Roland Forgues comparte sus valiosos comentatarios sobre la poesia de Grlia Caceres Vargas, luego del encuentro que ambos tuvieron en Couyou. No olvidar también, que este proximo miércoles, Gloria Caceres conversara con Walter Maradiegue sobre la educación intercultural peruana, detalles dentro de poco
I-DE LIMA A COUYOU:UNA VISITA SORPRESA
Hace unos meses la poeta peruana nativa de Ayacucho Gloria Cáceres Vargas, viuda del poeta Cesáreo Martínez, me hizo una visita sorpresa a mi Abadía de Couyou. Antes de regresar a Paris y Lima me obsequió sus dos últimos libros :Yuyaypa k’anchaqnin /Fulgor de mis recuerdos (Pakarina Ediciones, Lima 2015) y Musqu Awaqlla /Tejedora de sueños (Pakarina, Ediciones, Lima 2021)
No sé porqué, pero al empezar la lectura me vi como transportado por los Apus andinos al universo narrativo de José María Arguedas que tanto me conmovió en mis años de juventud y de investigaciones universitarias. Y no pude contener ese grito de alegría Wifala, Wifala, que salió de mi boca como un mágico santo y seña de entrada en el universo poético de la escritora ayacuchana.
Comparto aquí algunas de las reflexiones que me inspiró la lectura de los poemarios, escritos con hondos sentimientos humanos y cuidadosamente trabajados en la expresión de lo andino a través del doble acercamiento a la lengua quechua y a la lengua castellana. Ambas lenguas que, al fin y al cabo terminan siendo una sola, esto es: la lengua universal de la expresión poética propia de la naturaleza humana y de la armonía cósmica.
II-PRESENCIA PERMANENTE DEL COMPAÑERO DESAPARECIDO
En Yuyaypa k’anchaqnin /Fulgor de mis recuerdos sentí revivir en mi algunos de los momentos compartidos con Cesáreo Martínez, y su compañera, profesora de la Universidad La Cantuta, en los primeros años de mis viajes y estadías en Perú.
En efecto en ese libro de la poeta ayacuchana es permanente la presencia virtual del compañero, amante y padre divinizado en la figura del hijo Manuel Agustín, - parte de la dedicatoria- quien se verá confiar en el segundo libro las llaves del porvenir: “Encuentra la fuerza/ para reconstruir/ un mundo nuevo” (Es tu tiempo, hijo mío, p,39).
En cada momento el lector se encuentra con la presencia del poeta comprometido de Cinco razones puras para comprometerse (con la huelga), de Celebración de Sara Botticelli, cuya imagen se cierne encima de los versos como guardiana de la identidad propia de la poeta y del camino por recorrer.
Ya desde el epígrafe sacado de El sordo cantar de Lima el compañero desaparecido aparece como la llave secreta del corazón que sustenta la voz poética.
Porque nací del rocío y de la piel mojada de la piedra.
Porque mis trabajos se pierden en las arcas del enemigo,
mi aliento se oxida.
Y solo tu voz me saca, me levanta, me ilumina.
El carácter sagrado del amor que estructura el conjunto de los poemas de Gloria Cáceres se expresa a través de la comunión con la naturaleza:
La lluvia de la quebrada
lava mi tristeza.
El viento del sur
murmura
tu nombre.
(La lluvia de la quebrada, p.52)
Y más precisamente en las metáforas tradicionales del río, símbolo del paso del tiempo, y del camino, emblema del destino.
Dichas metáforas remiten implícitamente a una doble tradición cultural: el río de Heráclito y de los filósofos griegos, y la mítica red de caminos del Qhapaq Ñan, que partía de Cusco hasta los cuatro suyos del Tahuantinsuyo, cruzando de norte a sur, de este a oeste, todo el inmenso imperio de los incas:
Unas estrellas juguetonas
En cada pestañeo me advierten:
Será hombre para amarlo,
Rio para cuidar su pureza.
Árbol, para venerarlo.
Luz, para iluminar
Nuestro camino.
¿y ahora qué hacemos
Con tanto amor?
(Estrellas juguetonas, p.38)
Aparecen ciertamente en los versos de Gloria Cáceres rasgos de nostalgia y añoranza, tras la partida del compañero, pero la presencia y celebración del poeta amado no tienen nada que ver con una elegía a la muerte, sino, al contrario, son una invitación a la vida.
