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Prologo a "Arguedas y la educación peruana en Todas las Sangres de Hernan Hurtado Trujillo. Raul Jurado Parraga



Dicen los doctores que nos han de cambiar la cabeza o la resistencia cultural en: Arguedas y la educación peruana de todas las sangres de Hernán Hurtado Trujillo.

Raúl Jurado Párraga

Dicen los doctores “modernos” … /que tus sueños arcaicos ya no valen soñar/  y no quieren reconocer las huellas de tu palabra… afirma el poeta Hernán Hurtado en sentidos versos que abren su libro: Arguedas y la Educación Peruana de Todas Las Sangres. Ese reclamo de “no entendimiento de la palabra” de José María Arguedas se convierte a la vez en punto de partida de una reflexión sabia sobre las ideas pedagógicas del tayta. El libro que comentamos se estructura en tres amplios capítulos, en los cuales se desarrollan una serie de propuestas teóricas sobre la relación literatura-educación, se discute y aplica las categorías: Heterogeneidad propuesta por Antonio Cornejo Polar y transculturación de Ángel Rama, el mestizaje como unidad desarmónica, el eurocentrismo. Por otra parte, la teleología educativa, la educación intercultural, el análisis del sistema educativo y el andamiaje documental que la sostiene, ampliándose entre otras dualidades, convirtiendo el texto en un espacio provocador que invita al debate sobre las ideas de la educación y cultura de José María Arguedas, que el agudo lector descubrirá y sabrá aprovecharla.

Una primera lectura no solo permite meditar sobre la importancia de estas categorías, sino ver cómo estas son aplicadas para analizar, comprender y reflexionar sobre la “problemática de la educación peruana”, ver hacia donde se dirige nuestra educación. En esa ruta es donde ahonda los “hallazgos y propuestas de la pedagogía arguediana” que ocupa un lugar de primer orden en el contenido del libro. Estudia la práctica pedagógica y las reflexiones teóricas esbozadas por uno de los escritores peruanos más importantes del Perú y de Latinoamérica. De ahí que la dualidad Educación / Literatura o viceversa funcionan como espacios de “hervor” continuo. 

Hurtado Trujillo pone a prueba el carácter “sugerente y polémico” que sustenta la hipótesis de su investigación, el planteamiento de sus objetivos, su metodología de trabajo, etc., lo que podemos corroborar y explicar cuando las categorías que utiliza adquieren dimensiones reflexivas y de contrastación desde el primer capítulo; luego, ver cómo estas se amplían adquiriendo relevancia y solidez en el segundo capítulo, que se abre como un abanico para revisar no solo el campo de la historia de la educación peruana sino también explicar los modos y formas cómo estas se diseñaron e implementaron el sistema educativo desde la “perspectiva criolla” a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX.

