Traducción y Categorías Andinas, a propósito de Warma kuyay y otros relatos, versión en runasimi de Gloria Cáceres / Pablo A. Landeo Muñoz
Kay waykiyku Pablo hamutasqan kusapuni kachkan
A Gloria Cáceres la conocí en la presentación de su poemario Munakuwaptiykiqa / Si tú me quisieras (2009) un libro que anuncia, desde el título, el fervor por expresar las emociones y experiencias más sentidas en su maternal runasimi, lengua con la que nuestra poeta descubre el mundo. Posteriormente, para beneplácito de sus lectores runasimihablantes, y para quienes desde el canon asumieron el carácter heterogéneo de nuestra literatura, Gloria Cáceres nos sorprendió con un hermoso libro de cuentos Wiñay suyasqayki huk willaykunapas / Te esperaré siempre y otros relatos (2010), libro donde conserva siempre el entusiasmo por escribir en su lengua materna sin descuidar a sus lectores hispanohablantes, para quienes ofrece una versión sencilla y clara en español. Ahora, con Warma kuyay y otros relatos (2011), nos hallamos frente a Cáceres traductora de tres cuentos de Arguedas (“Warma kuyay”, “Hijo solo” y “Yawar huillay”).
La actividad emprendida por Cáceres no siempre resulta sencilla porque la tarea de traducir un texto resulta un desafío que no siempre nos deja satisfechos. Para los andinos como Gloria Cáceres, como el quien suscribe estas líneas o como muchos de los amigos que nos acompañan esta noche, hablar, escribir y leer en runasimi; amar, odiar o sufrir en este idioma, cósmico y milenario, es un estilo de vida, una forma de asumir nuestra identidad, una marca ancestral cotidiana. Por ello, debo confesar que, durante la lectura de la versión en runasimi, de los cuentos citados, he experimentado las mismas pulsiones o estremecimientos que nos ocasionan su lectura en español. Poeta, narradora, traductora de sí misma, y ahora de Arguedas, a mi parecer Gloria Cáceres se halla en condiciones de proseguir la tarea apenas emprendida. A continuación expresaré algunas justificaciones al respecto.
La versión que nos presenta Gloria Cáceres no es un caso generalizado de traducción; pues, en nuestro entorno cultural, lo cotidiano es la traducción al español de textos orales tradicionalmente quechuas y aymaras, ahora -consecuencias de la globalización-, textos de procedencia asháninka, nomatsiguenga, etc. Sin embargo, el caso del que hablamos es un caso inverso de traducción (si la terminología fuera posible) porque en Warma kuyay y otros relatos es la escritura en castellano (oficial, hegemónico, por lo mismo colonizador) la que es traducida, utilizándose el mismo alfabeto del idioma citado al runasimi (subalterno, marginal, pero siempre vigente y contestario). Casos similares en nuestro medio, en el campo de la narrativa, son varios; como ejemplo citamos Le Petit Prince (El Principito) de Antonie de Saint- Éxupéry, en versiones de Lydia Cornejo y César Itier.
El caso mencionado constituye un caso típicos de traducción, donde un texto en español o en otro idioma extranjero es traducido al runasimi, mas no el de Gloria Cáceres, porque a través de los trabajos de ella, los cuentos de Arguedas -no obstante haber sido escritos en castellano-, se restituyen a la pacha / tiempo, espacio y contexto andinos/ donde se gestaron los acontecimientos; donde las alegrías, las confesiones de amor hacia los runakuna y de odio hacia los mana runakuna; el amor a la naturaleza o los temores a la muerte y a las deidades -en suma, toda la cosmovisión andina- fueron experiencias aprehendidas a través del runasimi, por un Arguedas adolescente, para luego ser expresadas por un adulto si no transculturado, en proceso de transculturación.
