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El primer viaje a Lima:“…el cielo se ha volteado...las estrellas están en la tierra”

Jesus Orccottoma comparte el relato de su primer viaje a Lima, que como transito vital tiene muchas direcciones comunales, personales e históricas  Companamos con Condemayta de Acomayo, lo max 

Acomayo Waqra Pukara


El primer viaje a Lima:“…el cielo se ha volteado...las estrellas están en la tierra” 

El primer viaje a Lima (1962), fue una experiencia única y extraordinaria. Según las palabras de los abuelos era el viaje desde abajo hacia ”arriba”, como ese camino imaginario a la gloria cuando uno fallece, casi un milagro; era una expresión que equivalía al viaje a un mundo desconocido (como ir al cielo, a Roma donde vive el Papa y a otros lugares). La meta era estudiar, así decían mis hermanos mayores…para llegar a la civilización, ser portador de luz y progreso, y para de salir de las tinieblas y tener ojos.

Pero antes que yo, a mediados del siglo XX, otros migrantes pioneros quechuahablantes ya habían llegado a Lima. ¿De dónde salieron? De un pueblo reducido llamado Sanka, en la etapa final del siglo XVI (1570), ubicado en los andes peruanos, a 3,200 msnm. De 140 familias en su mejor momento, las cuales se reducen ahora dramáticamente a más de 50; de su vinculación en el pasado  a mercados y otras ciudades con productos como el trigo y el maíz, ahora presenta un panorama desolador para la economía familiar;  con abandono de más de 400 has de tierras de cultivo; antes, eternos viajeros y caminantes, como arrieros y mercaderes errantes, con llegadas a Majes, Limbani (Puno) y a los valles de Cusco, hoy, ciudadanos errantes, por trochas y carreteras múltiples, que viven como ciudadanos y gozan y sufren de los encantos de las grandes ciudades, pero están de retorno a sus orígenes, porque no fue un viaje definitivo ni rompieron con su pasado y su historia. 

Hace tres décadas atrás, un notable estudioso decía que era una migración definitiva, era una opción por el cambio, por el riesgo, por el futuro, por lo desconocido y por el progreso, entre permanecer y partir, partieron  y”…cientos de miles o millones de jóvenes comuneros, campesinos y provincianos en las últimas décadas se autodefinieron como “modernos”, es decir, liberaron su subjetividad de las marras de la tradición, del pasado, del suelo, de la sangre, de la servidumbre, convirtiéndose psicológicamente en “hombres libres”[1]Del todo no es cierta esas afirmaciones: por los acontecimientos que se dan en esta coyuntura; el desplazamiento de las poblaciones de las comunidades campesinas a otros lugares es una constante desde hace mucho tiempo; tampoco sus historias no estaban aisladas ni separadas de otros procesos regionales y nacionales; el futuro incierto en otros escenarios no borró su pasado ni rompió su vinculación con sus pueblos de origen; no fueron hombres libres sino segmentos de población subordinados y marginados por el sector laboral en el escenario urbano. El sueño de la modernidadsigue en pie, pero no fue completo como meta personal. Toda esa propuesta de cambio y de búsqueda del “progreso” en otros contextos, solo se explica sin soslayar, por la existencia cíclica y permanente de la pobreza rural. Una omisión flagrante en la cita anterior. 

 

 

Ahora, veamos desde su paqarina (lugar de origen), de la orilla de donde partieron los migrantes: desde las comunidades campesinas, de esa polifonía de voces que se derraman al viento:

 

Son las cinco de la tarde de un día cualquiera, un migrante pionero al final  de su ciclo de vida, retorna a la casa paterna donde nació, extiende los dos brazos como saludando al cielo y al sol que, comienza a esconderse detrás de los cerros, baja la cabeza y, con mirada penetrante traza un croquis con sus dedos en el piso y, marca cuatro líneas y dice: “…de este pueblo salen cuatro caminos y no son iguales, el más importante es este, y yo he salido por este camino hacia Lima…”. Y como estos recuerdos, emergen muchos relatos, de otros caminantes y de muchos trajinantes, especialmente desde cuando eran niños/as.  Esa polifonía de voces se escucha y se percibe hoy en día como ecos lejanos y cercanos, es la noticia nacional, de los que llegaron y quieren regresar, por esos caminos y trajines que existieron en la historia de cada lugar, en un país llamado Perú. 

 

Salieron muchos  por esos caminos que están hechos como filigranas a otros lugares: unos, con dirección a los valles para obtener un grado de menor rango en la vida; otros, por el lado donde están los apus sagrados, de temores y sensaciones raras cuando se camina; y otros, por donde están las cuatro lagunas verdes  y azules, de las cuales salen a media noche, toros bañados de oro, bramando sus penas de tanto castigo divino;  pero había un camino demasiado conocido pero poco renombrado, casi insignificante, de tanto pisar las piedras y los pastos silvestres que brotaban allí. Es allí donde comenzaba la historia no contada de su paqarina, de su pueblo.Estaba en medio de un antiguo camino real. Al volver todos a su paqarina, y estar allí nuevamente, cantarán sin saber cantar; bailarán a morir sin horarios; festejarán cualquier lugar como los lugares sagrados de sus antepasados; y todos desearan que el tiempo se detenga para siempre en ese lugar que nacieron. Y ese retorno será inesperado, a veces, porque la tierra llama

Lo único que recuerdo es que, cuando era niño mi papá dijo un día antes de su otoño: “arrodíllate, te daré mi bendición”.  Hizo una señal de la santa cruz con sus dedos de labriego en mi frente. Vi en su rostro unas lágrimas de seda como las lluvias del mes de agosto y, el camión partió. Así fue el comienzo de mi viaje a Lima. Después, dicen que él murió de “mal viento”. Ahora, yo me muero, con las palabras y con la escritura[2]”.