 El autor analiza y revisa las tesis educativas planteadas desde el universo de los novecentistas y/o arielistas que tuvieron a José de la Riva Agüero y Osma como líder. En esa “revisión” analiza las propuestas de Alejandro O. Deústua Esparza (Huancayo, 1849-Lima, 1945) quien planteó un pensamiento pedagógico elitista  y criollo que respondía al criterio de “creer” que “vivíamos” (en extensión hoy para un segmento del poder, seguimos viviéndola) en una sociedad monocultural y no en una sociedad plural, abigarrada (R. Zavaleta), heterogénea (A. Cornejo Polar), hibrida (García Canclini), disglósica (E. Ballón), en una “sociedad otra” alterna, compleja, rica multiculturalmente hablando. Deústua planteó la idea de “modernizar” la orientación del sistema educativo promoviendo la construcción de una “nueva clase dirigente” “educada y pensante” que no solo debe liderar los esfuerzos educativos sino lograr el control político-cultural de la nación. Sin duda, una orientación educativa excluyente especialmente de los segmentos indígena y mestizo. Una mirada racial, diferenciada y elitista de la educación. Hurtado Trujillo, de mismo modo, analiza  la propuesta de Manuel Vicente Villarán (Lima, 1973-1958) quien enrumbó los propósitos de la educación hacia una educación técnica utilitaria y práctica, cuestionando la educación formalista e improductiva que se impartía en escuelas y universidades; según él, en vez de enseñar Historia, latín, matemáticas, leyes, filosofía, literatura, deberían enseñar “Cursos prácticos para la vida” como: labrar la tierra, criar ganados, navegar, comerciar, colonizar la selva etc. “Educación práctica de y para la vida antes que la educación memorística e improductiva”. Esto se puede leer en sus: Estudios sobre educación nacional (1922). Ampliando estas dos visiones Hernán Hurtado revisa las ideas en torno a la educación de José Carlos Mariátegui, en el cuarto ensayo: “El proceso de la instrucción pública”, parte de su libro: 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. La relectura de este ensayo nos devela que muchos de los cuestionamientos y planteamiento de Mariátegui no han perdido vigencia. Las influencias foráneas en el sistema educativo: La española, la francesa y la norteamericana, tal como lo estudió Mariátegui, sigue arrastrando hasta hoy, un “espíritu colonial y colonizador” por carecer de un espíritu propio, sin rescatar la savia de tradición y solidez de la diversidad cultural que tenemos. Seguimos dependiendo de lo foráneo en los aspectos (político, económico, cultural, educativo, etc.) bajo los parámetros de la llamada “globalización”, “macdonalización”, “digitalización”, etc. y en palabras de Hurtado Trujillo resulta un “Proceso que estandariza y homogeneiza la cultura y, por ende, a la educación, dentro de una ideología neoliberal” (p. 29)

Jamás podremos salir de dicha dependencia mientras sigamos copiando modelos educativos ajenos a nuestra realidad, y menos sin la participación activa y democrática de los propios sujetos de la educación como artífices de su educación, que Mariátegui apuntó:

“En un pueblo que cumple conscientemente su proceso histórico, la reorganización de la enseñanza tiene que estar dirigida por sus propios hombres. La intervención de especialistas extranjeros no puede rebasar los límites de una colaboración” (Mariátegui, 2016, p. 94). 

En las páginas siguientes Hurtado Trujillo revisa la teleología educativa peruana, muestra los vacíos del currículo, de los enfoques transversales, la “trampa” de la diversificación curricular (que no es una verdadera alternativa de solución) , resulta de vital importancia el análisis sobre la política de educación intercultural (EIB) que, en palabras del autor del libro, aún no han sido atendidas ni menos comprendidas, en el contexto de la heterogeneidad cultural que caracteriza a nuestra sociedad, que exige la necesidad de implementar más de un solo tipo de educación. 

La educación intercultural parte del reconocimiento de la diversidad del Perú, que la gran mayoría de las poblaciones urbanas formadas en una educación occidentalizada ignoran y desprecian, tomando como algo exótico y folclórico las expresiones y prácticas culturales de los pueblos indígenas. No se conoce en la escuela la diversidad cultural y lingüística del país, por tanto, no se puede valorar lo que se ignora, ni visualizar su diversidad y riqueza; en ese sentido, hablar de la riqueza cultural del Perú resulta un mero discurso. (p.70)

El capítulo III del libro se centra en el estudio y análisis de  los aportes de José María Arguedas en el campo pedagógico, su utopía sobre la identidad, el reconocimiento y valoración de la pluralidad de la(s) cultura(s) de cada pueblo.  Resalta de Arguedas, su labor pionera en reconocer la importancia y la urgencia de implementar la educación intercultural en nuestro país. Así señala:

Arguedas creía que la educación debiera orientarse a conocer, estudiar e investigar el Perú porque sin su conocimiento no es posible transformar ni forjar ninguna identidad. Por ello mostró su permanente preocupación por formar a las nuevas generaciones en el conocimiento de su realidad, de elevar la condición de los indios, de equilibrar las condiciones desventajosas a los que la marginación de los criollos los había sometido por siglos (p.123)

