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Sobre la hiper traducción del quechua. Fredy Amílcar Roncalla Fernández

 Continuado son el conversatorio sobre la traducción del quechua organizado por Ulises Juan Zevallos, Hawansuyo publica la segunda entrega, a cargo de este servidor. Gracias


Sobre la hiper traducción del quechua

Fredy Amílcar Roncalla Fernández

ForLee Cronbach, in memory

Antes de abordar la traducción del quechua y dado que su reciente florecimiento literario va acompañado de pugnas, dejo sentado mi apoyo a todos los esfuerzos de escritura creativa en quechua y lenguas indígenas, sean estas traducidas, no traducidas, o en registro híbrido, chapu-chapu.  Ello incluye resultados dudosos, difíciles, y alejados del “original”. Es más, consciente de las tensiones diglósicas entre las lenguas sostengo -como traductor y escritor trilingüe de larga data- que considero al quechua, español e inglés y todas sus variantes como lenguas de igual status, sin necesidad de validación del otro.

Vayan unas reflexiones a partir de lo que Ulises Juan Zevallos ha nombrado como “hiper traducción del quechua”, es decir “poner adornos adicionales a una traducción para darle un estatus a pesar de que texto original no tiene esos elementos churriguerescos”. Ello luego de una conversación acerca de José María Arguedas, sobre todo sus versiones del huayno “Orqopi ischu kañasqay”, que en el original tiene dos estrofas, pero en las varias versiones en castellano del tayta llega a tener tres, incluyendo una larga glosa.  Estos textos han sido trabajados ilustrando problemas de diglosia, validación cultural y auto traducción a partir de sus conocidas dudas como traductor en Canto quechua, el manuscrito y su propio katatay poético. Pese a ello, sus traducciones del Manuscrito de HuarochiríTupac Amaru kamaq taytanchikmanLlamado a unos doctores y el Sueño del pongo y toda su obra son modelos de resistencia y afirmación cultural en todos los idiomas peruanos. 
         Si, acertadamente, Nilo Tomaylla sostiene que su obra es traducción del mundo quechua a la otredad del español, cabe plantear algunas interrogantes al tayta y en general:

a)    Sabemos que algunos poemas de Katatay fueron traducidos junto a Alfredo Torero, Leo Casas y Jesús Ruiz Durand, pero el Manuscrito y el Llamado a los doctores fue hecho en diálogo con John Murra, que no hablaba quechua. Esto no es un detalle cualquiera. ¿Compartían una visión del “mundo andino” no reconocida por el otro “criollo” de los docturchakuna de la Mesa redonda de Todas las Sangres? ¿Había necesidad de adecuación del tayta a la visión del antropólogo de Cornell? ¿Cuál es el rol del norte global en la autopercepción de los sujetos artísticos “subalternos”? ¿Era la representación de ELLOS más acertada que los doctorchakuna criollos?

b)   ¿La hiper traducción arguediana responde a la dificultad de plasmar al español ciertos motivos, metaforización e imágenes quechuas? ¿Se debe, más bien, a diferencias entre una lengua aglutinante y otra flexiva donde, por ejemplo, paralelismo y repetición son miski de la poesía y narrativa quechua, pero entropía en castellano?

c)    Si desde Garcilaso y Juan Chancahuaña “El Lunarejo”, los escritores andinos se han esforzado por escribir en español estándar, obviando registros híbridos, salvo contadas excepciones como Wamán Poma, Pachacuti Yamki, Huámbar y Alejandro Medina Bustinaza (Apurunku) y otros: ¿la hiper traducción seguiría la misma pulsión de conformidad y adecuación con la lengua “culta”?  ¿O estaría ligada al barroquismo y modernismo popular, que en cierta forma suple la abundancia de tonalidades de los sufijos, acaso más importantes que la raíz léxica en el quechua?

d)   ¿Es la hiper traducción arguediana producto de haber sido ganado por el mito, de tal modo que su relación con el quechua y el español es hervor del lenguaje, con la exaltación estilística y observacional como marcadores de su obra?

Al respecto de John Murra, Gabriela Núñez, que ha estudiado al correspondencia entre ambos, comenta que más bien  se trataría de “un enriquecimiento muto de miradas entre dos antropólogos amigos: una mirada interna (Arguedas) y una externa (Murra).” En todo caso, estas preguntas remiten a tiempos arguedianos, cuando la separación criolla/andina o lengua indígena y “occidental” era vista como contundente. Pero en ese mismo periodo, gracias a masivos procesos migratorios, las divisiones y las alternancias radicales dejan de serlo, y sociedad y cultura peruanas viven procesos de hibridación y heterogeneidad reflejados en la producción y traducción de lenguas originarias, hasta el punto que los escritores quechuas somos bilingües y a veces multilingües. No es casual que en Perú la mayoría de quechua hablantes esté en Lima, y que haya escritores quechuas fuera del país, y en otros idiomas. Este proceso, acompañado del tecno texto digital y del sujeto trasandino -Julio Noriega dixit- que se mueve challwaschalla entre varios registros lingüísticos, dialectales y artísticos, plantea nuevos desarrollos al repertorio de motivos y prácticas de las generaciones anteriores. Ello ha potenciado la literatura quechua y en lenguas originarias a nivel nacional y continental en la que, sintomáticamente, hay también traducción del quechua sobre todo al inglés.

