Se cumplen diez años de la desaparición de Cesáreo “Chacho” Martínez, poeta nacido en en 1945 y desaparecido un 27 de enero, a mitad de la mañana, y parece que fuese ayer cuando conversábamos en la esquina del parque Fraternidad, en San Miguelito, donde vivió un buen tiempo, cerca de mi casa, donde me contaba que a los 19 años terminó sus estudios secundarios y que llegó a Lima en 1964, pensando que en las calles también crecían naranjas y palomas. Chacho, me pareció un ser permanentemente lanzado al infinito, por eso vivirá por siempre en el horizonte de nuestras vidas. Y motivos y razones no le faltan. Un hombre que vivió explosivamente y que murió de la misma manera, pensando, tal vez, en las cinco y múltiples esperanzas que tiene esta vida para entregarnos a ella a pesar de sus oscuridades y desgracias. Alguien que nació en Arequipa, en Cotahuasi, mirando los cóndores del Colca, y que fue y es a esa tierra lo que el viento es a la naturaleza y a la cultura de nuestra patria. Que l
Poéticas indígenas y originarias.