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LA PROMOCIÓN Y LOS CLAVELES ROJOS DE HUANCANÉ / Gloria mendoza Borda

Gloria Mendoza con la poeta puertorriquena Mairym Cruz-Bernal
Palabras de la poeta y amiga a los alumnos de una promocion que lleva su nombre


LA PROMOCIÓN Y LOS CLAVELES ROJOS DE HUANCANÉ



Rememorando los años sesenta terminé mi primaria en el 842 y empecé la secundaria en el Colegio Nacional de Huancané, allí estudié los tres primeros años de Secundaria. Desde allí celebro mi arribo a la poesía, allí fueron mis profesores de Lenguaje el doctor Alfonso Luque y el profesor Aguilar. Allí fui adolescente como ustedes. Allí retumbó en mi corazón el sonido espectacular de sicuris, zampañas; allí tomé un líder, lo admiré, mi padre. Por esos años arribaba a esta ciudad la huaycheñita, el recuerdo de esta niña con su identidad andina me acompañó para siempre y definió al parecer mi fervor por la cultura andina, hoy contemporánea mía, la volví a escuchar en la ciudad que me alberga.



Canta en mí la pajcha, moja mis palabras, humedece los recuerdos. Allí amé los aguaceros el aroma a tierra húmeda vive en mi poesía. Ahora que los años han pasado amados jóvenes míos, agradezco porque habéis puesto mi nombre a la Promoción del año 2010. Seguramente no lo merezco, os pido perdón por no haberlos acompañado el 23, fue la víspera de las fiestas navideñas y la alegría de mis dos nietos Nasha de ocho años y Gabo de cinco años hegemonizan mi espacio, fue la movilidad, fue todo, fue mucho. Espero dispensen este momento.



Me instalo en vuestra piel, quisiera volver a la adolescencia, a vuestra edad para volver a cantar mi fervor al Pocopaca, a Mariano Paco.



El trabajo de mi padre, Julio Mendoza Díaz, abogado y luchador social, me entregó los elementos iniciales para comprender el universo aymara, sus costumbres y sus sueños en dimensiones provenientes de las ciencias sociales. Admiré fervorosamente a mi padre y su compromiso de esperanza con los campesinos, con los obreros, con los jóvenes, con los artistas y la literatura; era un visionario y un soñador, mi líder indiscutible con una extraordinaria capacidad de convencimiento. Mi primera participación literaria la tuve en esta ciudad, se hizo un concurso provincial de poesía con motivo del aniversario del pueblo y ganó mi Escuelita 842, en el Jurado estaba el poeta José Paniagua, me dieron como Premio una Colección de Libros en una Ceremonia especial, uno de los animadores fue el maestro Heriberto Luza Bretel. Como toda niña tuve el temor de todo inicio, temor de enfrentarme al público del Cine Azul, recuerdo que la profesora Luz Torres me dio una copa de licor para darme ánimo, lo cierto es que cuando salí los espectadores daban vueltas en mis ojos de niña. El Cine Azul era una sutil construcción de adobe con techo de paja.



En el espacio literario, por 1964, en Puno, se formó la Promoción Intelectual Carlos Oquendo de Amat, integrada por seis poetas jóvenes, cinco varones y yo. Cuando integré sus filas, era estudiante de secundaria; entre nosotros había un poeta mayor, José Luis Ayala con menos de 20 años de edad. Además de Ayala el grupo estaba conformado por un carismático Omar Aramayo, Percy Zaga Bustinza, Gerardo García y Serapio Salinas desaparecido antes de tiempo. Recuerdo que los oquendianos dimos un recital en esta ciudad apoyados por Heriberto Luza y mi padre. Antes del inicio se apagó la luz eléctrica en el pueblo, estaba lleno el Cine Azul, Percy Zaga surrealistamente consiguió unas velas para el público, cada poeta con una vela, nuestros nombres en cartulinas, conseguimos una calavera y empezó el recital vanguardista. Éramos demasiado jóvenes en camino a una posmodernidad?



En las últimas décadas nunca pensé quedarme tres días en Huancané hospedada precisamente en el Hostal Huancané en plena Plaza de Armas, con un patio precioso, empedrado y adornado con figuritas como balsas, kantutas etc. con pidrecillas de las islas de Amantaní y Taquile en negro y blanco. Habiendo pasado la infancia y parte de la adolescencia jamás pensé que la casa en la que viví ya no es tan mía, quedan allí solamente los momentos vividos, mi estante, mi escritorio, mis primeros tránsitos por la poesía. Aún siento la casa con aroma a carnavales que mi padre fomentaba.



Viajé a Huancané el 2 de enero de este año, pues el 3 era la Clausura del Colegio Nacional de Varones que el año 2010 lleva mi nombre. Fui a encontrarme con los muchachos. Tuve un anfitrión espectacular, el joven poeta Fernando Chuquipiunta, hemos entramos a todas las casas antiguas, recordando historias de otros tiempos por ejemplo la Casa Torres, hermosa y amplia hoy convertida en Colegio. Con Fernando fuimos al cementerio a saludar a mi padre. De regreso él fue llamar por teléfono. Quedé en una esquina con mis acostumbradas faldas largas y una larga pasmina, un señor respetuosamente se acercó, me dio su mano para que le lea la suerte y me dijo que cuánto le cobraría. Le dije “cinco soles” y metió sus manos en el bolsillo para sacar dinero. Entonces le dije “soy escritora” Se acercó Fernando, pidió disculpas el señor y nos invitó Coca-Cola la bebida de los Dioses según mi amiga la joven poeta Puertorriqueña Mayda Colón que escribiera un libro objeto Dosis parangoneando a nuestro Carlos Oquendo de Amat. El 2 también fue la juramentación de nuevo alcalde, con un aire andino y un sombrero con un amplio balón, profesor Ulises Bizarro Chipana.



