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Clave Huambar. Fredy Roncalla



 Clave Huambar[1]

Por Fredy A Roncalla


 

Un misterio recorre el rico panorama de la literatura peruana: que Huambar Poetastro Acacautinaja de Juan José Flores no ocupe en el canon literario nacional su lugar –y hay que decirlo, según Zein Zorrilla,  en clave Huambar– como una de las mejores y más innovadoras novelas peruanas del siglo XX, junto a los Ríos profundos y El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María Arguedas[2].

Imataq chay? Awir willaykuwayku

Hay libros que van más allá de la página escrita y se convierten en símbolos de la cultura, llegando a ser personajes con vida propia, motivos y exploraciones que afloran en el momento y de modo inesperado. Comala, el Pachachaca, los zorros, la Nueva corónica, Macondo, el Quijote, el Ángel de Ocongate, son algunos compañeros de Huambar en esta geografía arquetípica.

Descubrí Huambar  por culpa de una alergia del poeta y cantor Hugo Carrillo. Habíamos presentado su Yaku unupa yuyaynin allá por el año 2009 y luego de hacer fotocopiar los dos tomos del libro Apurímac, me  los dio diciendo que las hojas  viejas no lo dejaban respirar. Publicados en Lima en julio 1989, estos dos volúmenes –que presentan a varios autores apurimeños como  respuesta al  centralismo literario – pasaron a ser parte del qipi de libros que suelo juntar cada vez que voy al Perú desde los extramuros del norte. Ambas copias estuvieron en los estantes sin perderse un buen tiempo; incluso sobrevivieron a  una mudanza.

Esto de no perderse no es un detalle cualquiera si de Huambar  se trata. Atuq hina riki chay Huambarqa mayninpi chinkapakuq. Luego que fuera expulsado de la escuela por leer un fragmento de esta novela, Hugo Carrillo perdió  su copia a manos de un maestro suyo, que de opa solo tenía la cara. Cuando tiempo después llegamos a conocer a don Edilfredo Flores Leyva, hijo del autor del libro,  nos dijo que al morir su padre, y mientras incendiaban la hacienda  Mozobamba,  había heredado un baúl que  pensó era de loza fina, pero resultó ser  una caja de libros. Vendió una parte de estos  a un mayorista, y la otra al menudeo. Hasta que unos curas, solidarios  acaso de Asnovil Yayala, le prohibieron hacerlo. Es posible que los pocos originales  del libro que aún se conocen hayan venido de esa caja.

Cuando por fin  revisé el primer tomo  de Apurímac, fascinado por “Latitudes de silencio” del doctor Hugo  Pesce, y tratando de  saber que tendría que ver la belleza de una muchacha de la hacienda Casinchihua con la andahuaylina “Cuna de Ricardo Palma”, escrita por el cura Salvador Herrera,  supe que el segundo tomo sería prometedor.  Este empieza con “Huambar” de Juan José  Flores. Una edición facsimilar que presenta una nota escueta sobre el autor y un prólogo nada halagador pero, por mucho tiempo, la única crítica  de la narrativa bilingüe,  chapu chapu,  que vamos a llamar clave Huambar, hecha por J. Héctor del Pino. Leer Huambar fue una fiesta en el flea market, una carcajada a mandíbula abierta justo cuando Willamsburg empezaba a ser el barrio hip de Brooklyn. Atuqchallay atuq you,  know what I mean.

Huambar poetastro acacau tinaja es una  novela breve escrita para ser leída por un público lector numeroso pero nunca  tomado en cuenta: el bilingüe quechua  castellano. Narra las aventuras de un Huambar, personaje que, según Hugo Carrillo, es alguien un poco tonto y físicamente torpe, descoordinado. En Huambar poetastro acaccautinaja la  trama es engañosamente simple: un joven  cuya ocupación es ser poeta y vago, le cuenta a Burdoloza Tuertone,  su compañero de copas, la historia de sus amoríos. Que asiste a una boda celebrada por el cura Asnovil Yayala al cual le roba  la amante,  Adelaida Pitorrez. Y que Asnovil persigue a Huambar y Adelaida  en breves episodios  absurdos  y risibles  por diferentes localidades del sur. Pero la trama esconde una novísima visión de la narrativa. Y es que si bien el relato es narrado en castellano estándar, no sucede lo mismo con los diálogos. En estos se recurre a la traducción literal, extrema, tensionada hasta los confines de los campos semánticos y la ambigüedad,  del quechua, para  lograr un efecto cómico, wiqsaykipas nanankama. Ya sea en  términos como: Ocobamba = mojado bamba; Ayacucho = difunto rincón;  Río Missisippi = río mata gato; Pachachaka = ropa puente; Apurimac + rico hablador; o en parlamentos más extensos que rompen la sintaxis y el sentido del castellano standar, aunque tienen ordenamientos simbólicos  y sintácticos coherentes en el original quechua. Por ejemplo:

