Hay escritos cuyo comentario no necesita más que una lectura, otros a los que hay que volver repetidamente, y otros que aun invitan a un diálogo intenso que luego se olvida al cerrar las páginas. Si tuviera que responder a algún interrogatorio diría que el tercer caso me es más común, el del medio ahí mismo, y el primero me ha pasado contadas veces. Me ha sucedido con la novela Dos más por Charly de Zein Zorrilla, que la leí de un tirón surcando los mares de Baja California, aguas reflejo de la turbulencia del tiempo y la memoria del “carnaval del que venimos” como dijo el autor. Voy a comentar algunas huellas tras navegar sus páginas en una primera lectura.
Al parecer, agotada la primera edición, el manuscrito se habría extraviado hasta su reciente edicion, ya cuando Zein es ya un consumado narrador y ensayista. Dicho esto, y sabiendo que fue estudiante de ingeniería en la UNI, cuando la histórica revista Amaru era editada por Emilio Aldofo Westphalen, colijo que si bien abreva de la experiencia vital del autor -compartida con el poeta Armando Arteaga y el narrador Wilfredo Herencia en la UNI, y muchos poetas ingenieros en todo el país- no estamos frente a un caso autobiográfico.
Sin embargo, me da la impresión que al final Charly resultó siendo poeta. Pero en los varios tránsitos con que se caracteriza esta entrega, y en general la narrativa de Zein, no había presagio de ello. La historia inicia con el examen de ingreso a una universidad que Charly acaba de lograr entre sueños frustrados de muchos que fueron enviados de provincias por sus padres y de los pocos felices nuevos cachimbos. Pero recibe las cosas con displicencia y vuelve para la celebración en el valle de la Convención, no sin antes encontrarse con una antigua novia en el Cusco. No comparte la alegría de los padres y termina administrando una destilería en el fundo de un amigo, que también había estado en las bregas universitarias. Luego de un viaje en que Charly se hace cargo de todo el amigo regresa con la urgente noticia de que madre lo está mandando llamar. A partir de sus súplicas nos enteramos de que aún no se ha matriculado. Pero hay tiempo de hacer una escala en el Cusco donde le cuentan que la ex novia, cansada de esperarlo, se ha ido por rumbos bricheros con un alemán.
Ya de vuelta, vemos que el joven asiste a la universidad con displicencia, que retratada en descripciones precisas del ambiente físico y humano va definiendo al personaje sin caer en el sicologismo. Hay dos momentos clave. El primero -que gracias a la traidora memoria no sé si ha sucedido antes o después del viaje a la Convención- es cuando por fin lo encuentra la mujer de su hermano, trayéndole una torta por su cumpleaños, que él avienta al tacho una vez que ella se va, no sin antes de contarle de su hermano, un obrero, en cuyo contraste Charly debería ser “alguien”. El segundo es en una fiesta cuando el autor señala en un segmento de alta densidad que la gris existencia puede cambiar repentinamente por la aparición de alguien. Se trata de una joven tarmeña, que antes de empezar la relación hace que este asegure economía de la pareja dedicándose al comercio. Función que va a desempeñar como chofer de un camión en las rutas del centro mientras ella administra la venta mayorista en los mercados de Lima.
Si desde los magistrales Chofercito de mala suerte de Carlos Baquerizo Castro, Agua que corre por río Rímac y Por las rutas del recuerdo, del Picaflor de los Andes los caminos han tenido crucial importancia en la narrativa peruana en tanto épica de desplazamiento y migración, carreteras, camiones, restaurantes de ruta y buses han sido en Zein Zorrilla vehículo ideal para mostrar la complejidad de las relaciones humanas en estos espacios liminales por excelencia. Es el caso de las Mellizas de Huaguil, Somos Collahuaya, Maestro soldador, y Carretera al purgatorio, textos apasionantes que desarrollan las semillas de Dos más por Charly.
Si en Chofercito… el protagonista tiene la suerte de ser acompañado de su cholita, ahora ella administra el negocio y él recorre las rutas del presente manejando camión, con un ayudante que le asignan después de tiempo. Entonces emerge un motivo recurrente que en Carretera al purgatorio será más denso y ambiguo: el des-encuentro amoroso. La novia cusqueña que supuestamente se había ido con un alemán no ha salido del país y tiene un quehacer itinerante. Se vuelve a des-encontrar con Charly en un restaurant de ruta donde, además, me parece que ha habido una fiesta. Ella, que en el camino del romance es una pasajera sin destino, como diría el Picaflor, está resignada a perderlo. Cosa que también hará, mucho más estoica, y sabiendo que en el fondo Charly no se libertaría de los designios familiares, la joven tarmeña, cuando llegan la cuñada de Charly y la hermana de él, que ha pedido permiso de una remota escuela rural para venir al Agustino y recordarle a Charly de “su sacrificio” y la familia por educarlo. Sabe que Charly no se libraría del chantaje familiar y lo deja ir. Aqui el desgaño a partir de la comprensión descarnada de las limitaciones de la pareja por parte de la joven es descrita magistralmente sin recurrir a largos segmentos, definiendo un rasgo estilice distintivo de la narrativa de Zein. Entonces este vuelve a la universidad y termina como poeta. Pero antes de abordar la fiesta final de esta aventura son necesarias unas digresiones:
1: Desde que he leído a Zein ya hace décadas pensé que la suya era una narrativa post arguediana, principalmente porque en su trabajo el autor no tiene la misma participación mística y emocional con lo narrado que al tayta le llevaba dar el ser por cada palabra y personaje. La distancia emotiva permite a Zein nuevos abordes temáticos y textuales en un mundo que ha cambiado de los caminos de herradura a los motorizados.
