Manuel Cuipa, que es un lector cuidadoso de trabajos en ciencias sociales, filosofía y lingüística, hechos en función de comprendernos mejor del pasado al futuro, comparte su explicativa reseña del trabajo pionero Gary Parker en cuanto a la historia y clasificación del Quechua. Gracias Manuel
“Trabajos de lingüística histórica quechua” de Gary J. Parker (2013, 269 pp.)
Texto editado por Rodolfo Cerrón-Palomino (PUCP), reúne siete trabajos del ilustre lingüista (quechuista) norteamericano, realizados en los años 1960 a 1975. A continuación, de manera esquemática, exponemos sus premisas más importantes:
1. Reconstrucción. Consistió en un nuevo enfoque de conocimiento (genealógico) histórico del quechua. A partir de su trabajo tendrían mayor o igual relevancia los dialectos antes relegados (quechua central, chanca, del Ecuador, Bolivia o Argentina), frente a la tan predominante variedad cusqueña. Entre los que sostiene, el mismísimo texto de Gramática y Diccionario de la "lengua general" del Imperio incaico de Santo Tomás (1560) no procederían de la rama cusqueña como se creía, sino del registro quechua costeño. En esta apreciación, Parker (Trabajo I, 1963) coinciden con los de Porras Barrenechea (prólogo a "Lexicón", 1951) y Alfredo Torero (Anales Científicos de la Universidad Agraria, 1964). Asimismo, el tan referente "Vocabulario" de González Holguín (1608) no es del dialecto quechua imperial Cusco, sino del quechua colonial cusqueño. Son algunas coincidencias y otros estudios esclarecedores de Parker sobre la etnohistoria andina, que rompen con las "verdades" populares y esbozos tradicionales de entonces (Tschudi, Riva Agüero, Markham, Middendorf).
2. Clasificación. El quechua —según el autor— se componen en dos grandes familias o grupos, diversificadas cada una con sus respectivas ramas dialectales: el Quechua A (QA) y el Quechua B (QB). Su clasificación es estrictamente lingüística y, en cierta medida, geográfica. El Quechua A sería espacialmente la más difundida y relativamente homogénea. A diferencia del QB, geográficamente menos disperso y dialectalmente más fragmentado. Asimismo, la clasificación quechua de Alfredo Torero con el de Gary Parker tienen algo de similar equivalencias: QA (Parker) = Quechua I (Torero) y QB (Parker) = Quechua II (Torero).
3. Quechua A. Por su origen, innovación y evolución de sus "dialectos" o "ramas" abarcaría en el Perú a Cusco, Puno, Ayacucho, Apurímac, Huancavelica, Arequipa, Moquegua, Cajamarca, Amazonas, San Martín, Ucayali, Ferreñafe (Lambayeque) y Lima (Pacaraos y Laraos); en Argentina a Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca y Jujuy; en Bolivia a Cochabamba, Potosí, Oruro, La Paz; en Colombia a Putumayo; en Ecuador a Cuenca, Saraguro, Azuay, Loja, Imbabura, Pichincha, Tena, Riobamba, ríos Napo, Tigre y Pastaza; en Chile (San Pedro de Atacama). Así de extenso sudamericano e influyente es la rama QA.
4. Quechua B. En su innovación y evolución tiene carácter concentrado en la costa y andes centrales del Perú, pero el más diverso. Parker para su estudio del QB utiliza el método "isolecto" y "lecto" (a diferencia de términos dialecto o rama). Sus influencias y variedades abarcan en Áncash (a Corongo, Sihuas, Huailas, Pomabamba, Caraz, Yungay, Llamallín, Carhuaz, Huari, Recuay, Aija y Chiquián); en Huánuco (a Arancay, Llata, La Unión y Ambo), Pasco (a Cerro de Pasco, Yanahuanca y Paucartambo), Junín (Tarma, Jauja y Huancayo) y en Lima (a Yauyos, Cajatambo y Picoy). Si bien el QB está entre las regiones (centrales) contiguas, pero de mayor fragmentación dialectal respecto del QA.
