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Un camélido y una canción de amor y desesperación. Bruce Mannheim

 En el Marco de un homenaje al Dr, Jorge Flores Ochoa, Bruce Mannheim comparte uno de sus varios análisis en torno a Huaricza arawi, que es tanto una ilustración de Guaman Poma de un inca cantando con una pura llama, como las dos paginas descriptivas que le acompañan en la Nueva corónica. Si el primer párrafo de esta valioso articulo, conde Bruce da elementos de la narrativa del carnaval y se adentra en sus reiterados análisis de los versos ascoplados de la poesía quechua, sugiere una continuidad entre las practicas sociales incaicas y las de comunidades patronales actuales, ello también se da, como veremos en una próxima entrega, en la misma ciudad de Lima,  donde una llama que vive  en la ultima charca de El Agustino, tiene una comunicación especial con el musico y arreglista Rubén Pomasoncco, que suele tocar en bandas que animan eventos en la sierra de Lima, especialmente Huaorchirí.






Un camélido y una canción de  amor y desesperación 

 

Bruce Mannheim 

Depto. de Antropología 

Universidad de Michigan[i]

La vida de nuestro muy recordado colega Jorge Flores Ochoa estuvo consagrada a  tres temas: el estudio de la crianza de camélidos en la zona alto-andina en todos sus  aspectos, de la cual fue el experto mayor a nivel mundial; la cultura y la sociedad cuz queñas, tanto rural como urbana, cruzando fronteras de clase y etnia —y prestando  su visión aguda a la crítica de los lemas intocables de la política regional; y la historia  regional, con intervenciones muy puntuales. Este artículo pretende revisar su apoyo  como mentor por medio de la discusión de un texto ya conocido y comentado de  principios del siglo XVII, que reúne los tres temas en que el Inka cantaba a una llama  roja-marrón (puka llama) en la plaza principal del Cusco, la Warikza arawi de Felipe  Guaman Poma de Ayala, que se incluía en sus descripciones de festivales Inkaicos. Mi  estudio reúne un análisis formal (muyformal, puedo decir) de la estructura del texto  mismo —tanto en quechua como en castellano— para demostrar que un análisis  que atiende a los detalles del texto mismo puede abrirnos paso a comprender dicho  texto en términos etnográficos y permitirnos plantear preguntas novedosas que, al final, nos muestren una continuidad entre las prácticas sociales inkaicas y las de las  comunidades pastoriles de hoy en día. 

 

Al hacerlo parto del ejercicio común de usar las fuentes coloniales para ilustrar  prácticas contemporáneas. Lo habitual es usar las fuentes sudamericanas de los siglos  XVI y XVII como denotacionales, es decir, extraer unos datos sueltos que ilustren  temas más amplios, ya sean coloniales o pre-coloniales. Dentro de esta visión, la historiografía de las fuentes primarias es mayormente externa: buscar las relaciones que  tiene una fuente con otras de la misma época, identificar la posición social y política  del autor dentro del mundo colonial y trazar las líneas de influencia de un escritor a  otro. La historiografía de la primera Nueva crónica y buen gobierno de Guaman Poma  se ha transformado dos veces en los últimos treinta y cinco años. La primera vez fue  a través de una historiografía compleja y profundamente matizada que se basó en  todas estas dimensiones, comenzando con la tesis doctoral (2000 [1986]) de 1974 de  Rolena Adorno que —a través de trabajos de otros y de ella misma (2002)— identi ficaron la trayectoria social del cronista mismo y de los contextos de producción de la  Nueva crónica. La segunda vez fue por la ubicación y publicación de los dos manuscritos de la crónica de Martín de Murúa, anteriores a la de Guaman Poma (Adorno  y Boserup, 2008; Murúa, 2004 [1596]; id. 2008 [1616]; Ossio, 1997; id. 2001),  que proporcionan una genealogía de la estructura, ilustraciones y parte del texto de  la Nueva crónica, incorporándola a una tradición y, por tanto, mostrándonos que no  era el texto singular, huérfano, que parecía haber sido para la generación anterior  (Condarco Morales, 1967: 302-305). 

En este artículo asumo un ángulo distinto en la historiografía colonial, centrándome en tres aspectos lingüísticos internos de la Nueva corónica: (1) la especificidad;  (2) el formato de producción; y (3) el género mismo del texto como relato. Lo hago  explorando la textualidad de una sola página de la Nueva corónica: la descripción de  Guaman Poma de un ritual que se realizaba cada otoño en el Cuzco Incaico, acompa ñada por una ilustración de su propia mano (NC, [370-371]). Los rubros para la ac tuación que se llevaba a cabo en la plaza principal de Cuzco fueron Inka Raymi o «La fiesta de los Inkas» y Warikza arawi. En este artículo, abordo el último (ver fig. 1).

 



Fig. 1. NC, [320]. «Varicza aravi del Inga.» GKS 2232 4o (Biblioteca Real, Copenhague). 