Por otro lado, en otra parte del libro señala la visión transculturadora de José María Arguedas sobre la cultura occidental y andina, en un intento de explicar no solo la forma de educación intercultural que aproveche la simbiosis cultural creando espacios sincréticos de ingente riqueza como una forma de comprender nuestra sociedad. En esencia no solo se trata de plantear una educación horizontal, sino también valorar y comprender los espacios de identidad afirmativa de la tradición sólida y rica de nuestras culturas andinas, neoandinas, mestizas, cholas, etc. Hurtado Trujillo apunta:

La Educación Intercultural surge del conflicto que se produce cuando la escuela oficial implementada por el Estado (a exigencia de las poblaciones indígenas, alejadas de los centros urbanos y milenariamente excluidas, para acceder al derecho a la educación) colisiona con la realidad social y cultural del niño indígena (p.163)

La admiración,  afinidad y pasión que tiene Hernán Hurtado con la vida y obra del autor de los Ríos Profundos le sirve también para acercarse a comprender su proyecto narrativo, la visión del universo plural de nuestra sociedad que se clarifica desde sus cuentos iniciales en Agua (1936) hasta finalizar en  su novela póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971) Hurtado se encarga de  dar a conocer la visión que tenía Arguedas del Perú, país bullente de “todas  las sangres”, su postura humanista frente a la cultura andina, la comprensión del fenómeno de  la transculturación. Así mismo, pone en discusión el problema del mestizaje como fallido intento de unidad, a la que supuestamente todos pertenecemos.

 La parte medular de este trabajo de investigación se centra en el estudio temas vinculados a la formación de Arguedas como estudiante, su apuesta como docente en los diversos niveles del sistema educativo. Incide en la representación simbólica del país, en la que no es pertinente un sistema educativo único en un país de todas las sangres. Para clarificar esta problemática no hace conjeturas, sino que se vale del estudio de la obra Arguedina y resalta, por ejemplo, el mundo lúdico de los escoleros, la problemática de la educación semifeudal que se implantaba en el internado del colegio, descrito en Los ríos profundos. Discute y abre la discusión sobre el papel de la justicia, no solo en las instituciones, sino en la sociedad en su conjunto como producto del hecho educativo, el mostrar a quien se debe educar y a quien no, poniendo como ejemplo los martirios y sinsabores del indio Rendón Wilka, por tratar de aprender a leer en la escuela de los mistis. El libro no se agota en plantear situaciones pedagógicas esbozadas en la narrativa de Arguedas, sino que, junto a ellas, va construyendo la “propuesta” de comprender lo que él llama “la educación informal de José María Arguedas” (p.111) especialmente en el discurso “Yo soy hechura de mi madrastra”. Para redondear este aspecto analiza la poesía Huk Doctorkunaman Qayay (Llamado a algunos doctores; de José María Arguedas,   donde se asume entre líneas una “crítica a la educación formal simbolizado en la corporiedad  de algunos doctores” como se puede apreciar en los siguientes versos. 

Dicen que ya no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de 

cambiar la cabeza por otra mejor. 

Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, 

que está lleno de temores, de lágrimas, como el de la calandria, como el de un toro 

grande al que se degüella; que por eso es impertinente (…)

Que estén hablando, pues; que estén cotorreando si eso les gusta.

Doctores que se topan con un “saber” tan nuestro que no comprenderán jamás a pesar de sus grados académicos, un reto que a muchos “doctores” les va a costar mucho trabajo comprender, a quienes les interroga e increpa:

¿Qué hay a la orilla de esos ríos que tú no conoces, doctor?

 Saca tu largavista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes. 

Quinientas flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos 

que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, 

la plata y el día se mezclan. Esas quinientas flores son mis sesos, mi carne. 

Finalmente, debo señalar que existen otros temas sugerentes en este libro y a partir de los cuales los lectores agudos sin “largavistas” podrán disfrutar, meditar y valorar sus aportes de este trabajo de investigación sobre la concepción de la educación de Arguedas y la orientación teleológica de la educación peruana. Libro cuya lectura me obliga invitarlos a abrir no sólo su corazón para escuchar el rumor de sus páginas, sino incendiar sus “sesos” para repensar sobre la educación en el Perú de todas las sangres.

Escrito en Lima en el mes de agosto entre la neblina y cielo panza de burro del año 2022. (RJP)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


                                                 

 

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