Yo acababa de llegar de la hacienda “Quedavuelta” (Moyocc), en todo el “ricogeo” (apogeo) de mi juventud, y en mi casa encontré una novedad, un verdadero acontecimiento; mi presunto ahijado “Bernardo Basura” (Bernaco Copa), “en mujer saludarse había estado volando” (huarme rimacucuypi pahuarichcascca).

Mi alegría fue tan grande, “que nones su piesito no mas todavía me bailanee” (chuclla chaquimpillaracme tusurccorccani), porque  nunca  se come ni se bebe mejor que siendo padrino de matrimonio. (p. 14)

Mi antigualla Juliana “Pájaro de espantar” (Pisccohuayana), madre de mi hija Ramona, a quien hace muchos años que no la había visto, por la bulla que metí de paso por la plaza, donde ella “la coca estaba haciendo sentar” (cucata tiyachiscca), me había reconocido y me dio alcance cerca  a “Adrenado” (Accoscca), llevándome,  de obsequio, un porongo de chicha, un puñado de coca y “dos rabos de cigarro” (iskay chupa cigarruta) (p. 46)   

Si la intención inmediata de libros es burlarse de Daniel Aybar,  su enemigo,  con quien tenía  lio de tierras, pintándolo como  ignorante, lo no previsto es que  esta modalidad literaria pone en suspenso la traductibilidad entre lenguas aglutinante/indoeuropea,  el sistema literario peruano e  incluso la epistemología oficial: “sicología es la ciencia que se ocupa del estudio del ano, porque en quechua siqui significa ano”. A ello volveré adelante.

Intrigado, publiqué  en Hawansuyo algunas noticias y artículos sobre Huambar  y su autor.   Las versiones en torno a la vida de Juan José Flores son contradictorias;  pero  está claro que es  nieto de Juan José Flores, primer presidente del Ecuador, cuyo hijo se afincó en Lima y posteriormente en Parinacochas, donde nace el autor. Este se traslada  a Ocobamba,  donde se hace de la hacienda  Mozobamba y la enemistad de Daniel Aybar. En contra de este último se escribe la novela. Es gracias  a la biografía del autor que  Huambar poetastro acacautinaja pasa de ser una novela regional  poco conocida, a un fenómeno literario cibernético cada vez más creciente, rizomático aun.

A fines de 2012 recibí un e mail  de Juan José Flores, homónimo y nieto del autor, que vive en Argentina. Le habían contado acerca de unas publicaciones en torno a Huambar y su abuelo en Hawansuyo.  Y  quería  aclarar algunos detalles de la biografía del autor,  ya que no era cierto, por ejemplo,  que su abuelo hubiese nacido de la unión de Carlos Flores Jijón con una empleada de una hacienda parinacochana, como sostienen algunas versiones. Por otro lado,  también nos contó que el hijo del autor, don Edilfredo Flores Leiva, aún  vivía en san Martin de Porres. Compartió también las pocas imágenes que se conocen del autor. Fue así que conocimos,  inicialmente con Hugo Carrillo y Felipe Ruiz,  a Don Efilfredo Flores Leiva y a sus hijas Ginet e Ivonne Flores. Luego lo visitamos con Dante Gonzalez y Hugo Carrillo un par de veces más. La historia de don Edilfredo Flores, que frisa los  95 años, con lucidez  sorprendente, sería una capítulo más de la novela, pero vale  recalcar que  desde entonces ha hecho varias contribuciones enHawansuyo a la biografía y valoración de Huambar y últimamente, como uno de los internautas más ancianos del Facebook, publica adagios filosóficos religiosos de su pluma. No esta demás  decir que del baúl  de libros heredado por don Edilfredo no queda nada.

