En el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, tras la zona de arte medieval donde suele instalarse el árbol natalicio, se halla BOAT, acrónimo de Biography Of A Thought (o Biografía de un Pensamiento), la instalación del artista contemporáneo nepalí Tenzig Rigdol que se inscribe en la exhibición Mandalas. Mapping the Buddhist Art of Tibet. La macroexposición se ubica en el ala que en 1975 la familia Lehman construyó para albergar sus colecciones de arte. Aparte de la impresionante obra del artista nacido en Katmandú en 1982 situada en el atrio central, Mandalas. Mapping the Buddhist Art of Tibet muestra cerca de cien pinturas, esculturas, joyería, textiles, instrumentos y una variedad de objetos rituales de los siglos XII al XV.
Los mandalas son diagramas simbólicos que representan el universo y la totalidad de la experiencia humana. Se utilizan como herramientas de meditación y reflexión. Según la información que provee el museo en su página web, el título de la obra, Biography of a Thoght, insinúa la idea tántrica de tomar una noción y desentrañar sus múltiples componentes, para luego representarlos visualmente y lograr una comprensión más profunda. El término "tántrico" proviene de "tantra," que significa "tejido" o "expansión," y se asocia con la idea de interconexión entre diferentes aspectos de la vida y la espiritualidad.
Tenzing Rigdol nos narra un viaje a lo largo de cuatro murales, pintados con cincuenta tonos de azul. Cada panel contiene el mar, el cielo y mandalas o rosetones de diferentes tamaños donde introduce símbolos y deidades ancestrales tibetanas como la Tara verde (divinidad femenina y protectora), Kalachakra (o el Señor de Tiempo cíclico) y el feroz Mahakala (protector de los budistas). Junto a ellos, hay personajes contemporáneos como George Floyd (estadounidense asesinado en el 2020 por la policía de Minneapolis), Alan Kurdi (niño sirio ahogado en costas de Grecia en el 2015), uno de los muchos monjes budistas que desde 1963 se ha inmolado para protestar contra la represión) y cuatro importantes periodistas y “whistleblowers”: Chelsea Maning, Edwards Snowden, Frances Haugen y Julian Assange.
El artista utiliza motivos e ideas del canon clásico himalayo para incursionar de forma crítica en los problemas socioeconómicos y políticos de hoy. Estas interconexiones le permiten subrayar zonas de conflicto contemporáneo y también transmitir, de manera sutil, algunas ideas espirituales del budismo tibetano.
De una luminosidad azul e intensa bajo la luz diurna, BOAT cubre los cuatro muros que conforman el atrio de la sala y también el suelo, debido a las alfombras fabricadas a mano en Katmandú para la exposición. Estas fueron planificadas por Dolma Tsering, madre del artista y una de las primeras diseñadoras de alfombras en Nepal, tras su fuga del Tibet. Los colores y flores de loto de estas magníficas piezas de lana espejan las imágenes de los muros y las extienden hacia el centro del espacio arquitectónico con lo que contribuyen a unificar la instalación y convertirla en un mandala de tres dimensiones donde uno, como visitante, se sitúa. En su centro se levanta una estructura cuadrada y sólida que, por su forma y cromatismo (azul, verde, rojo y amarillo), recuerda los mandalas de Kalachakra, el Señor del Tiempo.
La mayoría de los visitantes notamos la estructura, pero se nos hace difícil comprenderla, pues a ese cubo de colores vivos, que para el artista representa la unidad e interconexión, sólo tienen acceso los invidentes. El artista inscribió allí en Braille un mantra poético que se repite en cada una de sus caras:
Veo el sol
Veo nubes
Veo un río
Veo la tierra
Veo el universo
dentro de la interdependencia.
Si pasamos a las cuatro pinturas murales que rodean esta estructura, nos percatamos de que sobre un mismo paisaje de cielos con nubes polícromas de tonos suaves y un mar batido que a menudo recuerda “La gran ola” del artista japonés Hokusai, se nos narra la historia (el Thought del BOAT) a través de los diferentes mandalas de cada panel. En tres de ellos hay siete que comparten una misma paleta de colores brillantes. Y en el último, el de la contemplación —donde al fin los pensamientos (o nubes) bajan y las olas (o emociones) se calman—, solo figura uno en el centro donde se ve una silla de madera sobre un fondo de rosas azules.
En el primero que abre el viaje, el mural que da al norte, vemos la llegada en bote del protagonista. Este, un personaje azul con una bolsa roja (que pronto desaparece) y la cara cubierta por una cuerda amarilla (que según Rigdol apunta a su condición de no conocer), encalla en un espacio donde hay libros, comida, pinturas y todo tipo de objetos que engulle una gran boca dentada y abierta.
Inicio BOAT, panel norte, llegada del viajero |
Tanto aquí como en los dos mandalas que le siguen se destacan elementos del conocimiento y las artes. El tercero, por ejemplo, presenta una preciosa imagen el árbol de la vida cuyo plano central inferior tiene una mesa con una vela encendida y un cuenco con pinceles.
Arbol de la vida. |
Pero en el cuarto, ubicado en el centro del panel, aparece una Tara verde (diosa de la protección) cubierta con una mascarilla y se incorpora la realidad subyacente: la contaminación ambiental, el cambio climático (con el mandala de un oso polar en un paisaje que se derrite) y la guerra. Este último presenta un personaje con lanza, granada, y un casco y máscara antigás que recuerda a los soldados de la Primera Guerra Mundial. El guerrero aplasta al viajero que se ha duplicado y yace bajo sus pies.
