A partir de un recuento personal de su relación con Oswaldo Reynoso Ulises Juan Zevallos reseña varias teorías dedicadas al origen de Sendero en la literatura. Una de ellas será la "racional" que se veria con mayor claridad cuando se publique Huamanga Huamanga de Reynoso. Otra, basada en los afectos, explicaría el origen a partir de una decepción amorosa, como se desprendería de En mi noche sin frontera de Susana Guzmán, media hermana de Abimael que gira en torno a una relación frustrada y una posible hija en Arequipa. El otro abordaje afectivo serian en su relación con Augusta LaTorre y Elena Iparragirre, como se plantea en The shining path: love, madness, and revolution in the Andes de Orin Starn y Miguel La Serna. Ulises toma distancia de la posición de Starn / La Serna y le da mas posibilidades imaginativas a los afectos trazados sor Susana Guzman, pero indica que mucho de eso se aclararía cuando por fin se publique esa novela inédita de Oswaldo Reynoso. No esta demas señalar que décadas antes, desde una posición "racional" Starn había criticado duramente la antropología simbólica de Billie Jean Isbell en torno a Sendero, Funny how things turn around. Articulo tomado de El Hablador
Oswaldo Reynoso, la guerra interna popular y teoría de los afectos
A pesar de haber leído casi la totalidad de sus obras literarias no conocía personalmente a Jorge Oswaldo Reynoso Díaz (1931-2016). Recién lo pude hacer cuando coincidimos en el Cuarto Congreso de la Asociación Internacional de Peruanistas, que tuvo lugar en abril del 2007 en el Centro Cultural Mapocho, en Santiago de Chile. Un par de años después intenté saludarlo en el Bar El Superba de Lima, pero un grupo de jóvenes escritores lo tenían secuestrado en una mesa con por lo menos diez bebedores. Finalmente, seis años más tarde lo reencontré y lo vi por última vez en el I Colóquio Brasileiro de Estudos Andinos/III Encontro Literatura Andina organizado por la Universidade Federal de Minas Gerais, en Belo Horizonte, en mayo del 2015.Oswaldo Reynoso tenía excelente memoria. Se acordaba de habernos conocido en Santiago de Chile cuando nos saludamos en el lobby del hotel de Belo Horizonte. La anécdota más memorable del simposio en Chile que tenía de él, fue su asistencia a la charla magistral que dio Pedro Lemebel (1952-2015). La ponencia del autor de Tengo miedo torero era interrumpida por una persistente tos, síntoma temprano del cáncer a la garganta que lo llevó a la tumba. Pensando que hacía una deferencia a los peruanos y peruanistas asistentes al congreso, Lemebel contó con mucho humor sus aventuras en la escena gay limeña en su reciente viaje que hizo a la capital del Perú. La historia sobre el “taxi boy” era para matarse de risa. Aparte de alabar la culinaria peruana dio a entender que le encantaba visitar Lima por las inmensas oportunidades que ofrecía para una persona como él. Sobretodo, recordaba la enorme cantidad de lugares que habían sido conquistados por la comunidad LGTB en nada menos que en el centro de la ciudad. En suma, Lemebel se sentía libre y querido en la ciudad de los Reyes. Reynoso asentía las observaciones de Lemebel sobre la capital del Perú y sonreía con disimulo.
Con el autor de Los inocentes me encontré muchas veces en Belo Horizonte. Los anfitriones nos alojaron en el mismo hotel. Así que hacíamos sobremesa con cuatro o más personas después de tomar el desayuno. Contaba sus experiencias como estudiante y docente en La Cantuta, las mezquindades y los arribismos en la institución literaria peruana y las aventuras que tuvo en la China y Venezuela. Hablaba con nombres propios y sin tapujos de gente a la que no apreciaba. Sin embargo, cuando alguien, con encendido verbo, atacó a Mario Vargas Llosa salió en su defensa. Reconocía que había escrito excelentes obras literarias y lo apreciaba por tener una actitud principista. Contó la intervención del autor de Conversación en la catedral para hacerlo liberar de la prisión en 1979 cuando fue acusado de conspirar contra la dictadura militar del general Morales Bermúdez. Vargas Llosa era presidente de la filial peruana del PEN Club y desde su cargo exigió al gobierno peruano que liberara a uno de sus asociados. Pidió en conferencias de prensa y comunicados que se le dé un trato justo al autor de En octubre no hay milagros, cumpliendo las leyes de un Estado de derecho. Reynoso estaba muy agradecido por la intervención de Vargas Llosa que ayudó a su rápida liberación. Vargas Llosa pudo haberse hecho el de la vista gorda. Políticamente ya estaban en orillas opuestas. A fines de los 70, Reynoso era considerado simpatizante de Sendero Luminoso y Vargas Llosa se había convertido en impulsor del neoliberalismo.