El 11 de abril de 2015,  en la  Escuela de Literatura de San Marcos hicimos un conversatorio sobre Huambar y tuvimos  la suerte de contar con  Víctor Flores Ccorahua, que en paz descanse, cuyo El discurso carnavalesco en Huambar poetastro acacautinaja[3] es el primer volumen dedicado al autor, usando el modelo carnavalesco Bajtiniano. Flores Ccorahua sostiene que el despliege carnavalesco  de Huambar   había  puesto en jaque todo el sistema literario peruano. Sugirió además  que el texto pudo haber sido escrito en diálogo entre J. J. Flores y otra persona más, como también  dijo Federico la Torre Ormaechea. Esto  ha sido  corroborado  en una conversación con don Edilfredo quien sostiene que quien dialogaba con Juan José Flores era su mayordomo Casiano Rúa, un hombre “analfabeto pero instruido”.  Entonces, el dialogismo del texto seguiría  el patrón de performance y autoría colectiva de  la oralidad quechua que deviene en  linealidad discursiva y autoral solo cuando se fija en la escritura, como sostiene Julio Noriega. Pero lo interesante es que en el texto el mayordomo Casiano Rúa es remplazado por Bordoloza Tuertone , a quien le cuenta su historia en  medio de sendos tragos.  Burdoloza Tuertone es el padre del conocido  cómico y abogado Tulio Loza cuyo “Camotillo el Tinterillo” y  película Allpa Kallpa son planteados acaso en clave  Huambar.  Por otro lado,  si el modelo del carnaval y el del trickster se puede aplicar al texto y al libro objeto, hay que señalar que aquel día quisimos grabar todas las intervenciones. Pero Huambar  siendo Huambar permitió que solo se grabara la mitad de cada intervención. Layqa machu.

Aquí es necesario hacer un pequeño paréntesis.  Lo primero que resalta es cómo este texto marginal se adelanta a la teoría de la carnavalidad  como  marginalidad festiva: Si Huambar  se publica en 1933,  la tesis  de Bajtin se termina en 1945, se publica en ruso en 1956 y en inglés  en 1968.  Para luego entrar en vigencia  en el Perú ya  por los 80 o tal vez un poco antes. Y con mayor fuerza en Huamanga, que salía de la guerra y  para recuperarse –a decir de Fermín Rivera– necesitaba la fiesta, la música y el carnaval. Huambar como función social. Como poética de la cultura afincada en el marxismo y la fiesta. Como curación y anti caos. Marginal y central en el sur andino. Adelantándose y rompiendo esquemas no solo a la teoría rusa sino también a las estéticas y marginalidades oficiales peruanas.

Más adelante intentaremos  explicar  cómo Huambar cuestiona  el modernismo periférico, el surrealismo, y la vanguardia literaria para asentar los cimientos  del actual neobarroco. También es necesario señalar que este texto  trasciende el indigenismo antes del indigenismo, como plantea Alfredo Villar en “HUÁMBAR: Poetastro Acacau Tinaja  (o de cómo el carnaval venció al indigenismo)”[4]. Lo cual es decir que  ninguno de esos  sistemas  integra lo que sería el arte poética del texto. En  todo caso, su relación con Huambar es de ausencia de diálogo, y desconocimiento total.  Hawa y no hawan. Acaso  porque  Huambar no encaja en  el perverso tapaojos del “otro”, piedra fundamental de la contra/hegemonía.

Si la propuesta de Alfredo Villar  no ha sido entendida del todo, una lectura interesante es la que hace Julio Noriega en  cuanto a la relación del zorro andino con Huambar y José María Arguedas. En “El zorro andino y sus simulaciones”[5], Julio encuentra relaciones  culturales entre las tres narrativas. Y además posibilita vislumbrar una dualidad entre Huambar  y el autor de Los ríos profundos.

Desde entonces me queda claro que si el indigenismo y la escritura arguediana ven al ande desde el lado trágico –exponiendo la violencia y el racismo que pesan sobre el poblador indígena y andino– el complemento  es la festividad de Huambar: yanantin hina. Los ríos profundos y Huambar.  Los zorros y Huambar. Ama waqaspalla y atuqchallay atuq.  Por ser parte de la cultura, este dialogo no tendría que ser solo teórico.

