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Puentes de legitimación: centros de consagración , fragmento de A la sombra de Lima de Jair Pérez Brañez

 Jair Pérez Brañez ha tenido le generosidad de compartir el fragmento dedicado a la consagración artística de su reciente A la sombra de Lima: centralismo y políticas culturales en el Perú (Pakarina Ediciones), donde explora y critica los centros de consagración en Lima. Valioso aporte que da pie a preguntar si también hay circuitos de consagración regionales o gremiales (caso bandas de músicos en circuitos determinados) y si ya es tiempo de  poner en cuestión el peso colonial que significan las consagraciones literarias e incluso periodísticas mediadas por Espana. Pero mejor leer  este fragmento, que esta destinado a ser un manual de gestión cultural en el país.. Gracias Jair







6.4 Puentes de legitimación: centros de consagración      

Es frecuente escuchar la expresión “el artista consagrado” para referirse a un artista que ha destacado de entre los demás. Un artista que ha trascendido y cuya obra es y seguirá siendo relevante. Un músico, un pintor, un escritor obtiene la consagración, y esto lo legitima frente a sus públicos, instituciones y, sobre todo, frente a sus pares. Sin embargo, ¿cómo se lleva a cabo este proceso de consagración? ¿Quién determina qué artistas son consagrados y cómo impacta este fenómeno en el ámbito nacional? En esa línea, intentaremos esbozar, de forma preliminar, algunas ideas sobre la consagración y la categoría centros de consagración que nos permitirá tratar el centralismo y la posibilidad de desconcentración en este ámbito.

La consagración cultural ha sido un fenómeno tratado por algunos autores, entre ellos Pierre Bourdieu, quién la estudia en el ámbito de la academia científica, y anticipadamente acuña la categoría. Este concepto da cuenta de la sacralización simbólica que es conferida a una persona, un acto, o un objeto cultural. La consagración cultural es una forma de legitimización donde se concilia distintas dimensiones: lo artístico, lo cultural, lo mediático y lo económico; y este poder es conferido por un conjunto de actores que incluyen instituciones, escenas, mediadores culturales, incluso audiencias. (Benavente 2020: 2) 

Las investigaciones sobre la consagración cultural se han orientado a la consagración académica, al espectáculo (principalmente a personajes consagrados) y a otras dimensiones de la cultura como la industria editorial. No obstante, los estudios de la consagración cultural en Hispanoamérica, y en nuestro país, aún están en ciernes. Volviendo al concepto propuesto arriba, la consagración cultural es además un proceso social, donde toda una comunidad confiere un reconocimiento, una legitimización de una propuesta cultural, que es detonada por un conjunto de operadores. Para que esta se dé, se requiere de una instancia multidimensional que transfiera ese reconocimiento.

Un sujeto consagrado no es hierofanizado de un momento a otro, sino que se va acumulando en su producción, y en el sujeto, mayor capital cultural y simbólico, hasta convertirse poco a poco en “sagrado”[1], consagrado. Existen además los “operadores” que otorgan y legitiman ese capital simbólico. Y según las tradiciones culturales, por lo general, confieren la consagración, al “profano” mediante un evento relevante, que funciona como una ceremonia de investidura. Existen además centros de consagración, espacios territorializados en los que coinciden todos los “operadores”, y que tienen infraestructura que permitirá la acumulación del capital cultural, teniendo como corolario la ceremonia de consagración.

En el país, y desde el ámbito de la literatura, la consagración comenzó a establecerse como una práctica entre pares. Por ejemplo, en Lima Juana Manuela Gorriti en el marco de sus veladas literarias, entre 1876 y 1877, ofrecía ceremonias especiales denominadas “coronaciones” en las que reconocían el genio poético y la trayectoria de algún colega escritor. Por ejemplo, comenta Basadre, a la coronación de Clorinda Matto de Turner asistieron veinte señoras y veinte caballeros (2005, 1626). Más adelante las coronaciones se modifican y de ellas participa el Estado.

José Santos Chocano ha sido una figura que ha desatado pasiones y adhesiones. En 1922, y tras su regreso de purgar prisión en Guatemala, la Cámara de Diputados le negó la posibilidad de tener una pensión vitalicia. No obstante, y probablemente en desagravio, la Municipalidad de Lima, gestionó su coronación pública. Cuenta Basadre, que el alcalde de Lima Pedro José Rada y Gamió inició las gestiones para su coronación el 22 de septiembre de 1922 ante el Concejo Municipal y se concretó el 5 de noviembre del mismo año. Además, la Municipalidad solicitó a través de telégrafo a todos los concejos municipales provinciales del país que envíen un delegado, entendemos que la presencia de representantes de todo el país no solo le da prestancia al evento, sino que legitima el mismo. La coronación de Chocano tuvo tres momentos, la coronación formal con discursos protocolares y la imposición de una corona de oro en forma de laureles por el propio presidente Leguía. Un segundo momento denominado “Consagración” que sucedió al pie del monumento de Bolognesi donde el poeta ofreció un recital, seguido de discursos en honor al vate. Y un tercer momento en el teatro Forero también con un recital de sus poemas. Todas estas acciones fueron multitudinarias. (2005, 3495) Ningún otro poeta o intelectual nacional tuvo el reconocimiento público que ostentó Chocano.