El tono encontrando para la novela inédita Huamanga, Huamanga.
La vida intensa de Reynoso había dado lugar a la escritura de varios de sus libros. Era difícil distinguir la ficción de la realidad. Sus contertulios podían identificar fácilmente a personas, lugares y qué experiencias personales habían sido materia prima para sus ficciones. Yo las reconocí con facilidad en sus libros. Los inocentes (1961) y En octubre no hay milagros (1965) tienen un fuerte contenido autobiográfico. Las anécdotas que nos contaba sobre sus doce años de estadía en China estaban incluídas en En busca de Aladino (1993) y Los eunucos inmortales (1995), dos lecturas recientes mías en esos años.
En Belo Horizonte tuve la oportunidad de intercambiar ideas con él más veces que en Santiago de Chile. Rómulo Monte Alto, organizador principal del evento de la universidad de Minas Gerais, me pidió el favor de acompañar al autor de Los inocentes en la ciudad brasileña, un par de veces. Cuando nos transportábamos entre museos, restaurantes y cantinas emblemáticas conversábamos. Reynoso era un “pico de loro”. Recuerdo que terminados los actos oficiales íbamos a bares estudiantiles que se encontraban en un edificio multifamiliar con su propio centro comercial llamado La Maletta (1961), ubicado en el centro de la ciudad. Una estudiante de arquitectura nos ilustró que este edificio con diseño Lecorbusiano, que ocupa toda una manzana, es un punto de referencia importante en la historia de la arquitectura brasileña. El concepto arquitectónico detrás de su construcción fue la autonomía y el rápido desplazamiento. Los tres primeros pisos proveían todos los servicios necesarios a los habitantes de los departamentos. Sin embargo, con el paso del tiempo, pequeños bares han reemplazado a otro tipo de negocios. En ellos la resistencia brasileña se juntaba para planear sus acciones contra la dictadura militar que duró más de veinte años, de 1964 a 1985. Los rebeldes los habían escogido como centros de reunión para conspirar porque podían escapar fácilmente de la policía. Estos tres primeros pisos estaban conectados por rampas para correr y tenían salidas directas a calles del norte, sur, este y oeste. A mí me sorprendió que Reynoso, a sus ochentaicuatro años, le gustaba ir un territorio urbano tomado por bulliciosos estudiantes universitarios y jóvenes de dudosa reputación, fanáticos de la banda de heavy metal Sepultura. En la última visita a un bar de La Maletta nos comunicó con alegría que por fin encontró el tono para terminar de escribir su novela inédita Huamanga, Huamanga. Agradeció a Octavio Mermao y estudiantes de la Universidad de Minas Gerais por hacerle conocer ese legendario lugar. En esa mesa grande también estaban presentes los escritores Félix Huamán Cabrera, Luis Fernando Cueto Chavarría, Gonzalo Espino y Ricardo Vírhuez. Nos dio la primicia que en su obra literaria inédita narraba la organización y el inicio de la guerra popular que dirigió Abimael Guzmán con Sendero Luminoso en Ayacucho.
Los orígenes de la guerra popular según Susana Guzmán y Santiago Roncagliolo
Oswaldo Reynoso tenía ideas fijas sobre el conflicto armado que asoló el Perú en los ochenta. En nuestras conversaciones, repetía, como mantras: “el Perú es un país violento”, “la misión de los partidos comunistas es hacer la revolución”, “la lucha de clases es el motor de la sociedad”, “la violencia es la partera de la historia” y “la guerra interna fue popular”. Estas ideas lo pusieron en aprietos a Reynoso. En los debates sobre la lucha armada fue atacado por conservadores y progresistas. Si bien las cuatro primeras se han convertido en lugares comunes, la concepción de la guerra interna como popular ha incomodado a derechistas y caviares. Según Reynoso, esta guerra fue popular porque la mayoría de los que murieron, tanto en el ejército, la policía y los grupos rebeldes, eran hijos del pueblo.