De los casos típicos de traducción se ha dicho bastante, como nos lo confirma Manuel Larrú para la “La cuculí agradecida”, cuento inserto en Tarmapap Pachahuarainin / Fábulas Quechuas (Vienrich, 1906). Respecto a la versión realizada por Vienrich, Larrú manifiesta:
La presión de una preceptiva “literaria” culta, cuyos modelos obedecen a corrientes literarias que se transforman en el interior del universo discursivo y en relación con el cambio social y tecnológico es tanto más notoria cuanto mayor sea la adscripción del traductor al canon en vigencia. Tal manipulación implica, una vez más, la distancia entre la voz y la letra, ambas a su vez integradas en sus propios circuitos dinámicos (Larrú, 1995:28).
Se plantea pues, el problema de las concesiones que el traductor hace al canon y a los lectores de Occidente. La búsqueda de una versión literaria, acorde a los patrones de estética y las exigencias de un mercado occidentales, hace que los textos de origen sean víctimas de una desnaturalización aleve, puesto que los elementos que hacen posible el willanakuy (performans) han sido omitidos. Por ser una labor pionera, los desaciertos de Vienrich son comprensibles y nuestra gratitud hacia él, más de cien años después, se halla incólume. Sin embargo, el problema analizado por Larrú mantiene su vigencia en la actualidad; es más, parece agudizarse, como observa Dorian Espezúa:
Los estudios sobre los sujetos subalternos aportan poco para el enfrentamiento contra la homogeneización y aniquilamiento de las culturas y lenguas marginales y marginadas por una sociedad racista. Por el contrario, sirven para que se desarrollen estrategias más sutiles de penetración sobre la base de los datos que los letrados latinoamericanos y peruanos les proporcionamos (Espezúa-Romaní, 2003:201-202).
Ciertamente, éste no es el caso de Gloria Cáceres quien viene demostrándonos su amor por el idioma materno consciente de que la palabra sea acaso el último recurso de los runakuna, y de los migrantes andinos, para defender su identidad, su idiosincrasia antes que transigir ante la demanda de los gustos literarios y de las transnacionales de la edición (aquí recuerdo bien las palabras del maestro Oswaldo Reynoso, manifestadas en un taller de corrección de estilos, del por qué muchos “escritores” jóvenes de nuestro medio, con el apoyo de todo un aparato publicitario, obtienen fama inusitada pero efímera) por consiguiente, quienes utilizamos el runasimi para expresarnos en la vida cotidiana y en nuestras actividades relativas a la literatura asumimos una actitud subversiva y descolonizante, por lo que concordamos con Espezúa cuando añade:
La única lectura realmente híbrida (si es que la hay) sería la del traductor bilingüe y bicultural (coordinado y competente), pues cualquier otra lectura no podría desembarazarse de las normas y convenciones de destino. Paul de Man diría que la traducción en general revela nuestra alienación con nuestra propia lengua original (:205).
La duda y probabilidad, presentes en la cita, dejan resquicios que permiten vislumbrar otro tipo de lectura; por consiguiente, otros traductores, como es el caso de aquellos que, sin ser andinos pero conocedores del runasimi, han experimentado y conocen la cosmovisión andina de acuerdo a Categorías como runa, pacha, willakuy, yanantin y particularmente el tinkuy (en el caso de Gloria Cáceres, consciente o inconscientemente, se evidencian el conocimiento de estas categorías, además responden a los requerimientos de Espezúa). En este orden de cosas, es preciso algunos conceptos referentes a las categorías. Éstas son:
“conceptos fundamentales que reflejan las propiedades, facetas y relaciones más generales y esenciales de los fenómenos de la realidad y de la cognición […]. Permiten al hombre, llegar a conocer profundamente el mundo que le rodea” (Rosental–Iudin; 1988: 61–62); es decir, permiten aprehender la realidad, visible e invisible, a través de la cognición, acto en la que los datos sensoriales pasan a la abstracción luego de un “proceso complejo”. Los mismos en Aristóteles sirven “para pensar el ser” y en Kant “para estructurar el pensamiento” (Comte–Sponville; 2003:96–97) de donde se infiere, por extensión, que las Categorías Andinas son ideas o conceptos que nos permiten pensar, desde la perspectiva de las literaturas andinas, no en el runa sino en los runakuna y sus formas de interrelación con su espacio–tiempo (pacha) donde el pasado y el presente, lo visible e invisible, interactúan en forma constante ( Landeo, 2010:12-13).
