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4: Chichita morada (14 canciones del Embajador de Quiquijana) Fredy Amilcar Roncalla Fernández

 


4: Chichita Morada[1]

©Fredy Amilcar Roncalla Fernandez
©Fredy Roncalla
 
Compuesta por Carlos Baquerizo Castro, al igual que Chofercito de mala suerte, esta canción es interpretada por el Embajador adaptándola a su propio estilo a partir de la norma huancaína.  Ello también se da en una versión de Pastorita Huaracina, quien canta con timbre y fraseo parecido a su amigo, aunque con “letras” ligeramente variadas. Además, ya en estilo propiamente huancaíno, hay una bella versión instrumental del Conjunto Juventud del Centro. Esta canción está catalogada como Sono-Radio 105227, en un vinilo de 45 revoluciones, con Caballito de Conchiporque a la inversa.   Aquí las letras:
 
1
Solo tomando la chichita morada
encuentro el alivio de mi corazón
Solo tomando la chichita morada
encuentro el alivio de mi corazón
 
2
Porque tan buena pura es su sabor
como los labios que besan si cesar
Porque tan buena pura es su sabor
como los labios que besan sin cesar
 
3
La preciosura de una flor natural
nunca puede tener una artificial
La preciosura de una flor natural
nunca puede tener una artificial
 
4
El lunar que tienes junto a la nariz
no me cautiva porque es artificial
El lunar que tienes junto a la nariz
no me cautiva porque es artificial
 
5
Chichita morada de mazorca negra
(a ti te bebo) porque eres sin alcohol
Como las habas de pelo natural
aunque negrita y en el amor legal
 
Intermedio musical.
 
6
Solo tomando la chichita morada
encuentro el alivio de mi corazón
Solo tomando la chichita morada
encuentro el alivio de mi corazón
 
7
Porque tan buena pura es su sabor
como los labios que besan si cesar
Porque tan buena pura es su sabor
como los labios que besan sin cesar
 
8
Chichita morada de mazorca negra
(a ti te bebo) porque eres sin alcohol
como las habas de pelo natural
aunque negrita y en el amor legal
 
Si en la región de Junín el uso del quechua en huaylas, huaynos, santiagos y chacatán es presente, por lo menos fragmentariamente, esta composición en español sigue combinando la dualidad de estrofas en frases A redondeadas por frases B del siguiente modo, por ejemplo:
 
·      Estrofa 1=A; estrofa 2 =B
·      Estrofa 3= A; estrofa 4= B
 
Escritos en español, estos versos de doce sílabas -salvo las once del final de la segunda estrofa- adolecen de acentuaciones y rimas al interior del verso quechua y más bien se adecuan a la usual retórica de la poesía popular en castellano. Pero prima el ordenamiento dual característico de la canción andina. 
Dudamos que el Embajador de Quiquijana, compositor y cantantes que han interpretado esta canción se hayan olvidado de la chicha de jora, la cerveza, o un buen cañazo, pero   se trata de un homenaje a una bebida elaborada con maíz morado, variedad única del Perú, contrastando la naturaleza con lo artificial. Cual falso anillo de oro dado a chachaschay que no dice chilin chalan, artificio también sería el lunar que la amada tiene cerca a la nariz, cosa que se contrasta con el amor legal de alguien que es negrita, pero leal.  Aquí llaman la atención tres puntos: 
 
·      La analogía del maíz morado con las habas por el símil del pelo natural. 
·      Al “aceptar” a la negrita por ser leal, la canción se aleja de la usual acepción de negra (yana) como ser amado y acaso abreva en sutil racismo. 
·      La atracción del lunar, signo de belleza y sexualidad, es clausurada por su artificialidad y ubicación junto a la nariz.
 
No es la primera vez que el Embajador de Quiquijana sale de su predio musical para interpretar canciones más allá del estilo de la zona Quiquijana-Acomayo. Pero fue él quien popularizó Chofercito de mala suerte, canción del centro. Sea como fuere, antes como ahora los cantantes, siendo representantes o embajadores de sus respectivas zonas coincidían en coliseos y productoras de la capital, desde donde podían desplazarse al interior con la fluida autenticidad de sus nombres artísticos, estilos y vestimenta.
Conversando sobre estos nombres artísticos, y recordando sus observaciones sobre los seudónimos de varios poetas quechuas en su seminal Escritura quechua en el Perú[2] Julio Noriega sostiene que en aquel caso los seudónimos escondían el ser real, que a veces era personalidad incluso contraria a lo que se predicaba en la poesía (caso Andrés Alencastre, Killku Waraka). Pero en los nombres artísticos de cantantes, músicos e incluso bandas, la identificación es   con un lugar de origen, aves, fauna o incluso característica física que, si bien remiten a personas específicas, aluden también a sujetos colectivos, a tal punto a veces el nombre propio pasa a segundo plano. Breves y evocadores, la enumeración y referencia al paisaje profundo de estos nombres serían el gran canto poético del Perú. 
[1] Ver: https://youtu.be/03fKcuGBn7c?si=0gBMevWv71-RfJBo
[2] Julio Noriega Bernuy: Escritura quechua en el Perú. Pakarina Ediciones, 2011.

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