Es por eso que en Hawansuyo y en colaboración con Hugo Carrillo, Gloria Cáceres, Julio Noriega, Dante Gonzalez, Gonzalo Espino y Julio Chalco se propuso una página de creación colectiva llamada “Adelaida y doña Felipa en Wanupata”.  Las protagonistas de Los ríos profundos y Huambar encontrándose  y desencontrándose en la chichería de mayor densidad  simbólica  y creativa del Perú. Mientras calaba el desafío, esta página  recibió  contribuciones como la de Niel Agripino Palomino, que  narra el encuentro de Justina y JMA en hanaq pacha, la de Wamán Poma, que no se quiere quedar atrás y  llega con su imitación de los sermones  en quechua chapu chapu de los tayta  curas,   la de Fredy Roncalla que  escribe  un yanqa poema más abajo de Patibamba. Habían voces que reclamaban al Taytacha  Echegaray, pero luego de cantar Apu Yaya  en Estocolmo, andaba  en  Canchuhillca con una joven sueca,  cantando en quechua que la chicha es mejor que el wiski.  Pero en quien la propuesta caló fuerte fue  en Hugo Carrillo, que redactó un kaminakuy entre  Adelaida y doña Felipa, otro entre Yayala y doña Felipa,   además de  un diccionario de huambarismos[10]. La chichería  de Wanupata aún  tiene las puertas abiertas.

Mientras tanto, Huambar ha pasado a ser parte del libro Kwintu qhipi de Hugo Carrillo[6]como pequeña obra de teatro.  A su vez  los pobladores de Mozobamba actualmente celebran la creación de su nuevo distrito diciendo que ahí se escribió un famoso libro. Por su parte, Yrma Simmons –nieta de Juan José Flores por otra rama–  abre la página Huambar Project en Facebook[12], y   escribe a Hawansuyo desde Carolina  del Norte con varios detalles de la vida de su abuelo. Primero que tenía una casa en el Malecón Balta y que era un ser muy hospitalario y aficionado al rocambor. Acaso este dato explica el que no haya en su escritura huella de la diglosia entre el quechua y el castellano, idiomas  que dominaba a la perfección. Paradójico que esa horizontalidad radical,  no alterizante, fuera de la alienación de las jerarquías lingüísticas y literarias del Perú, hayan venido de un hacendado andahuaylino.

Pasado el tiempo, entre familiares y un pequeño grupo de entusiastas, Huambar  se ha convertido casi en un miembro más de la familia. De quien se habla en primera persona y se espera que aparezca en cualquier momento, para tomarse unas chelas o irse a Wanupata. Es así que en vista al cercano Congreso de Vanguardias y Beligerancias  de la Casa de la Literatura Peruana[7] con Dante Gonzalez,  cuya Pakarina Ediciones apuesta  por las literaturas en lenguas originarias, propusimos una lectura comentada de Huambar, que hasta ese entonces  era tan marginal que no lo consideraban ni ente las marginalidades oficiales.  Al final Huambar se metió por la ventana y nos dieron una sala donde se exhibían  varios números de la revista Amauta de José Carlos Mariátegui.  En la sala  principal, repleta de gente, se presentaban las memorias de Magda Portal.  Curioso que  tanto a Huambar  como a las vanguardias beligerantes les  tocó estar nuevamente juntos y distantes, como en  planetas diferentes.  Si, como dice Julio Noriega,  el estilo del libro demuestra que detrás del escritor habían muchas lecturas,  en el no hay  relación evidente con los motivos de la vanguardia y el indigenismo de su momento; todos marcados por la  queja y la  dominación política y lingüística. ¿Presagiaba esta novela el espacio postarguediano,  que ya se abre como tendencia en la narrativa andina reciente y en varios campos de las artes?

En todo caso, en esa lectura comentada, en la que participamos junto con Gloria Cáceres y  Hugo Carrillo, llegamos a unas breves conclusiones:

A: Que Huambar trascendió el modernismo popular, llevando su grandilocuencia rimbombante al humor. Como que en “Los primeros versos” escritos a su  enamorada logra a través  de la rima:

                                    Albina, divina,

                                    De prosa, hermosa,

                                    Castilla, villa,

                                    De ojos, hinojos,

                                    Tu onomástico, elástico,

                                    En este día, de alegría,

                                    Te hace invisible, sensible…. (p. 76)

para  lo cual usa recursos  del surrealismo, pero sin darse por enterado, como se ve en estos fragmentos de anti poesía con uso extremo de la asociación disonante:

 

Quisiera decirte a solas,

una cosita que pienso;

siento olor a incienso;

una vez tuve dos pistolas  (p. 77)