En esta parte de este relato, es importante volver a mirar a nuestras raíces e historias personales, a las batallas cotidianas que libramos por mantener nuestra primera lengua (quechua)[3]. Este es el recuento como introspección personal:

Voy a empezar esta historia personal nombrando mi paqarina[4]: nací en febrero loco (así decía mi padre porque en ese mes llovía a cántaros), enuna comunidad ubicada a 3,200 msnm, en la zona quechua, donde florece la retama, el chiwanway y el t`ankar (Sanka). El origen de mi pueblo está fechado en la época colonial, en la que se dio la política de las reduccionesen tiempo del Virrey Toledo. Pero antes era parte de un grupo étnico grande y notable como es el caso de Hatum Papres,quienes fueron desplazados a la margen derecha del rio Apurimac, por la llegada de otro grupo étnico proveniente de la región del Collao (Los Chilques), hoy convertida en la comunidad campesina de Araypallpa. Ese traslado territorial significa del Contisuyu al Qollasuyu. Todos estos hechos históricos están vinculados a los mitos fundacionales de Cusco y de su entorno territorial.

Toda mi familia, desde mis tatarabuelos somos quechua hablantes. Soy el menor de ocho hermanos y cuando los mayores se hicieron jóvenes, se fueron a todas partes. Eso me incluye a mí también. Muy poco (un año), me quede para cuidar a mis padres, hasta que un hermano mayor regresó de Lima por mandato de otro hermano mayor, y mi padre para que no se escapara este hermano mensajero, le buscó una mujer joven para que se case. Solo así se quedó con mis padres.  Tuvieron varios hijos/as, y todos ellos se fueron, como nosotros, a otros mundos y lugares.

Un día cualquiera, inicié mi viaje a las ciudades. Tuve la despedida de mi padre, cuando clareaba un nuevo día, y yo arrodillado en un cemento frio para que me dierasu bendición, hablándome en quechua y rezando entre dientes. Desde luego, la meta era llegar a Lima. Hasta entonces no conocía las ciudades y me asustaban algunos de sus aspectos. Pasé por Cusco como un desconocido y me embarqué en un bus viejo hacia Lima (llamaban la góndola). En los tres días que duró el viaje, hablé en quechua en todo ese tiempo. Y mi sorpresa mayor se produjo una noche, cuando el bus bajaba a media noche, cerca de las laderas del volcán Misti. En la oscuridad me desperté de sorpresa y miré hacia abajo, donde se suponía que había una quebrada y una pampa. En la pampa vi que, había muchas luces a colores como esparcidas. Yo creí en ese momento que el cielo se había volteado, y que las estrellas del cielo estaban en el suelo, desparramadas como los granos de un tierno choclo. Todo eso le dije en quechua a mi hermano mayor que dormía a mi lado (Yaw yaw…wayqey…qhawariy ahay pampata, ch’askakunan pampapi kashan. Cielon voltearakamusqa). Y él me respondió con un codazo en mi estómago, diciéndome estas palabras: “eres un zonzo, esa pampa es la ciudad de Arequipa”. Desde ese momento, para mí la ciudad era un mundo al revés. 

Llegando a Lima, mis hermanos mayores me dieron un plazo de tres meses para aprender el castellano y postular a un colegio nacional. Esa era una condición única para permanecer en esa ciudad.  El siguiente paso era la universidad. La obsesión personal era entrar a San Marcos, porque mantenía una fama universitaria en mi familia. Logré entrar y estudié sociología “para cambiar el país” como decían los dirigentes universitarios de esa época. En ese escenario, el país aparece como problema y como posibilidad de cambio. La coyuntura de ese momento se encontraba marcada porla militancia partidaria, la simpatía por el triunfo de la revolución cubana, las guerrillas y la figura de Heraud y el ELN, la lucha frontal de Hugo Blanco en la Convención y Lares y, el gobierno de Velasco Alvarado y la reforma agraria (1969).

Ahora, en el siglo XXI, el Perú sigue siendo como problema y como posibilidad de cambio, para escribir una nueva historia, el país de todas las sangres, tal como soñara nuestro tayta Arguedas. 



[1]Franco, Carlos: Exploraciones en “otra modernidad”: De la migración a la plebe urbana.. En Modernidad en los Andes. CERA Cusco, 1990. 

[2]   Dedicatoria en la monografía del Curso Prácticum: El discurso de las Ciencias Sociales. Profesor: Roberto Salazar. FLACSO/Quito. Julio 1993.

[3]Antonio Cornejo Polar: Los universos narrativos de José María Arguedas. (Buenos Aires: Losada. 1974)

[4]Esa palabra en quechua significa “lugar de origen”.


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