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Voces del Ande: Resistencia Cultural en Paraíso Tropical Andino de Jorge Alejandro Ccoyllurpuma. Nelly Patricia M. Orccon



 

En una visión futura, imagino que estoy escuchando "Paraíso Tropical Andino" en las ondas radiofónicas de los pueblos del Perú. Jorge Alejandro Coyllurpuma, en el set de grabación, está cantando y leyendo estos poemas. Viste una chaqueta engalanada de lentejuelas y una pollera luminosa, personificando a una waylaka.

 

El texto explora la búsqueda de identidad, representada a través del qhari-warmi, que simboliza una dualidad completa. En la sección Disco, un escenario estrafalario alberga a varios artistas que bailan, cantan y chupan, fusionando lo ancestral y lo contemporáneo. Las conexiones del infinito se recrean en el ir y venir de las polleras; el autor une en baile a Dios y a la Pachamamita, mientras que la bandurria y la música atraen la lluvia. Solo un runa sabe cómo calmar el cielo, con un soplido, la lluvia nutre las chacras y la metrópoli, que parece un territorio mismo. En el concierto, una waylaka y un pablucha, personajes de la tradición cusqueña, distribuyen mote y queso, esencia de la abundancia y el compartir.

 

El huayno resuena en las páginas de "Paraíso Tropical Andino" el lenguaje empleado es natural y crudo como la anatomía misma. Las construcciones son cotidianas, reales, algunos versos son conexiones a la naturaleza de la existencia, a quienes somos, humanos que cagan, lloran, ríen y están misios. 

 

"Paraíso Tropical Andino" es un llamado a la consciencia de los lectores. Hemos aprendido a sentir vergüenza por nuestro idioma, “nos han enseñado a olvidar”. El autor asegura que el castellano ha perpetuado la mancha colonial y nos ha impedido quitar la mancha occidental de nuestros corazones de runakuna, “el huayno resuena en cada rincón eléctrico y acústico de mi existencia”, los poemas son cantos, yaravíes y huaynos, son verde-violeta.

 

Otra melodía resuena de las páginas de "Paraíso Tropical Andino". La escritura no puede contener, descifrar e interpretar todo lo que la oralidad y “las hierbas del Ande representan”. El autor invoca a los apus tutelares del Qosqo, les dedica oraciones tiernas, de agradecimiento, recreando también, situaciones irreales, estrambóticas y futuristas. 

 

Este poemario es, sobre todo, una denuncia, un reclamo, un manifiesto, una llamada de atención a los cusqueños “Hemos aprendido mal”, hemos aprendido a sentir vergüenza por nuestro idioma. Hemos aprendido a olvidar; el mundo se entiende de distintas formas y no como nos han obligado. 

 

Los poemas de este texto nos invitan a tomar una chichita, contemplar el Qosqo, chacchando coca, interviniendo las calles de la ciudad con poesía ultramoderna, porque no hace falta hablar de su grandeza sino cuestionar, debatir, quiénes somos y qué estamos haciendo por nuestra identidad. Este texto es un acto político per se. Es una intervención política en las letras de la literatura peruana. 

 




 

 

 

 

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