 

Mucho te quiero, te adoro

con mi corazón y mi alma;

ayer compre un lindo loro;

de la montaña viene la palma (p.79)

 

 

Tu eres tan bella, tan esbelta,

solo con un ángel comparable;

yo siempre duermo a pierna suelta;

sardina con pan es muy agradable (p.79)

adelantándose  al juego de palabras del actual neobarroco, que en el caso del Perú contaría en  sus orígenes con el caudal del Lunarejo y Huambar .  Como se ve en unos versos  escritos en un concurso de poesía en “Difuntorincón”  donde el referente se mueve de la asociación disonante y el sinsentido:

 

Tus labios de ebúrneo carmín,

conglomeran la hegemonía

de un búcaro taxativo jardín

en el pedestal de la sinfonía

 

Tu cosmopolita palabra

de hiperbólico aeroclavicordio,

en amalgama de abracadabra

enfoca mi prosaico exordio

 

Tu amor paradójico, heterogéneo,

mi amor idílico, homogéneo,

bifurcan en pueril idiosincrasia

en el diletante fragor de mi desgracia (p. 55-56)

 

 

Pero acaso lo más importante es el bilingüismo en Huambar . Es decir –a parte de dar la pauta a la actuales escrituras bilingües y trilingües– la forma en que  Juan José Flores usa la traducción radical del quechua al castellano para lograr un efecto cómico y burlarse de Daniel Aybar, su contrincante. Aquí vale detenerse un momento, ya que en el Perú es costumbre de muchos apoyarse en la lengua del conquistador para burlarse  del “mote” o los dejos de los bilingües incipientes quechua-castellano.  Pero muchas de las veces  aquel que se burla es doblemente ignorante tanto del español como del quechua.  En  Huambar hay dinámicas más profundas. El autor es un gran conocedor  de ambas lenguas y su intención no es corregir errores, sino acentuar las disonancias cognitivas de la traducción con algo que se podría llamar  “recurso Huambar”. Es decir,  trastocar por similitudes de sonido el significado de una lengua a su paso por otra. “Hispana: lugar de micción”,  “siquiatría: estudio del ano”, “Condori / Kundera” como en la poesía de Odi Gonzales. Algo que dicho sea de paso que es muy común en los que somos bilingües y pasamos del español al quechua para ponerle un poco de humor a las cosas, hacerlas manejables, o quitarles seriedad.  Y no esta demás señalar que Huambar precede la forma en que Luis Felipe Ángel Sofocleto,  trastoca el interior de la palabra para lograr efectos cómicos “Inestable: mesa de Inés en ingles”. Uno marginal en la ciudad letrada y otro de Mozobamba a Lima, runasimi qepichayoq. Clave  Huambar.

La clave Huambar puede también ser vista como  cuestionadora de la epistemología oficial, como se ve en la sección divagaciones  filosóficas, donde el lector se da cuenta de lo chistosas que  son las categorías  cognitivas tenidas  por occidente como la madre  de los tomates, como se ve en la sección divagaciones:

La mitología se refiere al estudio científico del modo de preparar el barro para hacer adobes, que en quechua se llama “mito”…

La psiquiatría es una ciencia que trata del ano, que en quechua se llama “siqui”…

La coreografía trata de la ciencia de hacer el coreo, o sacar las hierbas de las sementeras, que en quechua se llama “ccoreo”…

La meteorología es ciencia que trata del sujeto que mete oro a su talega y no lo saca ni siquiera para comprar sardinas”…

La frenología  es ciencia que se ocupa del freno, jáquima, bozadillo,  cabrestro y tapaojo… (p. 67-68)

Además,  desde los mismos espacios del humor, el lenguaje Huambar, el quechua español chapu chapu tiene –como sostiene Gloria Cáceres–  la capacidad de responder y cuestionar, burlarse incluso de las incoherencias de la norma “culta” como se ve en la carta repuesta de Adelaida a una misiva  celosa  de Huambar :

 

                                    Osté recuerdas siquiera los pañales

                                    de to heja? Para celosarme, eso sé,

                                    raro animal entre los anemales,

                                    con tu cara de  Chimpancé.

 

                                    Si me dejas, qué me emporta,

                                    cuchillo que no me corta,

                                    navaja que no dentra,

                                    de to laya harto se encuentra.