5. Similitudes. En la apreciación de Cerrón - Palomino hay coincidencias medulares en el trabajo de Gary Parker con el de Alfredo Torero. Así, en los años 1963 y 1964 contábamos en el Perú con dos grandes propuestas sobre la clasificación, zonificación y evolución de la familia lingüística quechua. Aunque, de Torero serían “bastante elaboradas y relativamente completos”; el de Parker serían de carácter “preliminar y en permanente proceso” de revisión (antes que documentos oleados y sacramentados). Parker hizo rectificaciones posteriores, además con fuentes recogidas de su colega Alfredo Torero y otros. Es así que estudió cerca de 600 proto-lexemas quechuas de “naturaleza explicativa y probatoria explícitas”. Esto es el mayor aporte de Parker con sus respectivos análisis comparativos (sincrónico y diacrónico): esto es la virtud y el contenido más denso del presente texto.
6. Tesis. A) En el QA la fuente de la aspiración y glotolización son de influencia y préstamos aymaras (coincide con Benigno Ferrario). B) El QB sería la más conservadora y, por ende, posible lugar de origen del quechua (coincide con Torero y Cerrón–Palomino). C) El único dialecto quechua moderno que desciende del cusqueño moderno es el quechua boliviano. D) Cuando los incas llegaron al centro, norte del Perú y al Ecuador, el quechua ya era hablado en mayoría de esas áreas; asimismo, habían otros idiomas como el culli, sec, yunga (mochica) y por supuesto el aimara, jacaru y cauqui. E) La teoría más completa y detallada acerca de la etnohistoria andina desde el punto de vista lingüístico y fuente autorizada es de Torero, recomienda. F) Hay riesgos en el uso del quechua, según el censo comparado de 1941 y 1961: entre los hablantes indígenas del Perú, el porcentaje de monolingües disminuyó del 35% al 19,6%, los bilingües subieron del 16, 6% al 19,1% y los monolingües castellanos ascendieron del 46,7% a 60%. Son algunas tesis, retos y desafíos que Parker nos expone.
7. Bibliografía. Aquí algunas fuentes que Gary Parker utilizó: Ricardo Nardi y Domingo Bravo (caso argentino), Yolanda Lastra, Louisa Stark, José David Berríos, Jorge Urioste & Joaquín Herrero (caso boliviano), Julio Paris, Ellen Ross y Luis Cordero (caso ecuatoriano), Jean Caudmont (caso colombiano, quechua de Putumayo), Louisa Stark (quechua chileno de San Pedro de Atacama); por supuesto, en el Perú las referencias a Alfredo Torero, Alberto Escobar, Rodolfo Cerrón-Palomino... Asimismo, a Willem Adelaar (caso Pacaraos), Gerald Taylor (caso Yauyos, Chachapoyas...), Augusto Escribens (caso Ferreñafe); Honorio Mossi, Antonio Cusihuamán, Jorge Lira y Julio Calvo Pérez (caso cusqueños), Martha Hardman (caso jacaru); desde luego, todas las demás fuentes del quechua coloniales.
8. Finalmente, una apreciación a un asunto interesante que el editor (Rodolfo Cerrón Palomino) manifesta en la introducción del libro: desde los años noventa habría surgido una "corriente de revisionismo dramático" y de las "más drásticas" respecto a los trabajos centrales de Parker y Torero con repercusiones en la etnohistoria andina. Y entre los textos "revisionistas" estarían los de Peter Landerman (1991), Paul Heggarty (2005), Heggarty & Beresford-Jones (2010), César Itier (2011) y Willem Adelaar (2012). Sin embargo, nosotros (quechuas) no creemos que sean dramáticas ninguna re-lectura nuevas del quechua, si más aún, cuando las consecuencias últimas de las revisiones son la búsqueda de la verdad y re-vitalización de la lengua y cultura andinas. Chaypaqmi aswanqa unanchakusun, llapan amawtakunawan, Parker-wampas, piwampas.
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