El 4 de enero me visitaron al Hotel Huancané la Agrupación Cultural de Sicuris Claveles Rojos, querían rendir homenaje a su poeta altiplánica. Todos eran jóvenes y algunos de la mencionada Promoción. Estoy aún con esas hermosas interpretaciones en esta memoria que hace sentirme feliz, porque esa es la vida que pasé. Dany Quilla uno de los integrantes, me obsequió un par de zampoñas elaboradas por sus propias manos. El conjunto me refirió que tiene 32 años de existencia (ellos vendrías a ser los hijos y en algunos casos los nietos). El conjunto hizo un recorrido por Puno, Perú y el extranjero. Uno de los integrantes se animó a sacarme a bailar. Nunca suelo bailar pero ante los sicuris, me rindo. Otro de los jóvenes recitó un poema. Gracias a ellos, mi fervor por la música que interpretan.



Un día estábamos almorzando en la pensión de doña Carmen, la madre del joven poeta y llegaron dos niñas de la Escuela 842, fue la escuelita donde estudié parte de mi primaria, porque anteriormente lo hice en la Comunidad Canpesina de Sollata, luego pasé a Titili (por el trabajo de mi madre); ellas fueron a conversar conmigo, Erika Condori Mendoza de 10 años y Noelia Huachaya de 11 años. Me preguntaron que desde los cuántos años escribo, que porqué me corté la cabellera, en qué calle viví, quiénes eran mis poetas favoritos, etc. Fue un curioso interrogatorio. Me di cuenta que Huancané está viviendo una etapa especial en la producción artística: poesía, música, canto, pintura, historia, etc. Creo que en este sacudón tiene mucho que ver las últimas actividades literarias en Huancané. Conversé con dos jóvenes pintores y algunos historiadores. Me dieron sus libros.



Gracias al profesor Artemio Mamani Condori que con tanta paciencia y afecto me fue a buscar a Arequipa, a la niña joven Rocío Bautista que me sorprendiera con el manejo audaz de la palabra y el uso de un lenguaje acorde con los nuevos tiempos. Gracias a los jóvenes de la Promoción por haber tomado mi nombre.



Finalmente les cuento que subí también al cerro, a la capilla que guarda a San Martín de Porras. Tomé desayuno en el Mercado del pueblo, antójense, papas reventadas como rosas, chuño, un buen trozo de trucha (todo a vapor), ají y un caldo fragancioso. Desayuno de los dioses.







LA CASA TORRES: CALLE LIMA/ TESTIGO DE MIS AÑORANZAS.



Visité la Casa Torres a estas alturas de mi vida, caminé cuarto a cuarto, inmensa la Casona. Lo primero que encuentro tiene bastante vejez. Allí en otros tiempos florecía la juventud, bellas jóvenes salían por el portón principal. En un acto de respeto miré las paredes, qué secretos habrán, qué alegrías, qué festejos de los jóvenes Torres. En una de las habitaciones existe una Caja Fuerte, todavía bien cerrada. La caja de fierro fuerte está fundida en una pared, tiene el sello de Inglaterra. Allí estará el secreto mayor? Pero qué secreto? Sino es la historia de una familia que se fue para siempre del pueblo. En el Cementerio general todavía están los restos de algunos señores Torres. En silencio repito el huayno Calle Lima/ testigo de mis añoranzas.



Esta casa ahora se convirtió en el Centro Educativo Juan de la Salle que tiene como director al profesor Roger Tintaya; sin embargo, fluye la soledad, los niños ausentes en las carpetas, paredes pintarrajeadas. Esa casa me recuerda la primera latencia de adolescente que luego se volvió palabra eterna. Mi casa paterna de adobe todavía guarda en el centro del patio un jardín circular, en otro tiempo algún político enterró allí una fotografía mía con el rostro de Mao, allí quedaron atrapados mis sueños de adolescente crédula, mi escritorio, mi estante, la inmensa piedra donde mama Reymunda molía el llatan.



Sin embargo, la Casa Torres ha retumbado en la memoria quisiera volver a verla poblada 45 años atrás, quisiera que vuelvan los carnavales con los mismos rostros, que mi padre impulse los caminos y Reymunda encienda de alegría su fogón, que las jóvenes Torres vuelvan a salir de su casona vestidas de cholitas para danzar en las comparsas de carnavales, del mismo modo que lo haga Teresa Arenas, mis hermanas, mis primas Machicao lectoras empedernidas.



La Casa Torres supervive la historia en el hoy Pasaje Lima. De sus puertas disparan las serpentinas, las máscaras carnavalescas, los ponchos y las mantas al compás de las Tarkeadas. La Casa Torres supervive en las olas azules del gran lago.

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