Yupanqui). En ciertas ocasiones, cuando uno pregunta en los escenarios rurales por los miembros de la unidad familiar, en la respuesta que se recibe, generalmente se incluyen a los muertos y a los vivos. Efectivamente, eso mismo solía decir mi mama, que nosotros éramos once hermanos pero que, se murieron tres, así que los vivos éramos ocho, y el orden que tenía de nuestros nacimientos se desordenó completamente. En este relato caprichoso y antojadizo, rescato las percepciones que ella tenía de sus hijos vivos y, añado otros tantos desde mi lado. La numeración que sigue a continuación es, de mayor a menor; quiere decir, del primogénito hasta el último que soy yo: 1.El primero se llamaba Luis, ahora se llama José Luis. El primogénito es de corazón grande y el más solidario de todos. Cumplió con el mandato de su padre: de apoyar a todos los hermanos sin excepción alguna. El que guarda y r...
Poéticas indígenas y originarias.