Una mañana, mientras esperábamos un taxi Uber que tardaba en venir, el tema de la conversación fue el origen de Sendero Luminoso. Le pregunté si había leído la novela En mi noche sin fortuna (1999) de Susana Guzmán, de escasa circulación en el Perú. Cuando me respondió no, le conté como novedad que la novelista, hermanastra de Manuel Rubén Abimael Guzmán Reynoso (1934-2021), ensaya una explicación sobre el inicio de la guerra popular. En la novela Antonia, una criada de los Alván, da un testimonio sobre el hecho que una decepción amorosa cambió la vida del personaje Manuel Alván, alter ego de Abimael Guzmán Reynoso, y del Perú. Narra que el padre de su primera enamorada, Sofía, se opuso a que siga la relación y la encerró en casa. Especula que quería casarla con un mejor partido. La obediencia de la orden del padre hizo que Manuel Alván sufriera mucho y se dedicara más a la filosofía y al activismo político para contrarrestar el desasosiego que lo invadía. Antonia concluye: “Esta chica Sofía, como se llamaba, fue la que decidió la historia actual de Perú” (p. 161). Tres páginas más adelante, añade su conjetura sobre el nombre del grupo armado. A Manuel Alván le gustaba mucho el bolero Rayito de luna difundido por el trío Los Panchos. Puso el nombre a su partido citando unos versos de su canción favorita. Según Antonia: “Yo sospecho que algo tiene que ver con el nombre de su partido. Tú diste luz al sendero en mis noches sin fortuna iluminando mi cielo/ con un rayito de luna” (p. 164). Ya dentro del taxi, cuando terminó de escuchar mi resumen de los pasajes que aluden a la vida personal del líder de Sendero Luminoso y al posible origen del nombre partido que fundó, Oswaldo Reynoso perdió la calma. Frente a un taxista alarmado por su fuerte tono de voz, señaló que la hermana de Abimael Guzmán “era una reaccionaria” y “había escrito cojudeces sobre su hermano”. Luego se puso en papel de testigo y me dio su testimonio para desmentirla. Contó que fue vecino de los Guzmán Jorquera en el barrio San Lázaro de Arequipa y conocía los secretos de la familia. Si bien Abimael Guzmán no había sido su amigo de juventud (Reynoso era tres años mayor) estaba enterado que era un excelente alumno en el colegio La Salle y en las facultades de Filosofía y Derecho en la Universidad San Agustín de Arequipa. Su aprendizaje de filosofía marxista dio el fundamento para su activismo político y el inicio de su guerra popular. Para Reynoso Abimael Guzmán era cosmopolita. Se podía conversar con él sobre política internacional y otros temas interesantes. Estaba al día en sus lecturas literarias, era cinemero y escuchaba música clásica. Lo reencontró en Ayacucho cuando Reynoso ganó un puesto en la Universidad San Cristóbal de Huamanga en los años sesenta. En cuanto a la constitución de su agrupación repitió la historia de siempre. Respondió a las tensiones de los partidos comunistas de los años sesenta. Primero se alejó de partido comunista peruano pro soviético, luego de los maoístas que no querían iniciar la revolución campesina. El nombre del partido es un homenaje a José Carlos Mariátegui. Su explicación sobre la guerra interna era racional. Todo respondía al principio de causa y efecto.
Aunque Oswaldo Reynoso desechó la novela de Susana Guzmán al considerarla trivial y mentirosa, otros escritores la leyeron como una nueva fuente de información. Cuando Santiago Roncagliolo investigaba sobre la vida de Abimael Guzmán para escribir su reportaje La cuarta espada: la historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso (2007), le pasaron el dato de la publicación de En mi noche sin fortuna. Leyó con avidez los pasajes que aludían a Abimael Guzmán. Luego de hacer las averiguaciones necesarias, Roncagliolo escribió a la hermana que residía en Hanover, New Hampshire, para indagar más sobre la vida personal de Abimael. Susana Guzmán en su respuesta no proveyó información adicional. Aceptó haber recreado pasajes de la vida de su familia y de su medio hermano en su novela, pero no compartió más información. Le contestó que todo lo que tenía que decir sobre él estaba escrito en la novela. El antropólogo, especialista en Sendero Luminoso, Carlos Iván Degregori (1945-2011) también compró la novela por la misma razón. Pensaba que iba a encontrar datos desconocidos sobre Abimael Guzmán, pero al terminar de leerla quedó frustrado.
