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Sobre el trabajo de Leo Casas Ballón en "Narrativa oral y escritural en Ñawpa willanakuy de Pujas, Ayacucho"

En homenaje al hermano Leo Casas, que nos caba de dejar, publicamos la reseña de una serie de relatos que Leo Casas hizo en base a las recopilaciones de unas recopilaciones de Edwin Qonislla. Es poco laque Leo dejo escrito  frente a la vastedad de su conocimiento. Y esperemos que se puedan reunir sus textos en una publicación orgánica. Este articulo aparecida en Hawansuyo ukun Words (Pakarina ediciones/ Hawansuyo 2014)





“Unayñam inti chinkaykuptin tutayamasqantaqa Pujaspiqa llapaykun pu- ñuchkaranikuña. Hinaptin rikcharichiwanku capilla campana... ñawpaqqa, chay urasta, manapunim pipas campanataqa waqtarachu. Manamá chaytaqa ruwanmanchu haqaruway warmapas, llumpay sinqasqa runapas, wayrasqa umayoq runapas”. Con estas palabras abre el capítulo “Cabitokuna” de la compilación de 18 relatos de ancianos de la comunidad quechua de Pujas, Ayacucho, que Chirapaq, Centro de Culturas Indígenas del Perú, acaba de publicar como Ñawpa willanakuy / Desde Nuestros Mayores




A partir del testimonio oral de doña Aurelia Naranjo Quispe recogido, como todos los demás de la colección, por Edwin Qonislla Aramburu, el creador indígena Leo Casas Ballón, hace una reelaboración narrativa de un corpus que, a causa de la guerra interna y la consecuente ruptura de los circuitos de trasmisión narrativa intrageracional, ha llegado al recopilador en forma fragmentaria. Si en su ñawin rimay o fuente oral “Cabitukuna” es un registro anecdótico de la incursión nocturna de unos soldados del cuartel Los Cabitos en Pujas para reunir a la población en la plaza, y luego robarle sus pocas y preciadas pertenencias, en su rimasqanmanta qellqasqan o versión escritural, Leo Casas introduce el sonido desordenado de las campanas llamando a la gente hacia la plaza como metáfora de caos social y cósmico.

En el relato los pobladores de Pujas ya están dormidos cuando al anochecer los despierta los sonidos estridentes e irreconocibles de las campanas del pueblo. La voz narrativa, para quien las campanas trasmiten sonidos divinos, sostiene que hacer algo así no se le ocurriría ni a un niño malcriado, a un borracho, ni a un loco, pero sí a gente armada en tiempos de guerra. Fluctuando entre una voz personal y colectiva se hace una bella distinción de los diversos toques de campana para faenas, misa, asambleas, defunciones etc. para luego contarnos que la gente es forzada a reunirse en la plaza donde es obligada a estar de pie y conversando en voz baja acerca de los que les podría suceder. Ya a medianoche, tras el relincho de un burro, la gente acuerda regresar a sus casas para encontrar que sus pocas pertenencias han sido robadas por gente que es peor que los verdes loros que afectan la cosecha. El relato termina señalando que ese año la fiesta de Tayta Pancho, patrón del pueblo, donde las campanas despliegan alegres sus sonidos divinos, fue muy triste.

La fuerza de este relato se logra a través del contraste de sonidos des- encadenado por una situación violenta y puede representar la preferencia indígena por tratamiento simbólico y metafórico de los estragos de la guerra, a diferencia de narrativas más literales como las de la Comisión de la Verdad. Pero la intención de este ensayo es señalar que tanto en “Cabitokuna” como en los demás relatos de Ñawpa Willanakuy, estamos presenciando, con el aporte rimasqanmanta qellqasqan de Leo Casas, al nacimiento de una narrativa literaria quechua en un estado híbrido a partir del testimo- nio oral de doña Aurelia Naranjo Quispe y otras ocho personas mayores de Pujas. 

Ya en la introducción en castellano, Leo Casas advierte, luego de un breve sinopsis histórica y de comparar al pueblo de Pujas con las bondades y resistencia de un viejo molle, que debido a la despoblación del ande por la guerra, y a que los ancianos no tenían a quien trasmitir su relatos, estos le llegaron en forma fragmentaria, y fue necesario un trabajo de arqueología para reconstruirlos y presentarlos en forma escritural de tal modo que lo añadido siga siendo parte del mismo molle. Tarea que Leo Casas cumple a cabalidad, pero yendo un poco mas allá de los patrones narrativos de los relatos orales donde, por ejemplo, no suelen haber deslindes semióticos de sonidos de campana.

 Lo mismo se puede ver en el relato “Huamangamanta kutimuy” donde, cercados por unos sonidos aterradores, unos viajeros que vuelven de Huamanga especulan en primera persona sobre ser profesor de su escuela, el futuro de sus hijos, rezan latinchayoq, o cantan una canción de despedida. Aquí la diversificación de voces en primera persona es una estrategia literaria puesta al servicio de una anécdota de viajantes cercados por sonidos sobrenaturales.

En “Imaraykum machaqway suchuspalla purin?”, que cuenta la lu- cha entre una culebra y un sapo por comerse una cigarra, el sapo gana la contienda al unirse con todos los sapos y cercar a la culebra. Cerca de su derrota la culebra ha parido varias culebritas y todas están a punto de ser devoradas por los sapos. En eso el sapo mayor habla a los demás sapos diciéndoles que han ganado la partida por estar juntos. Sigue una asamblea de sapos en la cual se intercambian opiniones hasta que la culebra propone un pacto de no agresión que será mediado por Tayta Pancho, patrón de Pujas. En este relato se repite la misma estrategia que en los anteriores: el final es un añadido literario al ñawin rimay o fuente oral. Aquí esto es mas claro porque a diferencia del origen factual de Cabitokuna, “Imaraykum”... es un motivo que pertenece al acervo narrativo quechua de diversos pue- blos del ande, es parte de su cuentística.

Otros relatos de esta cuentística serían “Tullullanñas kachkasqa”, en que un joven termina como una ruma de huesos por acostarse con el demonio en forma de mujer; y “Pampasqaña japonespa quri kirun suwaq runa” donde un ladrón muere al querer robarle los dientes de oro a un japonés muerto. 

Pero los motivos que generan la mayoría de relatos son aquellos que integran un anécdota de viaje por el mundo pocas veces benéfico y casi siempre aterrador de los condenados, almas cuya redención no se ha cumplido y vagan en las penumbras asustando de cuando en cuando.

En ese grupo destacan por su riqueza narrativa y estilística “Pich- qayminman kutinpuq alma”, donde un vendedor de coca va a la casa de un alma al quinto día de su muerte; y “Ñakariq almakunamanta”, en la que una muchacha encuentra el alma de una vecina recién muerta al ir a buscar a su toro. Salvo en el caso de vendedor de coca, los relatos de almas y condenados que se aparecen a viajeros van acompañados de ruidos aterradores y fuera de lo común. El mismo rasgo narrativo es presente en “Cabitukuna”, pese a que la génesis de este relato es anecdótica, como lo es de otros relatos referentes a mulas de un zapatero que mueren al tomar agua de azufre, o la brega de un Pujino con un abogado ladrón. 

Un relato de difícil clasificación, pero presente en otros lugares de la cuenca del río Pampas en Ayacucho, es “Misichamanta”, un juego formulaico de preguntas y respuestas en que la respuesta sale del universo de posibilidades planteado por la pregunta.

Al hacer esta somera clasificación por motivos narrativos se incide en que en la narrativa oral estos suelen ser actualizados dialogalmente y cada momento se dan versiones diferentes del mismo tema. Es frente a la pérdida de los circuitos de diálogo narrativo y de trasmisión intergenera- cional del conocimiento que Chirapaq decide recolectar Nawpaq willanakuy y ponerlo al servicio de las futuras generaciones pujinas y del ande. 

Pero la fijación escritural debe ser vista como parte de un circuito comunicativo y educacional más amplio. El análisis por motivos también permite sostener que en el caso de la narrativa oral la autoría es colectiva, dialogal y parte del acervo. Si en el orden escritural se suele adjudicar autoría personal a cuentos, poemas y novelas, en el caso de rimasqanmanta qellqasqan, o lo reescrito a partir de un testimonio oral, el valor de Leo Casas es que no adjudica para sí la autoría de los relatos. Ellos son reformulados pero a partir de un diálogo con una recopilación que él debe reconstruir como miembro indígena de la cultura quechua. Dicho en otras palabras: la actualización de los motivos tiene un momento escritural, pero por ser narrativa indígena los relatos son colectivos. En ellos está la voz de nueve ancianos de Pujas, de Edwin Qonislla, de Leo Casas, y de quienes los devolverán de la escritura a la voz viva.

Kearny, 5 de abril de 2008

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