La poeta Dina Ananco comparte una carta a la madre Nunkui, previamente publicada en Ojo público, y reproducida con el permiso de ella, gracias
Imagen: OjoPúblico |
Querida madre Nunkui 1,
Hoy me invitaron a la mesa Una carta a la Amazonía y nuestra comunicación no será por medio de un sueño, anen 2, o a través del tabaco o la ayahuasca. Habrá mucha gente, prensa, y redes sociales escuchando y leyendo lo que te escribí. Me pregunto si acaso manejas estas herramientas o, tal vez, algo mejor. De cualquier modo, quiero que el mundo de la tierra sepa lo que deseo comunicarte:
En 2009, muchos murieron por cuidar el territorio que aún conservamos. Este espacio ha sido de mucha disputa, y siento que es por lo que peleamos hasta contra nosotros mismos. Sabes que el oro, el petróleo, toda la biodiversidad que alberga, siempre es una tentación para cualquier mortal.
Por eso, en 2015, Kanus (distrito Río Santiago, Condorcanqui, Amazonas) y Kankaim (distrito de Morona, Datem del Marañón, Loreto) se unieron y crearon el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis (GTANW). Ahora, el reto está en encaminar esa propuesta para seguir existiendo en nuestro territorio.
La vida ha cambiado mucho, no solo desde el intento de enviar a tu hija a la superficie para que nuestros ancestros y ancestras puedan vivir en abundancia, sino que se crearon comunidades y, desde entonces, comenzamos a estudiar en las escuelas.
Eso modificó mucho nuestras vidas y, con el pasar del tiempo, también conocimos al Dios de los apach3 y, ahora, se cree en ello. El problema es que, cuando les permitimos ingresar a las comunidades, prohíben cantar el anen, tomar el masato, la ayahuasca, el tabaco, por lo que ahora las sabias y los sabios sienten vergüenza y miedo de hacerlo. Pero aún tenemos la esperanza de recuperarlo, de retomar el diálogo con los que habitan el mundo del agua y el cielo.
Nos curamos con las plantas, pero hay enfermedades que no tienen cura y hacen avergonzar a nuestra medicina, como el VIH/Sida, la diabetes, tuberculosis, fiebre tifoidea, malaria, entre otros.
En 2020, por ejemplo, llegó la covid-19, seguro lo sentiste. Pensé que sería como el diluvio de Tsunki 4. Creía que dejaríamos de existir, que moriríamos todos, pero hemos resistido. Resistimos porque nos enseñaste cómo usar las plantas medicinales.
Por eso, mi sueño es que las mujeres awajún y wampis sean respetadas en la misma dimensión. Ahora y antes han sido violentadas y están buscando justicia. Algunas con la culpa que ni siquiera deberían cargar, y otras convencidas de que no desean heredar esa vida a sus hijas o hijos.
También buscan liderar las organizaciones, pero no lo han logrado todavía. Tenemos una organización nacional que se llama Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), creada hace 45 años. Hasta la fecha, nunca ha sido liderada por una mujer.
Eso lo podemos verificar, no solo en la historia, sino también en sus paredes, donde desfilan los rostros de los líderes. Pero, la vida ha cambiado. Hoy en día, sí hay mujeres awajún y wampis profesionales. Hay más jóvenes que están estudiando. Y yo ya no me siento sola.
Querida madre, mientras nosotros estamos ocupados —a veces, vislumbrados y anonadados con los nuevos cambios, acaso como los incas con el espejo de los españoles—, muchos han entrado a nuestro territorio y se han llevado todos nuestros conocimientos: cantos, historias, diversas formas de elaborar nuestras herramientas, artículos de uso personal, de la guerra, y todo lo que estuvo a su paso.
Hasta se llevaron la tsantsa5 y lo muestran en los museos. El museo es una casa grande que alberga todo tipo de artículos que pueden ser antiguos o contemporáneos. En esas casas, muestran también nuestros rostros.
Es curioso porque en Perú, como se llama el territorio donde vivimos más de 34 millones de personas, donde hay minería, petróleo y otros recursos, la gente es muy pobre. Estoy segura de que a ti tampoco te gusta habitar en esa zona muerta. Lo lamentamos porque esa tierra muerta es sinónimo de desarrollo.
Para finalizar, ahora se habla de la interculturalidad. Hasta el papa, al que lo llaman el santo padre, ha escrito, en 2020, Querida Amazonía, un texto extenso y brillante que recoge nuestras inquietudes.
Es asombroso cómo comprende la humanidad y los problemas que atravesamos como indígenas. Yo concuerdo con la idea de que estamos viviendo “el colonialismo posmoderno”, porque nos han hecho creer que somos los incivilizados, que nuestros idiomas no son modernos, que no tenemos literatura sino mitos, que no tenemos arte sino artesanía, pero qué bien que los apach se alimentan de lo que somos y, sobre esa base, generan sus conocimientos.
Es curioso y seguro lo has notado, sino déjame tu WhatsApp para estar al tanto porque, hoy en día, así es más rápida la comunicación.
Atentamente,
Dina Ananco.
*Esta carta se leyó, originalmente, en el Hay Festival de Arequipa, el 9 de noviembre de 2024.
Referencias bibliográficas
(1) Para los awajun y wampis, existen tres mundos: agua, tierra y cielo. Nunkui es la deidad del mundo de la tierra. Las mujeres invocan, a través del anen, a la madre Nunkui para que los sembríos produzcan en abundancia. Actualmente, se usa como nombre propio.
(2) Canto muy poderoso que se expresa en la privacidad. Se adquiere a través del sueño o la sabia o el sabio hereda a alguien por medio de la ingesta del tabaco.
(3) Toda aquella persona que no es awajun ni wampis. También para hacer referencia al mestizo.
(4) Para los wampis, tsunki es la sirena: un ser o deidad que habita el mundo del agua.
(5) Es la cabeza reducida. Antiguamente, los wampis practicaban este ritual para fortalecer su valentía y la espiritualidad.
(6) Una entidad espiritual que transmite fuerza a los wampis para enfrentar los desafíos. También puede ser el espíritu de los ancestros.
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