No pretendemos, por el momento, desarrollar una teoría de la traducción desde el punto de vista de las categorías andinas, hemos apelado a ellas a fin de sustentar lo que inicialmente manifestamos respecto a las traducciones de Gloría Cáceres. Quien proceda del mundo andino, o lo conozca, podrá sumarse a la celebración de este libro y validar o cuestionar mis opiniones.
Cono Sur de Lima, 03 nov. 2011
Referencias bibliográficas
CÁCERES, Gloria. Munakuwaptiykiqa / Si tú me quisieras… Lima, Punto & Grafía, 2009.
-------------- Wiñay suyasqayki huk willaykunapas / Te esperaré siempre y otros relatos. Lima, Universidad Alas Peruanas, 2010.
-------------- Warma kuyay y otros relatos (Edición bilingüe, con introducción de Gonzalo Espino). Lima, Editorial San Marcos, 2011.
ESPEZÚA SALMÓN, Dorian [y] ROMANI MIRANDA, Maggie. “Transducción en la narrativa oral Ashaninka”. En: Gonzalo Espino Relucé, (comp.), Tradición oral, culturas peruanas –una invitación al debate-. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2003, pp. 201-213.
LANDEO MUÑOZ, Pablo. Categorías andinas para una aproximación al willakuy / Umallanchikpi kaqkuna (Seres imaginarios andinos), Tesis para optar el grado de magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010.
LARRÚ SALAZAR, Manuel. Territorios de la palabra: una aproximación al discurso andino. Tesis de Licenciatura en Literatura. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1995.
ITIER, César [y] CORNEJO Lydia. Quyllur llaqtayuq wawamanta [El Principito]. Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2002.
VIENRICH, Adolfo. Azucenas Quechuas [Tarmapa Pachahuarainin] / Fábulas Quechuas [Tarmapap Pachahuarainin]. 3ra edición. Lima, ediciones Lux, Universidad Ricardo Palma, 1999.
A Gloria Cáceres la conocí en la presentación de su poemario Munakuwaptiykiqa / Si tú me quisieras (2009) un libro que anuncia, desde el título, el fervor por expresar las emociones y experiencias más sentidas en su maternal runasimi, lengua con la que nuestra poeta descubre el mundo. Posteriormente, para beneplácito de sus lectores runasimihablantes, y para quienes desde el canon asumieron el carácter heterogéneo de nuestra literatura, Gloria Cáceres nos sorprendió con un hermoso libro de cuentos Wiñay suyasqayki huk willaykunapas / Te esperaré siempre y otros relatos (2010), libro donde conserva siempre el entusiasmo por escribir en su lengua materna sin descuidar a sus lectores hispanohablantes, para quienes ofrece una versión sencilla y clara en español. Ahora, con Warma kuyay y otros relatos (2011), nos hallamos frente a Cáceres traductora de tres cuentos de Arguedas (“Warma kuyay”, “Hijo solo” y “Yawar huillay”).
La actividad emprendida por Cáceres no siempre resulta sencilla porque la tarea de traducir un texto resulta un desafío que no siempre nos deja satisfechos. Para los andinos como Gloria Cáceres, como el quien suscribe estas líneas o como muchos de los amigos que nos acompañan esta noche, hablar, escribir y leer en runasimi; amar, odiar o sufrir en este idioma, cósmico y milenario, es un estilo de vida, una forma de asumir nuestra identidad, una marca ancestral cotidiana. Por ello, debo confesar que, durante la lectura de la versión en runasimi, de los cuentos citados, he experimentado las mismas pulsiones o estremecimientos que nos ocasionan su lectura en español. Poeta, narradora, traductora de sí misma, y ahora de Arguedas, a mi parecer Gloria Cáceres se halla en condiciones de proseguir la tarea apenas emprendida. A continuación expresaré algunas justificaciones al respecto.
