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Churatiana, encuentro semanales de lectura. Reynaldo Jimenez

Reynaldo Jimenez coordina el grupo de lectura polifónica  de la obra de Churata, un aprendizaje y conversacionales pendiente, ahora mas que nunca. Aqui el poster, la convocatoria, y un fragmento de Churata en donde sostiene que a la conquista America no tenia utopias que ofrecer. Mucho que aprender



 Churatiana

Propuesta para el año: la lectura de El pez de oro. Retablos del Laykhakuy, obra imprescindible del peruano Gamaliel Churata, publicada por primera vez en 1957 en Bolivia (aunque comenzada treinta años antes).

El formato es el de un taller de lectura, adonde a la lectura central se le irán intercalando otros textos del mismo autor y aproximaciones de algunos de sus principales estudiosos e intermitentes visitas al Boletín Titikaka (1926-30), órgano principal del Grupo Orkopata, así como de interzonas coetáneas relacionadas (polémicas del indigenismo, Vallejo, Amauta, etc.), mediante encuentros semanales por videoconferencia de dos horas de duración. Los textos a compartir irán siendo facilitados en formato pdf.

El curso no tiene una extensión máxima estipulada, pues la idea es abarcar, dentro de lo posible y según los participantes, esta extensa pieza, deriva-en-foco que va a llevar al menos varios meses de acercamiento paciente. Se trata sobre todo de explorar los efectos de resonancia de esta pieza polifónica y multidimensional que, según Helena Usandizaga, si bien “se resiste a la clasificación genérica, busca en la caverna primordial la conexión con lo andino”.

 

Los lunes de 18 a 20 hs (hora argentina). Comenzamos el 1 de mayo de 2023.

Se rogará puntualidad en los encuentros.

Interesados por favor comunicarse por message o al correo oroqolla@gmail.com a fin de recibir los datos formales (valor del curso, etc.).

 

 

 

“He aquí que yo no he venido hasta Konkachi a perseguir al indio. He venido a rastrear a América. He venido en busca de América. ¿Es que América existe? Lo que existe son grupos de pueblos, intenciones de trasplantes, hacinamientos que tratan de hacer nación. Inclinarnos a las nomenclaturas es empequeñecernos cuando somos algo más que una nomenclatura: somos un mundo en germen; y un mundo es variedad constante y sorpresiva. Lo que entendemos por América fue sólo una metáfora feudal, una abstracción y, para decirlo en una fórmula: la hipóstasis del devenir. En nada como en esta ilusión de América se comprueba el pensamiento platónico de que la idea es una casualidad. La Edad Media con su neurótico espectáculo de águilas sangrientas fue uno de los caminos revolucionarios que conducían a esa abstracción (…). Es una sed de cielo materializada en el ascetismo medieval, diría Berdiaev. Pero una mentalidad aguda encontraría que América es una idea fortuitamente continuada en la historia. (…) Lo que el Medioevo buscaba en los mares no era América ni las Indias Occidentales: era la Utopía. Hacia ella se encaminó en trágica procesión para descubrir o inventar a América. Esto último fue ocurrido. Y el abrazo sexual en que el país de la Utopía, país umbroso y nemoroso, demostró que América no tenía utopías que ofrecer; y dio lo que sigue dando: oro, goma, tagua, patatas, cacao, maíz, tabaco, quinua. En cambio, se reservó el lastre de gigantomaquia. No digo que lo único grande que para Europa posee la “idea” utopista, que desde entonces con tautología asfixiante repetirá que en América retenemos el ombligo del mundo… Obsérvese, empero, que América, es decir, el Tawantinsuyu o el Anáhuac por lo menos, no son responsables de esa “germinal tendencia a sentirse centro”, tan característica del guaranguismo típico del “europeo moderno”, que es “el americano”, para recordar la corrosiva dialéctica de Ortega y Gasset. Lo que flota en los mares verbales del trópico americano no son las pobres algas indias; es el corcho europeo.”

 

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