La «especificidad» es una propiedad semántica de las frases nominales, en la  que son interpretadas por interlocutores, o (en este caso) por lectores, como una re ferencia a una instancia particular de la entidad designada por la frase nominal (Ver  Carlson y Pelletier, 1995; Gelman, 2004 y 2021; Leslie, 2008; Prasada, 2000). Lo  contrario de «específico» es «genérico». Las expresiones «genéricas» no se refieren a  una instancia particular del designatum, sino al designatum en general, a menudo el  concepto general que se usa contextualmente para calcular el designatum específico.  La descripción de Guaman Poma del Warikza arawi no es una descripción de un  evento en particular, sino una narrativa genérica —y por tanto normativa— de los  componentes esenciales del ritual. 

La descripción corresponde a una instancia de un género narrativo en particular,  que llamaré «narrativa de festival». Las narrativas de festival —que existen hoy en  lenguas andinas— son polípticos, guían al oyente (o, en este caso, al lector) a través  de una serie de interpretaciones de canciones que conforman el núcleo performativo  del evento. Estas definen una secuencia ritual de textos cantados enclavados, que  llevan al oyente a través del formato de producción que se define como un ritual de un tipo particular. El «Festival del Inka» de Guaman Poma, entonces, constituye un políptico genérico. 

La especificidad 

Se hace una distinción entre enunciados específicos y genéricos en todos los idiomas  del mundo, aunque es una distinción, a la vez, sutil y difícil. Considérese las siguien tes oraciones en castellano, basadas en Gelman (2004): 

1. Este perro estuvo en un accidente. (Tiene tres patas). 

2. No quiero bañarme. (con «yo» sobreentendido). 

3. ¡Es delicioso! el pan. 

4. Los perros tienen cuatro piernas. 

5. ¡Los Adams no tienen que bañarse! 

6. El pan es la clave de la vida. 

En las oraciones (1)-(3), los sustantivos en cursiva se refieren a un perro específi co, al hablante y a un pan específico, respectivamente; por lo tanto, estos sustantivos  son específicos. En las oraciones (4)-(6), se refieren a la categoría general de perros,  Adams y pan; estos sustantivos son genéricos. No existe un marcador gramatical  único que identifique un sustantivo como genérico o específico. Más bien, la especifi cidad es un efecto que se produce por varios criterios que se cruzan, en castellano por  la presencia de un artículo, número, etc. Existen distinciones similares en quechua,  aunque debido a diferencias estructurales entre los dos idiomas, los criterios para  identificarlos son diferentes entre sí (Ver Mannheim, Gelman et al., 2011; Mannheim y Gelman, 2013). La distinción entre enunciados genéricos y específicos no  requiere un registro escolarizado del lenguaje; por el contrario, los niños pre-escolares  muy pequeños lo hacen de forma rutinaria en el habla ordinaria (Gelman, 2004; Mannheim, Gelman et al., 2011). Los genéricos son abstractos, apuntan a tipos  semánticos en lugar de individuos semánticos, apuntan a propiedades centrales de la  categoría que se describe y son duraderos (no transitorios), atemporales (no vincu lados al contexto) e inherentes (no accidentales) (Carlson y Pelletier, 1995; Prasada,  2000; Gelman, 2004, 2021; Mannheim, 2021). No son simples generalizaciones de  la experiencia. Más bien, son normativos, ya sea apuntando a características defini torias del concepto o regulando el significado del concepto. Así, «los pájaros ponen  huevos» es una expresión genérica apropiada; «Las aves son hembras» no lo es, aun que la última frase identifica exactamente la misma proporción de la población de aves. La Warikza arawi de Guaman Poma no es una descripción simple de una clase  de rituales, sino una definición normativa. Cummins (1997) proporciona evidencia  convergente a partir de los dibujos de Guaman Poma, que, en su mayor parte, son  genéricos. 

Formato de Producción 

Hablar es siempre un comportamiento complejo. El hablante y los otros participan tes en el evento del habla se mueven entre múltiples roles sociales, incluso cuando  —como es el caso de la Nueva crónica— el evento, el texto, tiene un solo autor y  (generalmente) un solo lector. La configuración de los roles sociales constituye el  formato de producción del enunciado; el formato de producción cambia de un mo mento al otro en el curso de un evento de habla (Goffman, 1976, 1979; Irvine 1996;  para una aplicación del marco de Goffman a la narrativa andina, véase Mannheim y  van Vleet, 1998). Las cosas se vuelven aún más complejas cuando un enunciado se  inserta en otro, por ejemplo, al citar las palabras de otro participante, o un partici pante co-presente en el acto de habla o ausente. En tales situaciones, un formato de  producción puede integrarse a otro; los mismos participantes físicos potencialmente  desempeñan roles participativos distintos en cada nivel. El significado de un enun ciado es una propiedad emergente de todo el conjunto de formatos de producción  y sus respectivas configuraciones de roles (ver Hanks, 1996). Los roles asumidos por  los participantes en una interacción, las alineaciones entre ellos y la capa de laminación que se pone en primer plano cambian continuamente durante el curso de la  interacción. Estos cambios son manejados por mecanismos propios del habla, como  la alineación física, la mirada, el tempo, la sincronía rítmica, etc., pero es importante  observar que no hay una razón de principio para restringir el aparato analítico de Go ffman a la interacción cara a cara. El mismo efecto se puede observar en la escritura,  que de manera similar está organizada en una jerarquía de marcos de participación  de capas complejas. Al nivel más superficial, al escritor es el «animador» —el que da  voz al texto—, pero al cruzar niveles (o capas) asume roles de participación distintos  dentro de marcos distintos y, a la inversa, el lector se transporta entre los marcos, a  veces alineándose con el escritor y, a veces, distanciándose, tanto en términos sociales  como temporales. 