Tara verde (diosa de la protección) y tema de contaminación ambiental. |
El segundo mural, al este del atrio, se inicia con un inmenso mandala dedicado a George Floyd que, al caer sobre el mar, produce un poderoso efecto de olas expansivas, único toda en la serie. Aparece como un santo con nimbo de algodón, sentado en silla como si fuera Lincoln en su Memorial; pero según el artista, también representa a Maitreya, el Buda amistoso del futuro. En los bordes de la imagen se ve una serie de manos que parecen mudras, pero en realidad provienen de la lengua de señas estadounidense, que Tenzing Rigdol llama “Mudras ASL”. El mensaje es terriblemente irónico, pues en ellas se lee Esperanza, Deseo y Prosperidad, nombres de tres embarcaciones que se utilizaron en los Estados Unidos para la trata de esclavos.
Primer mandala del panel del este, George Floyd. |
En el centro de este panel --donde también están representados el Dalai Lama, un monje budista mientras se inmola, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, un niño con una ametralladora en las manos rodeado de flores de varios colores cuyas hojas son ojos y el World Trade Center-- se halla Kalachakra, quien es tanto una deidad tántrica como una filosofía y prácticas de meditación que giran en torno del tiempo cíclico. El personaje central o Señor del Tiempo es una deidad azul con múltiples brazos que figura en unión carnal con su consorte sobre un fondo de engranajes color siena, mostaza y gris, colores que solo aparecen en este mandala. La ruedaa mayor del engranaje que representa el tiempo cíclico, irónicamente tiene la forma del signo de la paz.
Esta imagen que se resemantiza por su ubicación justo frente al mural final de la quietud, se halla rodeado del protagonista del viaje que vuelve a multiplicase, esta vez por diez. Ahora la mayoría de sus avatares lleva en sus hombros un ojo con imágenes de lugares de conflicto y sufrimiento (los palestinos, Alan Kurdi, la militarización y las banderas de Myanmar, Tibet, China, India y Namibia) . La imagen tiene otra singularidad que solo se desvela cuando cambia la luz de la sala (que es natural), es decir cuando cae la noche. Entonces, los azules de los murales circundantes se difuminan, y solo resaltan los grises y sienas quemados que rodean al Señor del Tiempo.
El Señor del Tiempo con su consorte con referencias a lugares de conflicto y sufrimiento |
En el tercer mural descollan las artes. Abre con una representación de las Señoritas de Avignon de Picasso y hacia el final hay un feroz Mahakala (el protector de los budistas) que lleva un mala (o rosario) donde están representadas todas las religiones, por lo que el personaje también las protege. La divinidad, de un azul muy oscuro, tres ojos y una boca abierta con dientes amenazadores se presenta aquí fracturada a la manera cubista y rodeada de Mudras ASL.
Mahakala, eel protector de los budistas, aquí protege todas las religiones. |
El mandala más fascinante y provocador de la instalación se halla en este mural ubicado al sur del atrio. Se trata de una compleja imagen donde vemos en el primer plano a un Buda dormido conectado por sus audífonos a una tableta electrónica donde ha dejado las sandalias. A sus pies se ve un segundo Buda en la pantalla de un teléfono celular que está cubierto con un manto parecido al del Buda dormido. Detrás de este Buda-virtual se halla un tercer personje: el viajero del BOAT sentado a una mesa escribiendo en una “laptop”. Y en el fondo, que ocupa tres cuartas partes de la imagen, hay cuatro inmensas cabezas que recuerdan el monumento del monte Rushmore. Sin embargo aquí los personajes representados no son los presidentes de los Estados Unidos, sino cuatro importantes “whistleblowers” y periodistas que incidieron en la historia en este siglo: Chelsea Maning, Edwards Snowden, Frances Haugen y Julian Assange.
Tras ellos, el cielo en vez de nubes tiene globos de diálogo vacíos, de los que se usan en los comics. Alrededor hay una primera banda de gorros militares con ojos dentro y en el exterior, volvemos a encontrar los mudras ASL donde no sin ironía el artista cita la novela 1984 de George Orwel: "La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza."
Budas cibernéticos y "whistleblowers". |
El mural final del recorrido que da al oeste, es el primero que el visitante nota cuando llega al atrio de la instalación. El cielo aparece diáfano, el mar o emociones están en calma y han desaparecido los circuitos cuadrangulares que dominan los tres paneles anteriores. Se trata del mural de la contemplación, de la quietud, donde al fin los pensamientos (o nubes) bajan y se articulan de forma circular y simétrica alrededor de la imagen única y central: una silla con un fondo de flores azules que recuerda la rosa al final de la Divina Comedia de Dante.
Final del viaje. Momento de la contemplación y la quietud. |
Tras mi segunda visita a la exposición, donde pasé de la estupefacción a la lenta asimilación de la audaz propuesta de Tenzing Rigdol, inicié este texto en forma poemática. Sin embargo, gracias al material que hay en la red y a partir de las respuestas que me fue dando el artista tanto en persona como por correo electrónico, pude comenzar a entender el mundo de los mandalas y la impresionante instalación BOAT. Por ello, decidí transformar los versos iniciales en este ensayo descriptivo a fin de animar a quienes están en Nueva York a que visiten Mandalas. Mapping the Buddhist Art of Tibet. La exposición no durará mucho, pues cierra el 12 de enero del 2025. A los versos iniciales, desde luego, se los tragó la prosa.
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