La versión que nos presenta Gloria Cáceres no es un caso generalizado de traducción; pues, en nuestro entorno cultural, lo cotidiano es la traducción al español de textos orales tradicionalmente quechuas y aymaras, ahora -consecuencias de la globalización-, textos de procedencia asháninka, nomatsiguenga, etc. Sin embargo, el caso del que hablamos es un caso inverso de traducción (si la terminología fuera posible) porque en Warma kuyay y otros relatos es la escritura en castellano (oficial, hegemónico, por lo mismo colonizador) la que es traducida, utilizándose el mismo alfabeto del idioma citado al runasimi (subalterno, marginal, pero siempre vigente y contestario). Casos similares en nuestro medio, en el campo de la narrativa, son varios; como ejemplo citamos Le Petit Prince (El Principito) de Antonie de Saint- Éxupéry, en versiones de Lydia Cornejo y César Itier.
El caso mencionado constituye un caso típicos de traducción, donde un texto en español o en otro idioma extranjero es traducido al runasimi, mas no el de Gloria Cáceres, porque a través de los trabajos de ella, los cuentos de Arguedas -no obstante haber sido escritos en castellano-, se restituyen a la pacha / tiempo, espacio y contexto andinos/ donde se gestaron los acontecimientos; donde las alegrías, las confesiones de amor hacia los runakuna y de odio hacia los mana runakuna; el amor a la naturaleza o los temores a la muerte y a las deidades -en suma, toda la cosmovisión andina- fueron experiencias aprehendidas a través del runasimi, por un Arguedas adolescente, para luego ser expresadas por un adulto si no transculturado, en proceso de transculturación.
De los casos típicos de traducción se ha dicho bastante, como nos lo confirma Manuel Larrú para la “La cuculí agradecida”, cuento inserto en Tarmapap Pachahuarainin / Fábulas Quechuas (Vienrich, 1906). Respecto a la versión realizada por Vienrich, Larrú manifiesta:
La presión de una preceptiva “literaria” culta, cuyos modelos obedecen a corrientes literarias que se transforman en el interior del universo discursivo y en relación con el cambio social y tecnológico es tanto más notoria cuanto mayor sea la adscripción del traductor al canon en vigencia. Tal manipulación implica, una vez más, la distancia entre la voz y la letra, ambas a su vez integradas en sus propios circuitos dinámicos (Larrú, 1995:28).
Se plantea pues, el problema de las concesiones que el traductor hace al canon y a los lectores de Occidente. La búsqueda de una versión literaria, acorde a los patrones de estética y las exigencias de un mercado occidentales, hace que los textos de origen sean víctimas de una desnaturalización aleve, puesto que los elementos que hacen posible el willanakuy (performans) han sido omitidos. Por ser una labor pionera, los desaciertos de Vienrich son comprensibles y nuestra gratitud hacia él, más de cien años después, se halla incólume. Sin embargo, el problema analizado por Larrú mantiene su vigencia en la actualidad; es más, parece agudizarse, como observa Dorian Espezúa:
Los estudios sobre los sujetos subalternos aportan poco para el enfrentamiento contra la homogeneización y aniquilamiento de las culturas y lenguas marginales y marginadas por una sociedad racista. Por el contrario, sirven para que se desarrollen estrategias más sutiles de penetración sobre la base de los datos que los letrados latinoamericanos y peruanos les proporcionamos (Espezúa-Romaní, 2003:201-202).
Ciertamente, éste no es el caso de Gloria Cáceres quien viene demostrándonos su amor por el idioma materno consciente de que la palabra sea acaso el último recurso de los runakuna, y de los migrantes andinos, para defender su identidad, su idiosincrasia antes que transigir ante la demanda de los gustos literarios y de las transnacionales de la edición (aquí recuerdo bien las palabras del maestro Oswaldo Reynoso, manifestadas en un taller de corrección de estilos, del por qué muchos “escritores” jóvenes de nuestro medio, con el apoyo de todo un aparato publicitario, obtienen fama inusitada pero efímera) por consiguiente, quienes utilizamos el runasimi para expresarnos en la vida cotidiana y en nuestras actividades relativas a la literatura asumimos una actitud subversiva y descolonizante, por lo que concordamos con Espezúa cuando añade:
La única lectura realmente híbrida (si es que la hay) sería la del traductor bilingüe y bicultural (coordinado y competente), pues cualquier otra lectura no podría desembarazarse de las normas y convenciones de destino. Paul de Man diría que la traducción en general revela nuestra alienación con nuestra propia lengua original (:205).