Pero conviene no perder de vista que el tayta y Zein siguen conexos a ciertas fuentes discursivas que vienen de la oralidad y la canción popular. Ambos comparten el recurso a las imágenes de la naturaleza y el ambiente para desarrollar y marcar sus personajes y situaciones. Ello es claramente visible en el tayta y requiere un lector un tanto más atento en el caso de Charly, que es post arguediano en el cambio de tono, o la forma como la mano de la escritura moldea la masa del lenguaje sin estridentismo, pero con precisión.
Este crucial viraje estilístico suele ser pasado por alto en las turbulentas discusiones del campo post arguediano, que Nilo Tomaylla define una narrativa que no necesita traducción cultural para explicarse o ser aceptada, porque la validación viene desde y para nosotros. Sin olvidar que como ensayista Zein ha aportado sobre el tema en la Novela Andina: tres manifiestos, varios ensayos relacionados, y en la zaga de El mestizo de los andes y su destino, que en sus varios tomos hace una exploración histórica de este personaje contradictorio y excluido, en cuya resolución apuesta por el futuro del país. Ello haciendo uso de una gran capacidad de síntesis y simbolización poética de coyunturas de larga e inmediata duración.
Todo esto da para estudios más detallados que escapan a esta nota de “primera palabra”, como dice el huayno.
2: Pero consultando con el autor, resulta que la actual lectura es totalmente equivocada, cosa que no me extraña, ya que entender lo que uno lee es más fuera de lo común que lo pensado. Según Zein, en comunicación personal:
Charly no logra ingresar a la U ni a la tercera vez, pero en la confusión le cortan el pelo. El acepta el hecho con la esperanza de aclarar el hecho más tarde, pero nada le permite aclarar. Todo refuerza la ilusión, el encuentro con la muchacha en Cusco, con sus padres. Hasta que decide continuar con la farsa, pensando salir en algún momento del pantano. Intenta huir de la cobertura de universitario, primero con la destilería, pero la madre lo devuelve. Intenta con la tarmeña, pero la hermana lo alcanza y lo devuelve. El poeta es otro personaje en cuyo homenaje el gitano organiza un recital. Charly vive asqueado de su vida falsa, por eso lanza por la ventana la torta que le lleva la cuñada. Finalmente, al parecer, se suicida, o tal vez es un accidente. La hermana profesora llega a recoger las pertenencias del finado, y a renovar el contrato de la habitación, porque enviará a otro hermano. La familia deberá tener su ingeniero. En la escena final, Gitano le cuenta la historia a un cachimbo. Era el único que conocía la tragedia del Charly. Piensan quien podría escribir la historia de Charly. En una fanfarronada muy suya Gitano dice que, si no hay nadie, la escribirá él.
3: Ante lo cual los conflictos de Charly se hacen visibles. Y el que la hermana mantenga el alquiler de la habitación para que la familia tenga su ingeniero muestra cómo, a través de un evento aparentemente mundano, Zein metaforiza el peso y costo de la educación para ser “alguien” en un país de mundos divididos. Además, las figuraciones de Charly, y la novela, son tan bien hechas y convincentes que pueden hacerle creer a un hipócrita lector que en efecto Charly era estudiante y poeta. Que esta novela inicial haya trazado los derroteros de la narrativa de Zein Zorrilla y posibilitado una figuración lectora diferente del “original” sin recurrir a baratijas experimentales y “técnicas” me parece un gran logro.
Dicho esto, munaspa mana munaspa continuamos con la figuración de la “lectura inicial”, que daría los segmentos siguientes:
Mientras tanto ha habido una fiesta cerca de la universidad donde Charly ha leído unos sendos poemas y tal vez fue amado por una muchacha. Pero esa noche muere atropellado, “sin motivo aparente” como dice un poema, o como resolución de los conflictos frente a sus estudios. Así, junto a Juan Ojeda, Carlos Oliva, Juan Ramírez Ruiz, Luis Hernández y José María Recalde Charly pasa a ser parte de un grupo de poetas atropellados, cuya obra aun nos habla e interpela, dando a entender que hay un lado trágico en lo radical del arte, de los cuales muchos hemos tenido miedo y regresado de la locura, a decir de su tocayo Carlos Oquendo y Amat.
Por mi parte, entendí el ama waqaspalla con que Zein tuvo la amabilidad de mandarme una novela que, aparte de hacer que me pregunte imaparaq urpi / universidadta saqirqani, deja un final abierto, donde uno se plantea si es mera coincidencia que la haya terminado de leer justo cuando nos dejó en extrema marginalidad el poeta Guillermo Gutiérrez Lymha.
Dos más por Charly, por Guillermo, por los queridos poetas ausentes, y los que siguen caminando por las sendas del corazón.
Salud Zein, sumaqtam pantachiwasqanki.
11 de mayo, 2025
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