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LOS INCAS EN LA RUTA DEL ANTISUYO Y EL ATLÁNTICO de José Carlos Vilcapoma. Luis Millones:



El 29 de julio decidí ver la exposición de los incas en el Museo de Arte, una exposición bien pensada sobre todo para que un público muy diverso pueda entender con textos simples y piezas maravillosas lo que realmente significó el Imperio Incaico. Pero si los curadores hubiesen tenido la oportunidad de leer todo lo nuevo que nos ofrece este libro que nace de la pluma de José Carlos, tendrán que replantearse la exposición y ofrecer una nueva mirada a lo que siempre estuvimos acostumbrados a leer y escuchar sobre los Incas.
El enfoque que ofrece José Carlos Vilcapoma en este libro, muy bien documentado, con información de las principales crónicas coloniales, historiadores del Perú, Brasil y Europa con datos actuales, investigaciones arqueológicas y antropológicas recientes, etnografías y estudios de poblaciones del oriente, muestra una variedad de mapas, fotografías, y lecturas de documentos recientemente publicados. Cambia por completo nuestro concepto de la extensión e influencia que tuvieron los Incas.
El imperio Incaico que creemos conocer que, se extendía desde Pasto en Colombia al río Maule, en Chile, abarcando todo el territorio peruano de la Costa y Sierra, el Noroeste argentino y hasta parte de la Selva Amazónica. Dividido en los cuatro suyos, era en el momento del encuentro con los españoles mucho más extenso de lo que lo que imaginaron los cartógrafos europeos.
El libro nos pone al día con las campañas de expansión del imperio durante el largo poder que tuvo Tupac Inca Yupanqui, y luego Huayna Cápac. Nos da un novedoso enfoque sobre los confines del Imperio de los Incas y sus conexiones con los distintos habitantes originarios del Continente Sud Americano desde el Pacífico hasta el Atlántico.
Si tomamos en cuenta que en la cosmovisión Incaica, la tierra firme era como un cuenco que flotaba sobre las aguas, y que la divinidad estelar, el Sol (de los incas y también de los guaraníes) recorría el cielo desde su nacimiento (en el Este, en el Océano Atlántico) para ocultarse en el (Oeste, en el Océano Pacífico) para luego pasar por el inframundo para renacer nuevamente, y que los incas no solo hacían conquistas para ganar nuevas tierras y tener nuevos súbditos, sino que era sumamente importante cumplir con el tributo a su Dios padre y buscar su protección y expandir su culto religioso.
Además, hay que tomar en cuenta la importancia que tenían las plumas que los Incas conseguían gracias al intercambio con las distintas etnias que habitaban los territorios donde habitaban las aves con los plumajes más vistosos. Aparte de alimentos y especies que se podían intercambiar con los habitantes que vivían allí y conocían muy bien estos territorios. Tómese en cuenta que, la hoja de coca era muy importante en la economía incaica y que dependía enteramente de los valles cálidos sobre todo al Este de las altas cordilleras.
Hoy en día en la fiesta de las cruces en Huanta, los que rinden su música y bailes para las cruces son personajes vestidos de selváticos, pero en realidad son habitantes de la sierra que se visten con indumentarias de la selva, bajan a los valles cálidos para conseguir plumas, adornos, loros, y cushmas [vestimenta típica de la selva] para poder rendir culto a las Cruces de Mayo. Fiesta importante del fin de temporada en las cosechas.
José Carlos nos hace notar la deficiencia de los estudios peruanos o peruanistas de la arqueología en los valles cálidos al Este de la cordillera, y nos pone al día con las investigaciones que se están haciendo en Brasil hasta la fecha. Historiadores que están trabajando crónicas de navegantes portugueses que llegaron a las costas de Brasil; incluso los náufragos que se quedaron en tierras, de los tupis, chiriguanos y guaraníes, aprendieron sus idiomas, y escuchando los relatos míticos llegaron a internarse buscando la ciudad del Paititi o de la Tierra sin Mal, o el País de la Canela donde abunda el oro y la plata.
Gracias a los estudios del historiador Juan Francisco Maura, que trabaja un documento encontrado en el Escorial, donde un joven aventurero Luis Ramírez 1528 escribe a su padre, le narra la historia del rey blanco que los mitos brasileros y los historiadores relacionan al personaje Alexo García, que lideró una revuelta de los chiriguanos que se levantaron contra los incas cerca de Potosí. Huayna Cápac que se encontraba en Quito tuvo que enviar uno de sus generales para vencerlos. Es decir, los portugueses ya se habían internado en el imperio incaico por la ruta del Atlántico, mucho antes que Pizarro pisase el Perú. En los documentos de los exploradores portugueses antes que llegase Alvar Nuñez Cabeza de Vaca a Potosí, ya se describe haber visto llamas y consumido productos como papas.
José Carlos nos habla de arqueólogos que están estudiando con las últimas tecnologías (LIDAR. Light Detection and Ranging) para descubrir restos arqueológicos en zonas de muy difícil acceso y cubiertas de floresta, para descubrir el pasado prehispánico de nuestro continente. Nos hace ver lo poco que se ha tomado en cuenta en la historiografía y etnografía peruana, los estudios de la arqueología e historia en la selva amazónica. Las razones siempre han sido que las condiciones de trabajo en la selva son muy duras, que es difícil ubicar restos arqueológicos en un terreno donde todo se desintegra. Los resultados han sido interesantísimos, se han encontrado en Brasil restos de arquitectura típica incaica, restos de ceramios, alimentos, y hasta una ruta de caminos que parten de la costa atlántica que míticamente se le llamaba la ruta Pea Birú, debidamente documentado con mapas y fotografías, que además Félix Anaya recorrió los 4,450 kilómetros que unen al Perú desde Puno, pasando por Bolivia, Paraguay para terminar en Florianópolis (Santa Catarina en Brasil), material que está documentado en su libro "Huellas del Perú en el Pea Birú".
Hay mucho que aprender en este libro de José Carlos, donde también trata de las conquistas y viajes de los últimos incas Tupac Inca Yupanqui y Huayna Cápac que, bajaron del Cusco a conquistar las poblaciones de la costa y el Océano Pacífico. De los restos incaicos importantes de estas nuevas tierras, de los excelentes comerciantes y navegantes que lograron vencer las fuertes corrientes frías hasta llegar a comerciar en las costas del Pacífico de México, y nos menciona teorías de etnólogos, e historiadores, que no siempre aparecen en nuestras bibliografías. Fui asesor de Antonio Jaramillo, joven colombiano cuya tesis doctoral en la UNAM trató el tema de las rutas de los navegantes que intercambiaban productos desde nuestras costas norteñas hasta México. El libro remata su información con un anexo que incluye la carta de Luis Ramírez a su padre (1528). Y para terminar debo felicitar a José Carlos con sus propias palabras “No había fronteras y límites en el Imperio Incaico”.

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