Roncagliolo releyó la novela y, quizás siguiendo alguna pista proporcionada por la hermana, reconstruyó la vida de Abimael Guzmán en Arequipa. Conocedor de varias leyendas urbanas que circulaban y citando otros pasajes de En mi noche sin fortuna, Roncagliolo especula que los padres encerraron seis meses a Sofía para ocultar su embarazo (p. 58). No querían que se arruinara su vida. La pacata clase media arequipeña de los sesenta no aceptaba a hijos fuera de matrimonio. En el último encuentro que tuvieron en la fiesta de una boda, Sofía le avisó a Abimael qué habían hecho con el bebé ella y sus padres. Probablemente, lo dieron en adopción. Era casi imposible la práctica del aborto por sus creencias religiosas católicas. Al orgulloso Abimael esta noticia le dio en el alma. Primero, no le avisaron que era padre y, segundo, no podía aceptar el hecho de que no habían tomado en cuenta su opinión para decidir el destino de su retoño. Así la especulación de Roncagliolo dejó una puerta abierta para conversaciones de cantina sobre la existencia de un descendiente que se encuentra vivo en algún lugar. ¿Dónde está en la actualidad? ¿Forma parte del MOVADEF? ¿Heredó las ideas de su padre y planea iniciar otro movimiento armado?
La representación del conflicto armado y la teoría de los afectos
En una época en que la teoría de los afectos invade los estudios literarios y sociales para explicar la irracionalidad de las acciones políticas, la explicación del inicio de la guerra interna de Oswaldo Reynoso se ha convertido en obsoleta. Ella es el resultado de un proceso donde todos los factores encajan perfectamente. En cambio, tanto Susana Guzmán como Santiago Roncagliolo han tratado de explorar los aspectos afectivos para que Abimael Guzmán ordenara iniciar la lucha armada. Según ambos, él decidió sacrificar una carrera de abogado, inclinarse por el pensamiento marxista, organizar un partido maoísta y, finalmente, declarar una guerra al Estado peruano en 1980 por una decepción amorosa. Susana Guzmán y Santiago Roncagliolo no han sido los únicos en buscar otras aristas para explicar el origen de esta cruenta guerra que asoló al Perú entre 1980 y 1992. Para ponerse al día en el horizonte de la teoría de los afectos, dos científicos sociales, el antropólogo Orin Starn y el historiador Miguel La Serna, escribieron The shining path: love, madness, and revolution in the Andes (2019). En su libro intentan explicar el origen del partido y la guerra intersectando las variables amor, locura y revolución. No tocan el primer amor de Abimael Guzmán con Sofía por falta de evidencias verificables. El libro enfoca sus amoríos no convencionales y matrimonios sucesivos de Abimael Guzmán con la hija de terratenientes Augusta Deyanira la Torre Carrasco (1946-1988) y la hija de comerciantes Elena Albertina Iparraguirre Revoredo (1947-), ambas integrantes de comité central de Sendero Luminoso. Para los dos académicos norteamericanos, la locura de los amantes consiste en la creación de un amour fou, entre un Abimael, mayor en diez años de sus dos esposas y el culto a la personalidad de sus líderes que practicaban los miembros de Sendero Luminoso. Asimismo, desde su perspectiva de clase media estadounidense, fue una locura que hayan decidido arriesgar sus vidas cuando tenían asegurados el éxito en el ascenso social, gracias a su nivel de educación superior y orígenes de clase. A pesar de utilizar los instrumentos de la antropología y la historia cometen errores factuales como el que José Carlos Mariátegui vivió en Buenos Aires (p. 195) y que Manuel González Prada enunció la frase de Antonio Raymondi: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro” (p. 350) y no aportan hallazgos nuevos de archivo. En cambio, Susana Guzmán y Santiago Roncagliolo sí alimentan la imaginación y el morbo de los lectores. Esperamos la publicación de la novela Huamanga, Huamanga de Oswaldo Reynoso para conocer, en clave literaria, y con muchas fuentes autobiográficas, los inicios de Sendero Luminoso en Ayacucho y su versión sobre la guerra interna. El tono que encontró en los bares de La Maletta de Belo Horizonte ¿lo acercó a la corriente iniciada por Susana Guzmán, Santiago Roncagliolo y los dos científicos sociales estadounidenses o reafirmó sus explicaciones racionalistas? En la últimas conversación que tuvimos se notaba que Reynoso era consciente de que el horizonte de lectura de críticos literarios y lectores de ahora está moldeado por distintas corrientes de la teoría de los afectos. La publicación de su novela develará el misterio.
Ulises Juan Zevallos Aguilar
Ohio State University
Libros mencionados
Guzmán, Susana. En mi noche sin fortuna. Madrid: Montesinos, 1999.
Reynoso, Oswaldo. Los eunucos inmortales. Lima: PEISA, 1995.
_______________. En busca de Aladino. Lima: PEISA, 1993.
Roncagliolo, Santiago. La cuarta espada: la historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso. Barcelona: Debate, 2007.
Starn, Orin, and Miguel La Serna. The Shining Path: Love, Madness, and Revolution in the Andes. New York: W.W. Norton & Company, 2019.
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