5: Florcita Florcita[1]
© Fredy Amílcar Roncalla Fernández
@ Fredy Roncalla
Dice la canción:
1
Florcita florcita de mi corazón
por más que te quiero te haces de rogar
Florcita florcita de mi corazón
por más que te quiero te haces de rogar
2
Sacrificaré mi vida solo por quererte
sacrificaré mi alma solo por amarte
Cumple pues cholita con tu promesita
después de prometido ya no hay remedio
3
Cumple pues cholita con tu promesita
después de prometido ya no hay remedio
Intermedio.
4
Tu misma (diste la cita) con tu propia mano
ahora ya te has fregado (y) hasta nueve meses
Tu misma (diste la cita) con tu propia mano
ahora ya te has fregado y hasta nueve meses
5
Kaypiraq (kusa) puñuy kaypiraq quyasayki
ñoqaqa maynintapas ligerullam lluqsikusaq
Kaypiraq (kusa) puñuy kaypiraq quyasayki
ñoqaqa maynintapas ligerullam lluqsikusaq
6
Muchachos a trabajar si quieren tener mujer
tan sólo con el amor no se mantiene a la mujer
Muchachos a trabajar si quieren tener mujer
tan sólo con el amor no se mantiene a la mujer
La primera parte, compuesta por las estrofas 1 y 2 y 3, remite al juego amatorio de la promesa, que debe ser cumplida a cambio del sacrificio del alma y la vida del amante. Luego del intermedio, la “simple canción” gana en complejidad lingüística y semántica. A nivel lingüístico resalta la alternancia con el quechua en la estrofa 5, algo muy común en muchos huaynos del sur hasta hace poco. Pero lo que llama la atención son las estrofas 4 y 5, donde el sujeto responsabiliza a la joven por estar en cinta luego de dar una cita, probablemente en un cartita o esquela, como se estilaba antes del internet, o en vez de juegos de espejos y pedradas. Luego la estrofa en quechua dice que ahí, o de ese modo, se duerme bien y que él se va a ir rápidamente de cualquier lugar. Frente a tantas mujeres vistas como trofeo, niños abandonados por sus padres como deporte y que el hombre celebra quitar cuerpo rápidamente luego de la intimidad, la intención humorística de estas dos estrofas no hace gracia, y recuerda cuan “inocente” o abiertamente normalizamos el machismo, aunque de seguro tanto mujeres como hombres celebraron y bailaron esta canción. En todo caso, cual “resolución”, en la sexta estrofa, que también funciona como fuga, el Embajador de Quiquijana aconseja trabajar para tener mujer, ya que el amor no es suficiente.
Esta problemática canción requiere, de una lectura desde la mujer andina. También requiere de una relectura de las fugas de Chachaschay y retomar lo dicho por Juan Zevallos refiriéndose a ella: “El amante próspero, a pesar que está cumpliendo todo el protocolo amoroso, tiene sus dudas sobre la efectividad de los regalos para conseguir el amor de su amada. Su inseguridad la aminora con una concepción machista de la relación de pareja. Declara que no le importa mucho el amor de esta mujer, sino que solo quiere satisfacer su deseo”[2]. Se trata de un inmenso iceberg que llevamos en el mar de la intimidad, y del reto de cruzar -mujeres y hombres- esas aguas.
[1] Ver: https://youtu.be/inmOvw40pUQ?si=Imdo6_qr48YWDjZx
[2] Zevallos, obra citada, página 126
© Fredy Amílcar Roncalla Fernández
@ Fredy Roncalla
Dice la canción:
1
Florcita florcita de mi corazón
por más que te quiero te haces de rogar
Florcita florcita de mi corazón
por más que te quiero te haces de rogar
2
Sacrificaré mi vida solo por quererte
sacrificaré mi alma solo por amarte
Cumple pues cholita con tu promesita
después de prometido ya no hay remedio
3
Cumple pues cholita con tu promesita
después de prometido ya no hay remedio
Intermedio.
4
Tu misma (diste la cita) con tu propia mano
ahora ya te has fregado (y) hasta nueve meses
Tu misma (diste la cita) con tu propia mano
ahora ya te has fregado y hasta nueve meses
5
Kaypiraq (kusa) puñuy kaypiraq quyasayki
ñoqaqa maynintapas ligerullam lluqsikusaq
Kaypiraq (kusa) puñuy kaypiraq quyasayki
ñoqaqa maynintapas ligerullam lluqsikusaq
6
Muchachos a trabajar si quieren tener mujer
tan sólo con el amor no se mantiene a la mujer
Muchachos a trabajar si quieren tener mujer
tan sólo con el amor no se mantiene a la mujer
La primera parte, compuesta por las estrofas 1 y 2 y 3, remite al juego amatorio de la promesa, que debe ser cumplida a cambio del sacrificio del alma y la vida del amante. Luego del intermedio, la “simple canción” gana en complejidad lingüística y semántica. A nivel lingüístico resalta la alternancia con el quechua en la estrofa 5, algo muy común en muchos huaynos del sur hasta hace poco. Pero lo que llama la atención son las estrofas 4 y 5, donde el sujeto responsabiliza a la joven por estar en cinta luego de dar una cita, probablemente en un cartita o esquela, como se estilaba antes del internet, o en vez de juegos de espejos y pedradas. Luego la estrofa en quechua dice que ahí, o de ese modo, se duerme bien y que él se va a ir rápidamente de cualquier lugar. Frente a tantas mujeres vistas como trofeo, niños abandonados por sus padres como deporte y que el hombre celebra quitar cuerpo rápidamente luego de la intimidad, la intención humorística de estas dos estrofas no hace gracia, y recuerda cuan “inocente” o abiertamente normalizamos el machismo, aunque de seguro tanto mujeres como hombres celebraron y bailaron esta canción. En todo caso, cual “resolución”, en la sexta estrofa, que también funciona como fuga, el Embajador de Quiquijana aconseja trabajar para tener mujer, ya que el amor no es suficiente.
Esta problemática canción requiere, de una lectura desde la mujer andina. También requiere de una relectura de las fugas de Chachaschay y retomar lo dicho por Juan Zevallos refiriéndose a ella: “El amante próspero, a pesar que está cumpliendo todo el protocolo amoroso, tiene sus dudas sobre la efectividad de los regalos para conseguir el amor de su amada. Su inseguridad la aminora con una concepción machista de la relación de pareja. Declara que no le importa mucho el amor de esta mujer, sino que solo quiere satisfacer su deseo”[2]. Se trata de un inmenso iceberg que llevamos en el mar de la intimidad, y del reto de cruzar -mujeres y hombres- esas aguas.
[1] Ver: https://youtu.be/inmOvw40pUQ?si=Imdo6_qr48YWDjZx
[2] Zevallos, obra citada, página 126
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