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Taytacha charanguero de Carlos Taytacha Echegaray, Fredy Roncalla

Taytacha charanguero de Carlos Taytacha Echegaray, Fredy Roncalla Si a mediados de los años 70 la música de Chalhuanca salía al escenario nacional con el sorprendente sonido de Los Aymarinos y su despliegue de voces agudas, un rasgueo cadencioso y un bajo de pulsación ágil que los emparentaba con Sol Andino de Pachaconas, las provincias altas, y el Cusco mismo, el final de esa década fue del grupo Los proletarios, con el distintivo charango del Taytacha Carlos Echegaray cantando “soy de Chalhuanca, soy de Chuquinga negrita, Qayo Pinkahuacho” y tocando una de las primeras versiones del toril “Retamita” . Luego dijeron que habían partido hacia Suecia y de ellos no se escuchaban sino rumores. Hace un corto tiempo conocí a los profesores e investigadores chalhuanquinos Angel Maldonado Pimentel y Venancio Alcides Estacio Tamayo, que tuvieron la amabilidad de pasarme Apu Yaya, un poema musicalizado en quechua, de Carlos Echegaray. Junto a Fred Arredondo, Manuel Silva Pichinkucha y el recordado maestro Daniel Kirwayo, varios fragmentos musicales de Apu Yaya fueron autorizados generosamente por Carlos Echegaray como fondo musical del documental Arguedas en nosotros: Rimanakuy hacia el futuro dirigido por Wilton Martínez. Con ese motivo me llegó, recién salido del horno, Taytacha Charanguero: Apu Yaya, el ultimo álbum de Carlos Echegaray, que he estado escuchando cada vez que manejo hacia New York y Philadelphia pasando por la Cuesta del Ciervo y las punas de Yawriwiri. En las doce entregas de Taytacha Charanguero hay tres unidades distintivas. En el primer bloque, de la primera canción, Barbarita (1) , hasta la Distancia (10), estamos frente a un huayno cadencioso, miski, con un gran saoco que, llevado por el charango de Carlos Echegaray vibrando como un seqollo, recorre temas que han sido populares en Apurimac y el Cusco y toma motivos ayacuchanos pero con arreglos de la tradición del este del Pachachaca, incorporando la percusión afroeruana además del bajo electrónico. Tanto la percusión afro peruana como el bajo ya han estado en el huayno. Pero aquí lo interesante es que ambos se alejan de la alusión fácil al jazz y al rock, causando efectos algo disonantes el primero y dialogando con el bajo acústico, de guitarra de palo, el segundo, de tal manera que el ritmo y la cadencia le dan mas cuerpo y densidad a las canciones. Pero lo mas interesante son las voces. Ya sea en quechua como en español las canciones son cantadas a dúo entre Carlos Echegaray haciendo una segunda voz que sin embargo lleva el peso de la canción y Paula Burestrand, una joven sueca que no habla ni quechua ni castellano pero ha podido lograr las fraseos y modulaciones como para cantar un huayno alegre. O muchos. Miskis sobre todo por la cadencia y el ritmo de la música, aunque también esto se enfatice con la lírica. Por ejemplo en Canchuhuillca aqacha, es una paqo chuqcha la que canta “ Yanqam gringapas yanqam paqupas sillkawchalla/ Chalahuanca sipaslla mana pantayqa sillakawchalla/ Chalhuanca sipaslla mana pantayqa sillkawcahyay”, mientras que en el parlamento Carlos recita “Tunascha hina kasqanki mana tupana, qepoyuq cochinillayoq… ukuchakiqa miskillaña”. En la entrega 11, Apu Yaya o Señor de Ánimas, estamos frente a un poema musicalizado que empieza con un wakataki de Yanaca y continua, en el segundo movimiento, con un poema recitado inicialmente por Carlos Echegaray. Es una invocación al Apu Yaya ya para que de conduela de la condición human y vuelva los ojos a la tierra. Es recitado todo en quechua, con alusión a la Poesia Quechua de Mauelcha Prado, pero con la diferencia que el trasfondo es una misma pieza musical que en el tercer movimiento se va a convertir en una invocación al siwar qenti cantada por Carlos y Paula. Para en el cuarto movimiento pasar a una fuga en huayno por ambos. Una hermosa entrega que hace alusiones a la poseía religiosa colonial, pero la subvierte por una lectura mas humana y actual, que pide al dios cristiano atención a los problemas concretos de la actualidad. Por otro lado iniciar la invocación con un wakataki, y luego pasar a recurrir al siwar qenti y a la flor del chuyllur como vehículos de plena comunicación cósmica, nos dice que la devoción del Señor de Animas, patrono de Chahuanca, y con ello el catolicismo andino es mucho mas complejo que la visión monoteica. Se ha hablado, por lo menos desde el trabajo de los hermanos Montoya, de que el huayno es poesía cantada. Y se puede añadir que la poesía quechua vas mas allá del texto escritural incluyendo incluso los tejidos y los nombres del paisaje. Pero en Apu Yaya, como en Poesia Quechua, hay una clara distinción entre la lírica poética de la canción y la kikin poesía de esta hermosa entrega, que ya habia sido antecedida por un largo parlamento sobre “waqcha kay” de Sol andino de Pachaconas, y por el mismo Carlos Echegaray en sus tiempos de los Proletarios. Esos problemas teóricos son asunto de los estudiosos. En el tercer momento del álbum se ejecuta Garañocha, un wakataki con fuga de huayno como suele hacerse desde hace un par de decenios, desde el momento que el toril o el wakataki – que originariamante están relacionados a la música sagrada de los nativos americanos- empiezan a ser un subgénero independiente y dinámico dentro del huayno. Aquí vale la pena hacer referencia a el para texto del álbum, donde Carlos Echegaray cuenta que en 1978 propuso en asamblea comunal en Chahuanca que toro puqllay sea cambiado a yawar fiesta, y que en las corridas el waka taki remplace al paso doble. En 1010 Carlos Echegaray regresó a Chahuanca luego de 32 watas , y en esa ocasión rindió homenaje al Cristo Cholo de Chalhuanca, el Sr. De Animas, con un poema musicalizado, Apu Yaya, que las la parte central de este hermoso álbum. Como sucede con Numa Armakanki, los Hijos de Tintay, Edgar Zarate o el maestro Sebastian Huamaní, la distancia no es sino una forma de estar en el centro, y de su ñawin puqyo sale mucha música y poesía. Cerca a las auroras boreales escandinavas, Carlos Echegaray dirige Radio Amazonas, y prepara con Paula Burestrand un disco de boleros. Chaytapas sumaqta uyarisunchik.

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