La duda y probabilidad, presentes en la cita, dejan resquicios que permiten vislumbrar otro tipo de lectura; por consiguiente, otros traductores, como es el caso de aquellos que, sin ser andinos pero conocedores del runasimi, han experimentado y conocen la cosmovisión andina de acuerdo a Categorías como runa, pacha, willakuy, yanantin y particularmente el tinkuy (en el caso de Gloria Cáceres, consciente o inconscientemente, se evidencian el conocimiento de estas categorías, además responden a los requerimientos de Espezúa). En este orden de cosas, es preciso algunos conceptos referentes a las categorías. Éstas son:
“conceptos fundamentales que reflejan las propiedades, facetas y relaciones más generales y esenciales de los fenómenos de la realidad y de la cognición […]. Permiten al hombre, llegar a conocer profundamente el mundo que le rodea” (Rosental–Iudin; 1988: 61–62); es decir, permiten aprehender la realidad, visible e invisible, a través de la cognición, acto en la que los datos sensoriales pasan a la abstracción luego de un “proceso complejo”. Los mismos en Aristóteles sirven “para pensar el ser” y en Kant “para estructurar el pensamiento” (Comte–Sponville; 2003:96–97) de donde se infiere, por extensión, que las Categorías Andinas son ideas o conceptos que nos permiten pensar, desde la perspectiva de las literaturas andinas, no en el runa sino en los runakuna y sus formas de interrelación con su espacio–tiempo (pacha) donde el pasado y el presente, lo visible e invisible, interactúan en forma constante ( Landeo, 2010:12-13).
No pretendemos, por el momento, desarrollar una teoría de la traducción desde el punto de vista de las categorías andinas, hemos apelado a ellas a fin de sustentar lo que inicialmente manifestamos respecto a las traducciones de Gloría Cáceres. Quien proceda del mundo andino, o lo conozca, podrá sumarse a la celebración de este libro y validar o cuestionar mis opiniones.
Cono Sur de Lima, 03 nov. 2011
Referencias bibliográficas
CÁCERES, Gloria. Munakuwaptiykiqa / Si tú me quisieras… Lima, Punto & Grafía, 2009.
-------------- Wiñay suyasqayki huk willaykunapas / Te esperaré siempre y otros relatos. Lima, Universidad Alas Peruanas, 2010.
-------------- Warma kuyay y otros relatos (Edición bilingüe, con introducción de Gonzalo Espino). Lima, Editorial San Marcos, 2011.
ESPEZÚA SALMÓN, Dorian [y] ROMANI MIRANDA, Maggie. “Transducción en la narrativa oral Ashaninka”. En: Gonzalo Espino Relucé, (comp.), Tradición oral, culturas peruanas –una invitación al debate-. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2003, pp. 201-213.
LANDEO MUÑOZ, Pablo. Categorías andinas para una aproximación al willakuy / Umallanchikpi kaqkuna (Seres imaginarios andinos), Tesis para optar el grado de magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010.
LARRÚ SALAZAR, Manuel. Territorios de la palabra: una aproximación al discurso andino. Tesis de Licenciatura en Literatura. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1995.
ITIER, César [y] CORNEJO Lydia. Quyllur llaqtayuq wawamanta [El Principito]. Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2002.
VIENRICH, Adolfo. Azucenas Quechuas [Tarmapa Pachahuarainin] / Fábulas Quechuas [Tarmapap Pachahuarainin]. 3ra edición. Lima, ediciones Lux, Universidad Ricardo Palma, 1999.
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