Mas adelante, el 22 de septiembre de 1942, mediante la Ley N° 9614, se instituye el Premio Nacional de Cultura, que se convirtió en un proceso formal de reconocimiento por parte del Estado a personajes de la cultura y las ciencias. Este premio ha cambiado a lo largo de los años, y desde el 2019 se ha dejado de entregar. Así pues, aparentemente el rol protagónico en la consagración que el Estado había construido se ha desplazado a otros espacios. No obstante, conserva algunos reconocimientos, en el sector cultura, como las resoluciones que reconocen a un personaje como Personalidad Meritoria de la Cultura Peruana, también el Premio Nacional de Literatura. En el ámbito de la artesanía se destaca el Gran Amauta de la Artesanía Peruana, y el concurso nacional “Medalla Joaquín López Antay”.

Un centro de consagración cultural es el espacio físico en un territorio en el que un artista o productor de la cultura se consagra, recibiendo el reconocimiento de la nación y la legitimidad por parte de los operadores, pares y públicos. Si extrapolamos esto a nuestro contexto el único centro de consagración que tenemos es Lima. Ningún artista se consagra nacionalmente si no es a través de la capital. Por ejemplo, a los artesanos de todo el país, les confieren los reconocimientos y le son entregados en Lima, exponen en Ruraq Maki[2] o en alguna galería de Lima, y salen reseñados en medios nacionales, o en estudios de críticos que están situados en Lima. La tendencia se replica en las artes escénicas, la industria editorial, la cinematografía, la música, etc. Esta constante solo se rompe cuando el artista nacional proviene de otro centro de consagración cultural con mayor prestigio, quizás en Norteamérica o Europa. Es decir, realizó o hizo su carrera, o recibió reconocimientos en centros de consagración globales.

Para que un centro de consagración cultural pueda funcionar de manera efectiva, se requiere más que simplemente infraestructura cultural, políticas culturales y espacios de formación. También es fundamental la presencia activa de “operadores culturales”, quienes actúan como los motores del ecosistema cultural en un campo determinado. Estos operadores pueden incluir a la academia, medios de comunicación con enfoque especializado, críticos culturales, el Estado mediante el establecimiento de políticas culturales, el sector privado a través de galerías, librerías, salas de grabación, estudios de producción, entre otros. Además, no se puede pasar por alto la importancia de las audiencias, quienes juegan un papel crucial en la dinámica cultural al consumir, apoyar y participar en las manifestaciones culturales. Es un ecosistema cultural robusto, formado por una interacción dinámica entre estos diversos actores, lo que realmente contribuye a la creación y sostenimiento de un centro de consagración cultural. 

Al hilvanar estas ideas no queremos pecar de ingenuos, pues debemos afirmar que la consagración no es una acción objetiva y mucho menos democrática. Subsisten intereses de grupos o de clase, que posibilitan la consagración de ciertos actores que probablemente están en una situación de privilegios frente a otros. Sin embargo, evidenciar la estructura de los centros de consagración es importante porque esto permitiría desmontarlos, o incluso proponer la construcción de más centros de consagración para generar contrapesos territoriales y un desarrollo descentralizado de la industria cultural de la nación. 

Una oportunidad para construir centros de consagración, son las Ciudades Creativas. Este es un programa de UNESCO que teje una red de ciudades alrededor del mundo que han reconocido a la cultura y a la creatividad como un elemento central en sus políticas de desarrollo. Son siete líneas que UNESCO reconoce y son la artesanía y arte popular, el diseño, el cine, la gastronomía, la literatura, el arte digital, y la música. Hasta el momento de esta redacción tres ciudades del país han sido reconocidas como ciudades creativas: Ayacucho en artesanía y arte popular, Arequipa en gastronomía, y Huancayo en música. Sin embargo, lamentablemente, debido a los cambios en la gestión municipal, estas ciudades no han podido capitalizar plenamente el impacto de estas designaciones. 

No obstante, una ciudad que reconozca su potencial en cualquiera de estas áreas culturales y creativas puede crear un ecosistema vibrante con la colaboración de diversos actores, especialmente el Estado y los operadores culturales. Esto puede llevar a la creación de centros de consagración cultural que se integren en una red internacional, permitiéndoles formar parte de circuitos internacionales sin necesidad de pasar exclusivamente por la capital del país. La creación de estos centros de consagración no solo promovería el desarrollo descentralizado de las industrias creativas y culturales, sino que también contribuiría a descentralizar el poder actualmente concentrado en la capital. 

 



[1] Nótense las claras referencias religiosas de la consagración cultural.

[2] Rurak Maki es una exposición de venta de arte popular con mayor reconocimiento del país por la calidad de los trabajos y la selección de los colectivos de artistas que participan, aunque se realizan en sedes regionales, ninguna tiene el prestigio de la edición nacional que se realiza en Lima.

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