y de sus cenizas crecen árboles de q’iwña y ciruelos
y pisonays.
Por eso
a ti se te ha encargado
y traerlo de vuelta.
Así
a ti se te ha encargado
regular el ciclo del maíz y de la papa.
Así
a ti se te ha encargado
el transporte de las rocas más grandes
porque tú
lamiéndolas
puedes pulirlas darles formas geométricas soldarlas
entre sí con armonía.
Así
a ti se te ha encargado
reconstruir el mito
y provocar el pachakuti,
pero el tiempo no te alcanza
ni la plata.
Te levantas a las 4:30 a.m.
Trabajas desde las 5:00 a.m. hasta el medio día
y luego intentas no dormirte en el colegio.
Todos los días te levantas con el alba
y las ondas de radio y televisión al verte
se convierten en hermosas láminas de espejo
que reflejan desde el firmamento encendido
tu propia belleza multiplicada.
Entiendo, muchacho, que cuesta atar al Sol el
día más frío del invierno y que te han quitado el
tiempo para redistribuir el maíz entre todas las
personas del mundo.
Sin embargo, quiero que sepas que el Señor de
Qoyllur Rit’i me ha dicho que si el cielo se transformara
en una bandera se te parecería.
Y que la música, la ceremonia y el mito aparecerán
en un escudo sobre esa bandera que flameará
en las montañas
cuando se declare la victoria de los nuestros.
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