Lo sugiere plásticamente el ritmo dinámico entre alegre y melancólico en comunión con la naturaleza del primer poema que da título al libro “Fulgor de mis recuerdos”:
Días vacíos
me hablan de tu partida.
En cada rostro, en cada nube
busco el consuelo
de tu ausencia.
Los días caen
tal hojas secas de árboles.
Sonriéndome
me dicen:
que aún estás ahí,
esperándome.
¡Fulgor de mis recuerdos! (p.24)
III-PROBLEMÁTICA IDENTITARIA
En el poema “¿Quien soy?”, la poeta va en busca de sí misma, al encuentro de su propia identidad a través del otro:
En el fulgor de la luz busco mi sombra,
al verme tiemblo,
y en silencio escucho
tu corazón.
/…/
Danzando con gozo infinito
te espero.
Ya sabes ahora
¿quien soy? (p.28)
La interrogación final traduce un estado de conciencia que, más allá del puro sentimiento amoroso, aborda la relación con el otro en el marco de una doble problemática identitaria: la del yo poético y la del yo objeto del deseo.
Finalmente, aquello que canta implícitamente Gloria Cáceres es la preservación de las autonomía del ser y de la libertad de la pareja en el marco de la necesaria relación amorosa::
Sin escuchar
el canto de gorriones
odio despertar.
Sin la luz de tus ojos,
sin el canto del grillo,
¿para qué vivir?
No soy un hito
En tu camino,
y en la oquedad
nunca serás mío.
Aunque tu aroma de amante
me capture,
y tus besos me quemen
jamás seré tuya.
(Apacheta, p.30)
Paradójicamente la idea de “no posesión” expresada en estos versos encuentra su plena realización en la posesión mutua y total que implica el acto erótico. En efecto en dicho acto los amantes, dejan de pertenecerse a sí mismos, cada uno fundiéndose en el otro en el crisol de los cuerpos reunidos por el deseo genésico y enlazados en el orgasmo procreador.
Es la plenitud de la pareja en la que, suspendido el tiempo, vida y muerte se funden en la eternidad mítica con la idea del eterno reempezar, bellamente sugerido al final del poema “Paloma del amanecer”, precisamente, con la imagen del ave, tradicional emblema del amor, y del alba, emblema de esperanza:
¡Tómame!
y seremos uno.
¡Ámame!
Seré tu ferviente espejo
¡Mátame!
Seré paloma del amanecer.
(Paloma del amanecer, p.50)
En Musqu Awaqlla /Tejedora de sueños, la poeta se interroga sobre su ser material y espiritual:
¿Qué es este cuerpo
sin el tuyo?
¿Qué son mis sueños
Sin tu presencia?
¿Y qué soy yo
Sin tu aliento?
(¿Qué es este cuerpo sin el tuyo?,`p.27)
Así el cuerpo material del otro se interioriza en cada uno de los amantes y es generador de fuerza espiritual; “Y ahora tu beso /es mi fortaleza” ( “El beso que me robaste”. p.51)
Mas allá de una simple evocación de los misteriosos poderes del amor, se disimula ciertamente detrás de este verso una reminiscencia cultural del “pensamiento primitivo” de los pueblos originarios que creían en la transmisión de las fuerzas vitales de un individuo a otro.
IV- UNA POESIA DE ESENCIA ANDINA Y QUECHUA
La esencia andina y quechua de la poesía de Gloria Cáceres está sellada por fulgurantes imágenes del hombre en medio del cosmos hospitalario u hostil, en especial las recurrentes imágenes del viento y de la lluvia, por el ritmo alerta del verso corto y cargado de significados, por el papel dinámico de la naturaleza, inseparable de la actividad humana:
Y yo, como tú,
desposeída,
sigo girando sin cesar,
sin aliento,
Turbándome
con el aroma del amanecer
y soñando
con el canto del ruiseñor.
(Sin aliento, p.40)
Gloria Cáceres recoge y rescata de la cultura de los antiguos quechuas et antropomorfismo de la naturaleza y el fisiomorfismo de los seres humanos: “Las piedras murmuran / Cuando sienten nuestro gozo” (p.58):
El aroma de tierra mojada
Me embriaga y me transporta
ahí, donde perdí el camino,
donde sentí tu respiración
que aún me duele y me agita.
(Tierra húmeda, p.60)
La reapropiación de la “relación de reciprocidad de influencias” entre el hombre y la naturaleza, como la llama el antropólogo francés Claude Levi Strauss en su obra El pensamiento primitivo, conduce , en última instancia, a la moderna toma de conciencia ecológica.
