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El viaje al interior de Palao. A. Raúl Soto




Luis Palao Berastain ‒a diferencia de otros artistas que buscan la evasión intima‒ escogió huir de Lima y refugiarse en el interior del país. Su opción vivencial se emparenta con la actitud de muchos que, desde comienzos de 1970, fugaron de la Lima enajenante para descubrir la riqueza del mundo andino. La ciudad del Cusco se convirtió en la meta obligada del peregrinaje juvenil. Era la Arcadia por conquistar: un mundo mágico, que a la vez simbolizaba la libertad. Desde antiguo el Cusco ha ejercido esa atracción magnética. Sólo recordemos la estadía de José Sabogal, fundamental para la producción de su obra pictórica y la formación del movimiento del indigenismo pictórico. Sin embargo, algunos artistas jóvenes sucumbieron al encanto del Obligo del Mundo y se dejaron ganar por patrones de vida con los que pretendían evadir nuestra realidad. Palao, por el contrario, se compenetró en la vida andina y, es más, se quedó a vivir en el Valle Sagrado de los incas. 
Su muestra de acuarelas en la galería Moll da cuenta de su visión coherente de las gentes, costumbres y paisajes de la región. A ello también ha contribuido el continuo peregrinaje de Palao por la aldeas y serranías del valle. Sus acuarelas captan la luz vibrante del ambiente y de los campesinos pobres que habitan esas alturas. El artista no mira a sus modelos con ojos de extraño, sino como alguien que siente y asume las vivencias de ellos y las reproduce con la singular maestría que ha logrado con la acuarela. En esta exposición, Palao trabaja con las tierras principalmente. De acuerdo al personaje, a veces carga el papel con tonalidades fuertes y otras diluye el color, para resaltar el dramatismo de lo representado. Cuando deja porciones en blanco en la cartulina es con el objeto de jugar con la luz, como las resplandecientes tonalidades que logra en el cuadro Qoyllor-Riti. En cuanto a los retratos, trascienden las imágenes estereotipadas y estilización simbólica que otros pintores elaboran del habitante andino. La fuerza plástica de Palao se basa en el conocimiento vivencial ‒integral‒ de los Andes.
Después de diez años de caminar por los pueblos de la Sierra Sur, Palao persiste en su actitud romántica. Esperamos que la actual convulsión política en la zona no le impidan continuar su periplo andino, para así enriquecer su óptica con los hechos que están sucediendo.
(Publicado en el semanario Cambio, Lima, 11 de febrero, 1987)

Comentarios

  1. El paisaje del mundo andino ya de por sí es poético. Para el artista un lugar de inspiración.

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