He aquí un ejemplo, del manuscrito Getty de Martín de Murúa (2008 [1616]:  lib. II, cap. xv). Las letras mayúsculas entre corchetes indican puntos del análisis que  sigue:

 

[A] Pues que hemos tratado en el capítulo precedente de la usanza y costumbre del Ynga  en la sucesión de sus reinos, y tocado algo de las mujeres cuyos hijos sucedían, antepues tos a otros, nos era fuera de propósito tratar en este capítulo de la majestad y pompa que  las Coyas tenían y cómo el Ynga contraía matrimonio con ellas. 

[B] El orden que guardaba era que el Ynga, de todas las hermanas legítimas que tenía,  escogía la más hermosa, grave y que andaba mejor, señales que representarían la digni dad de Reina y Coya con más majestad y señorío, o la que más le agradaba de todas ellas.  Esta, ante todas cosas, la pedía a su madre por mujer legítima y habiéndoselo concedido  la madre, porque para ello le hacía grandes ofrecimientos, dádivas y presentes, [C] como  vimos en el casamiento de Guáscar Ynga con su hermana Chuqui Huipa, iba el Ynga  acompañado de sus hermanos, parientes y orejones, y de los más principales, a la Casa  del Sol, que decían ellos era el padre de la novia, donde estaba el sacerdote principal  del Sol; y los demás y el Ynga hacían innumerables sacrificios, con toda la solemnidad  posible. Él, y los que iban con él, y hablaba con el Sol, diciéndole y rogándole tuviese  por bien de concederle por su mujer legítima a su hija, que él la respetaría y honraría serviría como a tal. 

Lo sorprendente de este pasaje es la simplicidad de la laminación. En el primer  párrafo [A], Murúa establece continuidad con la parte de la narrativa que precede  inmediatamente al pasaje que cité, asumiendo los cuatro roles de producción —au tor, animador, principal y personaje— simultáneamente, y ratificando al lector como  destinatario. Con ese marco establecido, [B] Murúa se convierte en autor y anima dor —la persona que escribe las palabras y la caja de voz— pero abandona los roles  de principal y personaje, ambos asumidos por la persona del Inka. El cambio está  señalado en parte por un cambio de lo pretérito a lo imperfecto, y de expresiones es pecíficas a características (aunque en [A] Murúa ya incorpora la voz que caracteriza a  la suya). Los enunciados característicos, como los sustantivos genéricos, no describen  eventos específicos; más bien describen clases genéricas de eventos, eventos que efec tivamente se eliminan del tiempo. En el marco caracterizador, Murúa establece otro  marco [C] en el que describe los primeros pasos de la boda de Guáscar. Nótese que,  aunque está describiendo un conjunto particular de eventos que deben haber tenido  lugar en un momento particular en el tiempo, continúa su descripción utilizando  enunciados caracterizantes, es decir, genéricos. 

En Murúa, hay tres marcos de participación concurrentes: un marco externo  que alinea al lector (como destinatario ratificado) con el autor (como autor simultá neo, animador, principal y personaje, aquí [A]); un marco característico en el que el autor / animador (que mantiene la alineación con el lector) se distingue del principal  y personaje [B]; y un tercer marco establecido dentro del segundo, en el que el autor  / animador se distingue del principal, que a su vez se distingue de los personajes [C].  El tercer marco proporciona ejemplos específicos. Lo curioso, sin embargo, es que,  aun así, también se usa enunciados caracterizantes, lo que significa que incluso los  eventos específicos se eliminan del flujo del tiempo histórico. Aun cuando Murúa  describe hechos ocurridos en el Perú colonial, cuando da ejemplos o comenta sobre  una «curiosidad» lo hace dentro de un marco caracterizante, usando el aspecto verbal  imperfecto. Además, la relación entre los marcos de participación absuelve a Murúa  de la responsabilidad sobre la veracidad de los enunciados caracterizantes. El efecto  general, entonces, es el de un acto de narración temporal y socialmente limitado que  rodea una narrativa ilimitada temporalmente, una encapsulación continua de lo que  es prehispánico o indígena. 