Bien lo ilustran estos versos de Musqu AWAQLLA /Tejedora de sueños;
He convocado a mis compañeros
Para que me acompañen
A velar a nuestra madre tierra,
Cuidar de sus aires, de sus aguas y
De sus hijos
Contra la barbarie de los días
Y de sus agentes.
(Un llamado, p.87)
La imagen de los hijos encuentra su plena realización en el poema siguiente, en la alusión final a “los hijos de la luna y del sol”, vale decir al Perú antiguo de los mitos fundadores:
Amo un suelo pleno
de flores y
árboles
que ofrezca
el perfume del aire
a los hijos de la luna y del sol.
(Suelo árido, p.89)
V-AMOR INDIVIDUAL Y UTOPÍA COLECTIVA
El segundo libro aparece como el complemento natural del primero.
En Musqu AWAQLLA /Tejedora de sueños, el amor individual, interiorizado de Yuyaypa k’anchaqnin /Fulgor de mis recuerdos se exterioriza y se vuelve amor colectivo a la humanidad.
Basta con recordar el poema final que da título al libro con la sugerente metáfora de la antigua “tejedora” indígena que remite a la construcción de las utopías del futuro a partir de la “arcadia” del pasado andino:
Quiero tejer un manto
luminoso con los colores
del amanecer andino,
con el color del ischu y
con el rojo de mi sangre.
Quiero tejer un enorme manto
con las nubes viajeras
para viajar sin retorno.
Quiero tejerte un ponchito
para que arrulles a tu palomita
y una apacha para cargar
los frutos de la tierra.
Te tejeré un sombrerito
con los colores del día
cuya trama será
los latidos de mi corazón.
Tejeré tus sueños
Donde nunca más
grite el hambre y el dolor.
Será un sueño feliz
donde el amor y la esperanza
Fecunde la tierra prometida.
Un sueño que mitigue
tu cansancio.
Quiero tejerte un país
donde los ríos se extiendan
y fecunden la tierra
de amor y esperanza.
(Tejedora de sueños, p.103)
La realidad del amor individual de Yuyaypa k’anchaqnin /Fulgor de mis recuerdos se vuelve en Musqu AWAQLLA /Tejedora de sueños, utopía colectiva del amor universal , necesario “para curar las heridas /del tiempo y del alma”. (p.85)
Esa utopía del futuro descansa, sin que ello se diga expresamente, en la unión de las dos simbólicas plantas del mundo americano (el maíz) y del mundo europeo (el trigo), como componentes del Perú nuevo por construir.
Cuando llega el amor,
todo se ilumina.
La luz se hace más luz
y el color es más intenso,
y el mar se agita ante mis ojos,
y el sauce por sonreír ya no llora.
Y mi corazón brinca hasta tus labios.
(Cuando llega el amor, p.19)
Estos versos resumen de manera ejemplar el contenido y la forma de los dos libros de Gloria Cáceres en los que el amor, en su acepción más amplia, realiza la simbiosis entre el hombre y el cosmos como justificación última de la vida misma.
VI-WIFALA. WIFALA. HIJOS DE LA LUNA Y DEL SOL
En resumidas cuentas diré que aquello que más me ha impresionado en la lectura de ambos poemarios es la inmensa ternura que se desprende de ellos. El ritmo fluido y dinámico del verso libre, impregnado de un dulce y contenido lirismo. Ello le da al conjunto un aire de alegre ligereza como expresión del bienestar y de la felicidad inclusive en la exteriorización de la misma tristeza: la de la separación individual y de la miseria colectiva.
He sentido la soledad cósmica de los “hijos de la luna y del sol” que tanto preocupó a José María Arguedas del que Gloria Cáceres se muestra muy cercana. Una soledad cósmica revisitada por la poeta ayacuchana, no como nostalgia del paraíso perdido, sino como aspiración a construir la arcadia del futuro.
Y, por fin, lo confieso, me he visto presa de una extraña sensación de estar en un universo cercano y lejano a la vez, propio y ajeno, en el que el quechua y el castellano van de la mano en la formación de un país nuevo, libre y solidario.
Sin embargo el loable optimismo de Gloria Cáceres no ha logrado quitarme totalmente las dudas sobre la exitosa marcha del Perú hacia el luminoso porvenir que, al fin y cabo, nos propone su poesía bilingüe.
[Couyou octubre 2024]
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