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Yachaq, qillqaq Feliciano Padilla, Kawsachun. Alison Krogel


“Yuyaq wata
ñuqawan kuska
machuyanki
ñuqawan kuska
ña muchunkiña;
ripullayña,
tutayasunkimantaq […]”
“Año anciano,
envejecemos
al ritmo agitado
del tiempo inexorable,
junto reímos y sufrimos,
ya puedes irte
cuidado que la noche te atrape […]”
— del poema “Musuq Wata”, Feliciano Padilla Chalco (traducción al castellano de José Luis Velásquez Garambel)



Cada día de este musuq wata, a las nueve de la mañana en punto, la aplicación de recordatorios de mi computadora me ha avisado lo mismo: “Escribirle al qillqaq Feliciano”. Tenía pendiente durante las últimas semanas ponerme en contacto con el yachaq Feliciano con la esperanza de que se animara a participar en el proyecto Musuq Illa digital con la publicación y grabación en audio de algunos poemas de su libro Pakasqa takiyniykuna: mis cantos ocultos, publicado en el año 2009. Incluso tenía a la mano una lista de algunos de los poemas que más me impresionan de esta colección, las que más me entusiasmaba incluir en la página de Musuq Illa: “Tata walsiru”, “Kuntur”, “Titiqaqa”. Ahora la admonición constante que me repetía mi abuelita sueca cuando era niña (y algo desordenada en mis tareas domésticas y escolares) me resuena: “No hay que dejar hasta mañana lo que puedes hacer hoy mismo.”
Pasé muchos días en diciembre del 2021 enfocada en la lectura y re-lectura de Pakasqa takiyniykuna, ya que había quedado en entregar un ensayo sobre este poemario memorable para inclusión en un libro que se está preparando sobre su la trayectoria de la obra literaria del maestro Feliciano. Al contemplar esta colección de takikuna con atención, descubrí que los crescendos y ágiles cambios de tono a lo largo de Pakasqa takiyniykuna revelan una energía latente que busca motivar cambios sociales sostenibles y de gran alcance. (Y claro está, si bien "pakasqa" indica algo oculto, escondido o encubierto, también puede sugerir lo latente). La energía intensa de los versos que describen la devoción hacia la mujer amada en los primeros poemas de la colección, luego viene a nutrir estrofas que denuncian la falta de seguridad alimenticia en las comunidades del altiplano, “la inmundicia del Congreso” y el peligro de las mentiras sembradas por las compañías (extranjeras) extractivistas. De esta manera entonces, la voz poética extiende su meditación más allá de los temas íntimos y exige justicia, amor y protección mucho más allá de los espacios personales o privados. Es un poemario conmovedor que nos recuerda de la importancia de apreciar la belleza que nos ofrece esta vida y al mismo tiempo, no dejar de criticar (y denunciar) los abusos económicos, políticos y de los derechos humanos.
Espero que el yachaq Feliciano haya llegado a una pacha hermosa en donde pueda platicar y cantar con el Tata Walsiru de sus versos —qué lo reciban con abrazos, con alegría, con qantutas y con una ch’uspa llena de estrellas, para que pueda andar colgándolas de las totoras:
“iskay chunka qantutakunata [… ] //
iskay chunka ch’askakunata
sasawan hap’imuspa
ch’uspaypi apirmuyki.”
—“Tata Walsiru”, Feliciano Padilla Chalco (2009: 23).

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