La descripción de Guaman Poma de la Warikza arawi es igualmente compleja  en su estratificación. Guaman Poma sigue la misma estrategia discursiva de encap sular enunciados caracterizantes (genéricos) dentro de marcos específicos. Cambia la  perspectiva de su propio punto de vista como narrador a los puntos de vista de los  diferentes participantes en el ritual, enfocándose en la relación entre el Inka y una  llama roja-marrón. Guaman Poma no solo describe la relación, sino que la ejemplifi ca. La incrusta en la narrativa expresando directamente a ambos: son los animadores  de los marcos de producción que están encapsulados dentro del marco narrativo más  amplio, el de Guaman Poma mismo como animador. 

La «Fiesta del Inka» y la Warikza arawi 

A mediados de la década de 1980 publiqué un artículo sobre la descripción que  Guaman Poma (NC, [321], ver Fig. 2) hace de un rito que ocurre cada otoño en  el Cusco incaico, llamado por Guaman Poma Inga raymi, «La fiesta de los Ingas» y  Warikza arawi. La descripción comprende dos páginas completas, con referencias  en otras partes de la Nueva corónica (Mannheim, 1986). El presente análisis difiere  marcadamente del anterior, pero conserva una parte esencial del análisis anterior: que la descripción de Guaman Poma —parcialmente en español, parcialmente en quechua— es una narrativa única y unificada, estructurada por una laminación compleja  de marcos de participación.

 


Fig. 2. NC, [321]. «Uaricza araui.» GKS 2232 4o (Biblioteca Real, Copenhague). 

El marco de participación que forma la capa exterior lo establecen los encabe zados y pies de página, que conforman vínculos interdiscursivos con otras partes de  la Nueva crónica (en particular, con el conjunto de descripciones de festivales dentro  del cual estas páginas están insertadas localmente y con dos descripciones adicionales  de la misma ocasión ritual). Los encabezados están en letras más grandes. Los pies  de página, en la parte inferior derecha, imitan las convenciones de los impresores del  siglo XVII y establecen la continuidad local al señalar la primera palabra del enca bezado de la página siguiente. Aquí Guaman Poma habita los roles de autor y animador, aunque no de principal ni de personaje, pues estos últimos se establecen en  otros marcos de participación en otros lugares de la Nueva crónica. Esto también es  evidente en las letras grandes directamente encima del dibujo en la página [320]. Los  personajes representados en el dibujo son personajes de este marco de participación. 

El dibujo genera un nuevo marco de participación dentro del cual han sido  establecidas las grandes letras y los pies de página. Aunque animador del dibujo, Guaman Poma ya no es el autor de las acciones que contiene el nuevo marco. La  llama roja-marrón y el Inka son los protagonistas —y alternativamente los autores y  destinatarios— pero no los personajes del marco interior. El lector también cambia  su rol de participación, desde el destinatario del marco de participación más externo  a un espectador en el marco interno. 

FIESTA DE LOS INGAS 

Warikza arawi del Inga. canta con su puka llama 

En la página siguiente [321] (Fig. 2) se restableció el marco de participación más  externo con una versión abreviada de los encabezados de la página con el dibujo,  ratificando al lector como destinatario. Guaman Poma mantiene este encuadre a  medida que avanza hacia una descripción del ritual, resumiendo su propio dibujo en  la página anterior: 

FIESTA DE LOS INGAS 

Warikza arawi del Inga. canta con su puka llama 

El texto de Guaman Poma incluye trozos en quechua intercalados en una narrativa  en castellano. Mi razonamiento es que forman una unidad narrativa, con vínculos  estrechos entre los distintos trozos quechuas. Presento el quechua de forma alineada,  conforme a la estructura poética. En contraste re-presento la narrativa castellana para  hacer explícitos varios puntos que quedan tácitos en la prosa de Guaman Poma. El  quechua de Guaman Poma está transcrito en su quechua chanka nativo. 

[1] La concurrencia empieza por entonar y-y-y al tono del carnero, a la vez re presentando el tono de la llama y el sonido del río. 

[2] El Inka comenzó a cantar, y la Reina y las otras mujeres nobles respondieron  en falsete: 

y warikza[ii]

y arawi 

arawi, arawi, ara yarawi, arawi 

yaw arawi 

 

El lexicógrafo jesuita Gonçález Holguín (1952 [1608]: 152) definió arawi (o  haraui) como «Cantares de hechos de otros o memoria de los amados ausentes y de  amor y afición y agora se ha recibido por cantares deuotos y espirituales.»[iii] Según el  erudito boliviano Jesús Lara (1969: 44), el término arawi se usaba para cualquier  tipo de verso, y warikza arawi era un canto de agradecimiento. Las mujeres están  enmarcando el evento al anunciar el nombre del género textual. 

[3] Mientras continúa el canto, las mujeres responden: 

warikza 

ayay warikza 

chamay warikza 

ayay warikza 

[4] El haylli se anuncia de manera similar. Según Lara (1969: 43, 46), el haylli era una canción de triunfo, a menudo cantada en forma de diálogo.[iv]

ayaw haylli 

yaw haylli 

uchuyuqchu chakrayki? 

uchuytumpalla samusaq 

tikayuqchu chakrayki? 

tikaytumpalla samusaq 

Vuestra chakra, ¿es de ají? 

Como ají vendré. 

Vuestra chakra, ¿es de flores? 

Como flores vendré 

Este es el primer fragmento citado de una canción. La pregunta y la respuesta  están en forma de coplas semánticas, basadas en el contraste entre tika (flor) y uchu (ají, tinte vegetal). 

[5] A este punto, el hombre (¿el Inka? ¿Un cantante? ¿Los hombres? El texto de Guaman Poma no es claro al respecto) dice: 

Chaymi quya 

[6] y las mujeres responden: 

ahaylli 

chaymi palla, ahaylli 

patallampi, ahaylli 

chaymi ñusta, ahaylli 

chaymi ziklla, ahaylli 

(Ahí está la reinaahaylli

ahí está la recogida, ahaylli

en su espacio delimitado, ahaylli

ahí está la princesa, ahaylli

ahí está la trenzada, ahaylli.) 

Estos pareados no se citan al azar. Las raíces de las palabras se repiten en la can- ción más larga citada al final, donde son cruciales para la interpretación del texto. [7] Ahora las mujeres nobles cantan el arawi, acompañadas de jóvenes que tocan  pinkuyllus

Murqutullay, murqutu, 

Llulluchallay, llullucha.

(mi murqutu, murqutu, 

mi llullucha, llullucha.) 

Murqutu es un alga que crece en ríos y arroyos; llullucha (Nostoc vesiculosus; He rrera 1935: 52; Franquemont et al. 1992: 24) es un alga de lago. Murqutu llullucha tienen las connotaciones de ternura y de formas pequeñas y redondeadas. El color de las algas cae dentro de los límites del término de color quechua puka (marrón rojizo), al igual que la llama. Gonçález Holguín describió a llullucha como (morado) y mur qutu como (morena) (1608: 529, 245).

[8] Mana sunquyki qiwiqchu? 

Mana waqaykunki,

111

zikllallay kaspa 

quyallay kaspa 

ñustallay kaspa. 

(No es triste tu corazón,[v]

no llores, 

siendo mi trenzadita

siendo mi reinita

siendo mi princesita.) 

La imagen de la ziklla (trenza) recoge la forma y el color de las algas de agua dul ce. A primera vista, las últimas tres líneas parecen un triplete. Pero, de hecho, los dos  últimos son una acoplada, repitiendo el par anterior, Quya (Reina) / ñusta (Princesa).  La primera línea está varada. Repite ziklla (trenzado) de un pareado anterior, pero sin  su par, palla (recogido, recogido). En este punto, el objeto de la canción ha sido per sonificado, desplazado de las imágenes anteriores de las algas de agua dulce y la llama. 

[9] Unuwiqillam apariwan, 

Yakuparallam pusariwan, 

(mi aguasolo lágrima, comienza a ser llevada a mí , 

Mi agua, solo lluvia, comienza a llevarme ,) 

Hay tres pares de raíces léxicas relacionadas en estas líneas. Unu, la palabra mo derna para «agua» en el Quechua Cuzco-Collao está emparejada con yaku, la palabra  para «agua» en el resto de la familia quechua. Según la evidencia colonial y del siglo  XIX, unu se usó para el agua como sustancia y yaku para el agua corriente (Mann heim, 1986: 54-55). Wiqi (lágrimas, gotas de secreción) se combina con para (gotas  de lluvia) y apay (llevar) con pusay (guiar).

[10] chay llikllaykita rikuykuspa, 

chay aqsuykita qawaykuspa. 

(mirando esa manta vuestra, 

mirando esa falda vuestra.

 

Hay dos pares de palabras adicionales en este pareado: lliklla, una manta tejida y  aqsu, una falda hecha con un rollo más grande de tela tejida; y rikuy (mirar) y qaway (mirar con atención, contemplar). 

[11] Manañam pachapas chisiyanchu, 

tuta rikchariptiypas, 

manañataqmi pacha paqarinchu 

qamqa quya qampasqa 

(Aunque el mundo ya no anochece, 

como me despierto por la noche, 

el mundo ya no amanece, 

Tu. aun eres quya.) 

El Warikza arawi ha cambiado de terreno ahora, y marca el fundamento de un  nuevo conjunto de imágenes con una paradoja: aunque el mundo ya no anochece,  me despierto por la noche. A partir de aquí, la canción plantea cada vez más imáge nes de amarga separación, negadas de antemano por la paradoja de despertar por la  noche en un mundo en el que no ha caído la noche. 

En contraste con las acopladas semánticas, que son relevantes en el resto del  Warikza arawi, la primera y tercera líneas son paralelismos sintácticos, como he dia gramado en la traducción interlineal a continuación. El paralelismo está ligeramente  oscurecido por los conectivos de oración -pas y -taq (en cursiva), los cuales ponen las  líneas en contraste. 

 

Manaña 

 

pacha 

Pas 

chisi 

ya 

chu

negativo  

culminado

testificado  afirmación 

 

mundo

 

ano 

checer 

volverse

3ra per 

sona 

negativo

Manaña 

taq 

mi 

pacha 

Ø

paqari 

 

chu

negativo  

culminado

contraste

Testi 

ficado  

afir 

mación

mundo

 

aman 

ecer

 

3ra per 

sona 

negativo

 

 

[12] La siguiente línea desarrolla aún más el paralelismo y nos lleva al corazón  de la figura de la separación.

113

manaña 

chi 

yuyari 

wanki 

Chu

negativo completo 

conjetura

recordar 

2daž1ra persona 

negativo

 

 

Manañachi yuyariwankichu 

kay sankaypi 

puma-atuq mikuwaptin 

kay piñaspi 

(Quizás ya no me recuerdes 

En esta prisión mía 

Donde el puma-zorro me come 

En este cautiverio) 

En el par kay sanka-y-pi / kay pinas-pi (en esta prisión mía / en este cautiverio),  hay un conflicto entre los requisitos de que, por una parte, el acoplamiento semán tico se lleve a cabo en contextos morfológicos y sintácticos idénticos y, por la otra,  que ambas líneas tengan el mismo número de sílabas. El requisito de que tengan el  mismo número de sílabas prevalece sobre los contextos morfológicos y sintácticos  idénticos. Los marcadores posesivos tienen dos formas diferentes, dependiendo de si  siguen una consonante o una vocal. La primera persona es -después de una vocal,  y es -niy después de una consonante. Si ambas líneas del pareado tuvieran contextos  morfológicos idénticos, se requeriría una sílaba extra en la segunda línea: * kay pinas 

nipi (en este cautiverio mío) en lugar de kay pinaspi (en este cautiverio). Pero * kay pi nasnipi violaría el requisito de las acopladas semánticas quechuas de que ambas líneas  de un pareado tengan el mismo número de sílabas, por lo que se elimina el posesivo. [13] A partir de aquí, la separación está marcada por cuatro líneas en staccato

wichi kasqa 

kikasqa 

tiyapti 

palla

(apartado, 

desolado, 

quedando 

palla)

 

El texto quechua que comienza con la línea [7,1] Murqutullay murqutu no se  inserta en la narrativa de Guaman Poma simplemente al azar. El poema cantado, y  por lo tanto el marco de participación integrado, se cierra con la última línea, que  completa la línea huérfana que se dejó colgando al principio de la canción. Además,  el mismo par figura en el primer pasaje textual en quechua, unificando los textos  intercalados en lengua quechua entre sí, creando la sensación de una sola línea de  tiempo narrativa unificada dentro de todos los marcos de los participantes, excepto  el más externo. 

Este es un acto virtuoso, sin duda. Guaman Poma entra y sale de los marcos  de participación, modificándolos con su propia narrativa, mediante las alternancias  entre el español y el quechua y mediante el uso de corchetes (en puño y letra), lo  que evidencia que estaba muy consciente de lo que estaba haciendo. A diferencia de  Murúa, Guaman Poma usa el tiempo no marcado (el presente narrativo, a veces au 

mentado con el aspecto durativo) de manera muy similar a la narrativa oral quechua,  en la que una vez establecido un marco temporal, se lo deja al oyente para inferirlo.  Lo que encuentro especialmente llamativo, sin embargo, es que a pesar del deslum brante despliegue de Guaman Poma de una estrategia narrativa tradicional quechua,  nos quedamos con lo que son esencialmente enunciados característicos, tal como  los dos manuscritos de Murúa. Guaman Poma no estaba describiendo una instancia  específica del ritual, sino más bien caracterizando el ritual de forma genérica, como lo  haría hoy en día una descripción del Carnaval. Como Murúa en el manuscrito Getty  (Murúa 2008 [1616]), Guaman Poma utiliza una estrategia de caracterización indirecta, por diferencia en sus experiencias lingüísticas, siempre dentro de un conjunto  de convenciones completamente diferentes. 

Estas diferencias no son simplemente una consecuencia de que Guaman Poma  adjunte algunos textos quechua a una línea narrativa en español; considérese, por  ejemplo, el famoso octosílabo de Thupa Amaru que aparece en el manuscrito de Gal vin (Murúa 2004 [1596]: lib. II, cap. xv; ver Beyersdorff 1986). El capítulo en el que  aparece es una discusión histórica de Sayri Thupa, con una línea narrativa específica  en el pretérito, enmarcada en un marco narrativo característico en el imperfecto, ín tegramente en español. El texto quechua se adjunta abruptamente al final sin ningún  dispositivo de encuadre para relacionarlo con el capítulo anterior en español, salvo  por la yuxtaposición en sí. El quechua parece seguir el mismo tipo de estrategia, con  una línea narrativa específica, o en el pasado -rqa o sin tiempo verbal, enmarcada en  un marco caracterizador (muy reducido) utilizando formas habituales. Si parezco  estar protegiéndome de este juicio, es porque el texto ha sido forzado al lastre un oc- 

tosílabo, haciéndolo virtualmente incoherente desde el punto de vista de la narrativa  quechua (Beyersdorff 1986: 507). 

Políptico 

El Warikza arawi ha sido discutido y/o traducido una docena de veces, cada vez con  una concepción diferente de dónde comienza y termina «el texto», en qué consiste,  qué relación tiene la narrativa englobante con la canción larga al final, etcétera. El  poeta laureado W.S. Merwin (1968: 238) comenzó su traducción del Warikza arawi a la mitad del texto de Guaman Poma, en la línea [7,1] que comenzaba con la palabra murqutullay. Las representaciones académicas del Warikza arawi (por ejemplo,  Husson 1985) han traducido la narrativa de Guaman Poma como una colección de  textos desconectados en quechua, ligados por el texto narrativo de Guaman Poma.  Hay dos líneas de argumentación que —a pesar de estos esfuerzos— consideran la  narrativa de Guaman Poma de la «Fiesta del Inka» como un todo integral, un complejo conductual. La primera es interna: en el pasaje [4 y 5]. 

Chaymi quya, ahaylli 

chaymi palla, ahaylli 

patallampi, ahaylli 

chaymi ñusta, ahaylli 

chaymi ziklla, ahaylli 

(Ahí está la reinaahaylli

ahí está la recogida, ahaylli

en su espacio delimitado, ahaylli

ahí está la princesa, ahaylli

ahí está la trenzada, ahaylli.) 

Hay dos coplas semánticas intercaladas [8, líneas 4-5], chaymi quyachaymi ñus ta (está la reina, está la princesa) y chaymi palla /chaymi ziklla kaspa (está la recogida,  está la trenzada). El fragmento del «Festival del Inka» que se suele traducir como un  poema integral cantado, tiene lo que parece un triplete semánticamente regulado:  zikllallay kaspa quyallay kaspa ñustallay kaspa (siendo mi trenzada, siendo mi reina,  siendo mi princesa). En la canción poética quechua, los versos regulados semántica mente se traducen en pareados (Mannheim 1998). Hay tripletes, pero siempre se  representan como sintácticamente paralelos, no como semánticamente regulados.  Entonces, lo que parece un triplete quizás se entienda mejor como dos acopladas semánticas, los mismos dos que antes, con una línea faltante. La línea que falta crea  la expectativa por parte del oyente de que el pareado se completará en otra parte del  texto, y de hecho es, en la última línea, en la que la raíz faltante palla (recogida) apa rece por sí sola como una raíz suelta. La estructura formal de la narrativa de Guaman  Poma considera, entonces, partes intercaladas que proporcionan una clave icónica  para comprender la totalidad. Esta es una estrategia interpretativa común en las prác ticas semióticas inkas, que se encuentra en las artes visuales, los textiles, los khipus y  los paisajes (Mannheim 2020). 

En el arawi de Warikza, los dos pareados semánticos intercalados proporcionan  una plantilla interpretativa para el conjunto. 

La segunda línea argumental se refiere al género textual. Aunque son raros, los  relatos publicados sobre los rituales andinos tienen la misma forma que el «Festival  del Inka» de Guaman Poma, una narración con una secuencia de poemas cantados  intercalados en su interior, los poemas cantados que describen el ritual como un complejo conductual. En un trabajo inédito, la lingüista M.J. Hardman (1984) des-cribió este género en la lengua Jaqaru de la sierra limeña (una lengua genéticamente  relacionada con el aymara y, hasta donde sabemos, conectada al quechua de Guaman  Poma solo por contacto) como una «Narrativa de festival», un género que atraviesa  los medios: oral, escrito, auditivo. En el quechua sureño, el relato del Carnaval en las  Provincias altas de Cuzco, recopilado de Alencastre y Dumézil (1953) sigue exacta 

mente el mismo formato, al igual que el relato de Arguedas (1956) del ritual del agua  en Puquio (en la tierra natal de Guaman Poma, Lucanas) y una grabación comercial  reciente del mismo ritual del agua en Puquio por la banda de música vernácula Ge melos (2009). Esta última es especialmente reveladora, ya que proporciona fragmen to de audio tras fragmento de audio del ritual en secuencia, un verdadero manual  virtual de instrucciones sobre cómo se realiza correctamente el ritual del agua. La pirotecnia pragmática de Guaman Poma nos demuestra que debemos dar  cuenta de ella a través de múltiples marcos sociales a la vez, pero como un todo inte gral, en el sentido de que las distintas capas del laminado pragmático que constituyen  su narrativa se comunican entre sí. Tomado por separado, el largo pasaje quechua al  final parece lírico, fácilmente asimilable a las tradiciones poéticas del español. Tejidos  en múltiples marcos pragmáticos, como lo es en su propia piel, nos vemos obligados  a hacer un tipo diferente de pregunta, una que es más etnográfica: «¿Por qué cantar  sobre el amor fracasado y la separación en un ritual estatal?» Y si entendiéramos co rrectamente la ambigüedad pragmática del texto de Guaman Poma, incluso podría mos preguntarnos: «¿Por qué el Inka cantó una canción de amor desesperado a una  llama atada en el principal espacio ceremonial de Cuzco?».