La reciente literatura quechua ha contrapuesto a la discriminación lingüística, cultural y racial, horizontes discursivos alimentados por la reivindicación social y cultural, a veces matizada por pachamamismo, “filosofía indígena”, esencialismo, utopismo, y “allin kawsay”, concepto traducido del castellano “buen vivir” y prenda preciada de las ONGS.  Aquí tocaría dar ejemplos, pero me trabo por dos razones. Primero: dado que, contrario a la arcadia del allin kawsay, la geografía escritural y creativa del quechua es conflictiva, llena de feudos y peleas desde las vocales hasta las variantes “verdaderas”, es difícil señalar casos específicos sin herir susceptibilidades. No podemos seguir sobando sal en nuestros síndromes coloniales con peleas inútiles y mezquinas cuando hay problemas más serios en el Perú. Y cuando en Puno pueblos aymaras y quechuas han unido voz y protesta contra el gobierno de una descarada, haciendo de ambas lenguas el mensaje político y cultural más relevante. Pero aun cabe preguntar si estos nuevos motivos, como resplandores que ciegan, son acaso síntomas más que remedios a los abismos de la diglosia y discriminación. Segundo: mientras queda pendiente una genealogía de imágenes, retórica y motivos de la poesía y narrativa quechua, que trace movimientos creativos entre el campo, ciudad serrana, capitales costeñas, diáspora andina fuera del país y zonas híbridas resultantes, queda latente la discusión de si mucho de la producción reciente está pensada en castellano, redactada en quechua, y luego traducida al español. Lo cual no significa que sea necesaria una policía del “pensamiento auténtico o correcto quechua” o algún wachimán del lenguaje. También, dada la posibilidad que parte de la producción poética esté en quechua simplificado, como diría Gladys Camacho, ello no significa que lo único válido sea ligado al campo y la oralidad, o que si eres “mestizo” lo tuyo no sirve. Toda creación es acto de libertad. Siguiendo a Irma Álvarez Ccoscco, reitero que también hay que apoyar la creación hecha en zonas hibridas de los que no hablamos bien ni el quechua ni el castellano,  como la mayoría de los peruanos; dejando de lado la fijación por la pureza, que no existe.

Aquí es necesario señalar que la hiper traducción del quechua se traslada al inglés, por vía indirecta. Salvo contadas excepciones, muchos de los traductores al inglés no son quechua hablantes y hacen su trabajo partiendo de la versión en castellano, generalmente auto traducida. Ello añade distancia entre el original y la versión final, aunque es posible que entre los idiomas involucrados haya zonas semánticas comunes, por lo menos en lo referente a lo que podríamos llamar “traducción allin kawsay”. En mi trabajo de traducción al inglés, hecho mayormente gracias a la invitación de Juan Guillermo Sánchez, he encontrado casos de versión castellana alejada del original. Y también, para dar un ejemplo de híper traducción -ya en la poética de la cultura-, que la abstracción académica yanantin como categoría debe ser reconsiderada en torno a la polisemia de yana. No es lo mismo decir “pay qamuchkan yanantin” [él/ella viene con su complemento] que “ñoqaqa paypa yananmi kani” [yo soy su complemento o amor de él/ ella]. Y nadie dice “paypa yanantinmi kani” [yo soy con su complemento de él/ella]. También, Gloria Cáceres nos informa que yanantin indica que la persona designada pertenece al sujeto de la oración, y que el yanacona sin tierras y semi esclavo de los incas perdura en la hacienda hasta la Reforma Agraria. Por su parte, John Murra, cuando estudiaba los yana o yanaconas de los incas, desconocía la acepción de negro y persona amada del término. Le era ajena la alternancia del ser amado en “sunqullay kutimunayta/yanallay vueltamunayta” como canta el Trio Ayacucho. Décadas después, librado de toda mancha de negritud, jerarquía, explotación, entropía y también cariño, el yana de yanantin deviene en episteme quechua. Cómo cambian los tiempos, Venancio. Lo curioso es que hemos aceptado esa ‘categoría” de modo irreflexivo, sin considerar su polisemia, historia colonial y sutilezas desinenciales, que es donde está el miski del idioma y el estilo[1].

Volviendo al tema. Portales como SiwarmayuMusuq Illa, y Latin American literature Today, difunden traducción de poesía en lenguas originarias y quechua al inglés, al momento que cree el interés en círculos académicos y culturales. Por su parte, liderada por Pakarina Ediciones, hay una creciente industria editorial en lenguas originarias, con obras traducidas o no, como es es el caso de Aqupampa y varios libros de Pablo Landeo, el reciente Qichqa de Olivia Reginaldo, Musqu awaqlla de Gloria Cáceres, y Mayuñam de Alida Castañeda, entre otros.

 Pero si hiper traducción, o traducción allin kawsay lo que en el fondo busca es validarse en el canon nacional, la academia, o lo “universal”, hay aún mucho por recorrer. Ello implica que la jerarquía cultural sigue vigente y aun pensamos que a nuestras poéticas les falta algo que hay que compensar en la hiper traducción rimbombante. Cada vez que leo traducciones, o propuestas sobre “filosofía andina” basadas en la raíz léxica de las palabras, sin considerar los sufijos, y luego combinarlas como secuencias algebraicas, siento un profundo pesar.  Mas aun porque, ya en pastizales de la doxa, abundan elucubraciones no rigurosas que van de regionalismo externo a canibalismo cultural. No es necesario postular ninguna filosofía equivalente a occidente y tampoco negarla.  Yanqam chay fetiche objeto del deseuqa. Superar la trampa de querer ser validado por el rechazador real o imaginario aswan mejor.

Por suerte lo aquí tocado es apenas un aspecto. También podríamos considerar versiones paralelas, auto traducidas con total libertad, como La estrella lisiada Evarista de Hugo Carrillo. Novela donde la versión quechua es de riquísima oralidad campesina, y la hecha en español es barroquismo cultista, como también trabaja Odi González. