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PRÓLOGO a Los supersiervos de la pantalla, de Hernán Hurtado Trujillo. Blas Puente Baldoceda



                                                                                     

El poemario titulado Los supersiervos de la pantalla, del poeta Hernán Hurtado Trujillo, explora con eficacia estilística los estragos que causa la globalización de la mercadotecnia neoliberal con sus artefactos cada vez más sofisticados de la cibernética, la cual programa mediante la vertiginosa intensidad de la imagen y el sonido la mentalidad de los niños. Gracias a la pantalla los superhéroes o efímeras imágenes se hacen célebres, son endiosados por los niños que enajenan su subjetividad y devienen robotizados por la serialización y la repetición sistemática, permanente e intencionada.

 El sentido lúdico es esencial en el desarrollo del ser humano, y el poeta usa justamente dicho factor para demostrar fehacientemente que los niños ya no juegan, cantan y ni bailan. Se han convertido en meros espectadores de los muñecos programados para realizar automáticamente estas actividades, mientras ellos, que deberían ser los protagonistas del juego, quedan pasivos y castrados de su espontánea creatividad, como bien se puede evidenciar el poema La muñeca de Madonna


La muñeca                                           
se mueve
sola 
Se aplaude
sola
No necesita
que Madonna 
la desplace
y aplauda…
 
¡Qué maravillosa 
es esta muñeca!
No se cansa
de cantar
y bailar
tiene el alma programada
que Madonna 
no la puede cambiar…
 
Los niños (incluso las personas mayores) subyugados por el celular, la tablet y el WhatsApp, usan versiones simplificadas de códigos.  No se comunican con la familia ni menos con la parentela. La sobremesa tradicional ha fenecido y cada miembro de la familia se ciñe maniáticamente a su artefacto y solamente quedan los objetos, platos y cucharas, dialogando; por consiguiente, se desdibuja, lamentablemente, el único vehículo de la comunicación familiar. Y los superhéroes no acuden al auxilio, al contrario, han ocasionado la destrucción del hogar.

Los parques de juegos infantiles quedan tristes y solitarios. Los niños se encierran a sí mismos en las cavernas cibernéticas y ya no se comunican entre ellos porque están avasallados por el celular, la tablet y los ordenadores. Asimismo, las calles están desiertas y desoladas porque los pequeños están atrapados en el WhatsApp, el instagram, el tik tok, el youtube, el facebook, y cada vez son más frecuentes los accidentes mortales por culpa de la pantalla, que les lleva a descubrir la realidad de la vida demasiado tarde.

Por culpa de estas cavernas cibernéticas; los niños, desubicados en cuanto a la subjetividad, viven engolosinados con los comerciales y las celebridades, no leen ni escriben gramaticalmente y si escriben es un registro restringido, una suerte de código ad hoc, que no les sirve para expresar completamente sus pensamientos, deseos y sentimientos. El mal uso de estos artefactos afecta la reflexión crítica y la capacidad para comunicarse con precisión, concisión y claridad.

La pantalla, asimismo, está saturada de sexismo, y conduce a ciertas anomalías en el desarrollo normal de la sexualidad infantil, se utiliza el cuerpo principalmente femenino, para engatusar y promover el consumo, la gran industria de mercancías efímeras que pasan muy pronto de moda y son descartables.

La escuela ha sido invadida por los superhéroes y el maestro lucha vanamente por restituir la enseñanza, pero los escolares ya han consumado su formación como cibernautas.
El poeta ofrece a través del poemario Los supersiervos de la pantalla, una visión apocalíptica; los superhéroes, creados por la avanzada tecnología global y sus tentáculos de la mercadotecnia neoliberal, destruyen el cerebro de la reciente generación y aparentemente con un pesimismo a cuestas predice que el mundo devendrá un paraje del silencio y la desolación.  Sin embargo, existe la esperanza para salir de la caverna virtual que atrapa como a siervos encadenados a los niños, a través de dos poemas. El primero es el choque violento del niño con la realidad, que le despierta en sobresalto, como se puede leer en el poema Descubrimiento a golpes:


Otro niño
camina por la vereda
con la vista clavada en la pantalla
choca con el poste 
ve estrellas fuera de su caverna
y descubre
que otra cosa era el mundo…
 
El otro poema importante que rompe con la dependencia de los medios virtuales y el mercado, es La cometa de George, donde se muestra un paralelo entre George que consume una cometa, comprada del supermercado, aquí los mayores (hermanos y padres) son los protagonistas principales del juego, mientras el niño cumple un papel segundón, de simple observador, en cambio el otro niño fabrica su juguete con los recursos de su alcance y es protagonista creador principal del juego.
 
 
Tanto querían a George:
su papá
hizo volar su cometa
y
él vio volar
su maravillosa cometa 
           con la que jamás jugó
 
Mi cometa 
tiene vértebras de carrizo
el alma azul 
de mis sueños
Vuela 
con mis brazos                 
alto               
                  o
                   t
                   l
      muy     a                                                   
desde el cerro 
                     Pukapuka
 
Este poemario fundamental, ilustrado magistralmente por César Aguilar Peña, afronta el problema crucial del mundo contemporáneo, la dependencia de los hombres a los medios virtuales, defiende el mundo mágico e imaginativo del niño que debe potenciar a través del juego libre y creativo, e invita a la reflexión crítica no solo a los niños, sino a toda la familia, para dar un adecuado uso de e tales medios y no quedar atrapados en esta moderna caverna virtual.

Blas Puente Baldoceda.
Northern Kentucky University.
  
 
 
 

 

Comentarios

  1. Mi profundo reconocimiento a la revista virtual HAWANSUYO por la publicación del prologo del poemario Los supersiervos de la pantalla escrita por el escritor y maestro Blas Puente Baldoceda, a quien también le agradezco sinceramente. Un abrazo fraterno a Fredy Roncalla director de la revista y al maestro Blas Puente.

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