 

¿Qué tipo de narrativa es el Warikza arawi de Guaman Poma? Es una narrativa  de festivales, un políptico, genérica más que específica, que proporciona una guía  normativa para realizar el ritual. 

Y un legado 

El trabajo etnográfico de Jorge Aníbal Flores Ochoa marcó un giro en el estudio del  pastoreo andino desde una visión instrumental —el rebaño como medio de susten to económico hacia una visión etnográfica —las relaciones sociales entre los seres  humanos y sus camélidos— o entre los camélidos y sus seres humanos. La visión  sobre la relación entre ser humano y camélido en términos etnográficos (atribuido  por Dr. Flores a su maestra, Dra. Patricia Lyon), implica tratarla como un fait social  total (un hecho social totalidazante), una relación que se incruste en todos los as pectos de la vida social y cultural: Siguió su monografía, Los pastores de Paratía, con  estudios sobre los colores de los camélidos y el uso de su lana, piedras talladas en el  ritual de reproducción de los rebaño, y una visión amplia de la economía política del  pastoreo en la sierra sur del Perú en su sentido más amplio. Uno de sus libros edita dos sembró el campo para los trabajos de la siguiente generación, como Benjamín  Orlove, Félix Palacio Ríos y Glynn Custred y el estudio chanka de Kent Flannery,  Joyce Macus y Robert Reynolds. Las prácticas rituales (y, sobre todo, el canto) como  mediadoras entre los seres humanos y los domesticados, se encuentran articuladas  en los trabajos etnográficos de Denise Arnold y Juan de Dios Yapita, Allison Caine,  Amanda Cortez, Ulpiano Quispe, Xavier Ricard Lanata, Juan Javier Rivera Andía,  Hiroyasu Tomada y Ricardo Valderrama Fernández. El legado intelectual de Jorge  Aníbal Flores Ochoa pertenece a toda una comunidad, pasando ya tres generaciones  de investigadores; recién se conocerá el fruto de su labor científica solamente en las  generaciones por venir.

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[i] El presente artículo se publicó por primera vez en inglés en Unlocking the doors to the worlds de Guaman Poma y su Nueva cró nica, ed. Rolena Adorno e Ivan Boserup, Copenhague: Museum Tusculanum Press. pp. 161-182 Agradezco a Joyce Marcus sus  comentarios sobre un borrador anterior. La versión en español fue hecha por la gentileza de Dra. Yuliana Kenfield y revisada por  el autor.

 

[ii] No confío plenamente en mi reconstrucción de esta palabra como warikza, en lugar de wariqsa. Guaman Poma (NC, [320, 321,  798]) lo escribió con (7 veces) y (dos veces, en secuencia). Además de la identidad del sibilante, no puedo determinar si el stop  es un velar o un uvular q.

 

[iii] Los demás arawis en Guaman Poma ([311, 319]) también tratan de la separación (cf. Urioste 1987 [1980]: lxxii). El cronista  Cristóbal de Molina «el Cuzqueño» (1574) menciona los arawi dos veces en el contexto de enumerar los ritos calendáricos, una  vez en abril (1989 [1574]: 118), y otra vez con referencia al rito de zithuwa, de agosto (1989 [1574]: 78). La descripción que  ofrece Molina del rito de abril no corresponde a la de Guaman Poma.  

 

[iv] Gonçález Holguín (1952 [1608]: 157) definió haylli como «Canto regozijado en guerra, o chacras bien acabadas y vencidas» y el  verbo asociado haylliy (citado en primera persona como hayllini) como «cantar en las chacras» y «celebrar en bayles con cantares  triumphos o victorias.». Evidentemente, el final de la cosecha se consideró como una «victoria» sobre la cosecha y como similar a  una victoria militar. Guamán Poma (NC [253]) menciona que los hayllis se realizaron en relación con el primer arado en agosto.  Entender la relación entre estos dos contextos y otros en que predomina una retórica de victoria o depredación me parece funda 

mental para entender la naturaleza de la expansión incaica. (Véase Charlier Zeineddine 2015

[v] Gonçález Holguín (1952 [1608]: 157) definió haylli como «Canto regozijado en guerra, o chacras bien acabadas y vencidas» y el  verbo asociado haylliy (citado en primera persona como hayllini) como «cantar en las chacras» y «celebrar en bayles con cantares  triumphos o victorias.». Evidentemente, el final de la cosecha se consideró como una «victoria» sobre la cosecha y como similar a  una victoria militar. Guamán Poma (NC [253]) menciona que los hayllis se realizaron en relación con el primer arado en agosto.  Entender la relación entre estos dos contextos y otros en que predomina una retórica de victoria o depredación me parece funda 

mental para entender la naturaleza de la expansión incaica. (Véase Charlier Zeineddine 2015

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