 

                                    Oye Sardaniel pretinciso,

                                    “mojadobambino” poyeta,

                                    osté eres letirado por ocioso,

                                    osté no vales una peseta.

                                    Enamorao, calzón cayendo,

                                    chiflaneado versista,

                                    mejor estarías de arpista,

                                    así serías más quieredo.  (p. 63)

 

Maytaq chay canon literario niwasqayki

Aparte de la risa, y de haber recorrido como atuq on the road  el sur peruano  escapando de Asnovil Yayala, lo que aporta Huambar en la actualidad post postmoderna  y postarguediana de los andes es afirmar y ejercer los derechos lingüísticos y literarios de  gran cantidad de creadores y lectores bilingües que no necesariamente deben o quieren hacer al tránsito a las normas cultas o prestigiadas de la escritura y el habla, así estas sean parte de las marginalidades oficiales. Lo curioso es que frente a la negativa e incapacidad de la academia oficial en  valorar y reconocer a Huambar , las exploraciones multilingües de varios  creadores  quechuas recientes, tienen en Huambar y Wamán Poma sus qollanas.

Awir panpaman kachaykuy chilin chalan ninqachu

Esta producción reclama otro tipo de estética y epistemología del sur a medida que va afirmando sus dinámicas validadoras. El atoq es más bien sallqa, purun, acacau tinaja, así esté clamando a los santos:

 

Beato Nicolás de Longobardo,

líbrame, me descuartizan,  si tardo.

San Andrés de Monte Híspelo,

esta carnicería me eriza un pelo.

 

                                    Santos Pajerio, Eleuterio y Evagiro

Esto es de mi vida lo más agrio.  (p.101)

 

Y  despidiéndose:

 

Ya la ropa también está alumbrando,

 (ñam pachapas achiyachcanña)

                                    ya el “pichiu también pichiu está diciendo,

                                    (ñam pichiupas pichiuyachkanña)

                                    ¡Ay! mi corazón, prenda querida,

                                    (¡ay! Chuncullay, prenda querida,)

                                     que diciendo te dejanearé.

 (Ima nisparracc saccerparisccayque.) (p. 112)

 

Wayno cuya  traducción  Huambar opta por “pacha” como ropa, cuando el tayta José María Arguedas hubiese elegido  “mundo”,  llevándonos  por un lado a seguir  pensando en los problemas de traducción de lenguas aglutinantes a lenguas indoeuropeos; y por otro a un pequeño corpus literario quechua que no está pensado en el español. Lo cual es decir que, más allá de su traducción, tomados por su cuenta, los parlamentos quechuas de Huambar son cultural y lingüísticamente coherentes y tal vez el único corpus de la norma regional apurimeña de inicios del siglo XX.

Pero el legado más  importante de Huambar a la actual efervescencia de  las poéticas indígenas y mestizas es que  ya es tiempo de crear y escribir más allá de la hegemonía,  la alteridad,  el folklorismo, la victimización y la traducción cultural. Explorando nuevas formas y recursos expresivos, como lo hicieron en su momento  Juan José Flores y Huambar  haciéndonos  ver con más claridad las ricas vetas artísticas y expresivas del contacto  horizontal entre el quechua y el castellano.

Razón por la cual  se  ofrece al querido lector,  tal como fue publicada en 1933,    esta edición de Huambar Poetastro Acacautinaja, obra maestra de  Juan José Flores,  poeta astro, como sostiene Armando Arteaga.

Nanuet, Nueva York, 25 de Septiembre, 20

 



[1]Este articulo acompaña la reedición  facsimilar de Huambar hecha por Pakarina Ediciones en 2019.

 

[2] Agradezco a Julio Chalco,  Dante Gonzalez, Julio Noriega, Gloria Cáceres, Zein Zorrilla y José Carlos Olazábal por la lectura y conversaciones en torno a este  texto. Y a Julio Chalco y Nilo Tomaylla Bernal por la corrección de estilo.

 

 

[3]Víctor Flores Ccorahua. El discurso carnavalesco en Huambar poetastro acacautinaja. Editorial San Marcos. Lima, 2009

 

[6]Ugo Carrillo. Kwintu qhipi. Naokim Ediciones, Huancayo 2017.

 

[7]Vanguardias y beligerancias. Visiones literarias en el mundo moderno. Casa de la Literatura Peruana. 20 de agosto, 2017.

 

 

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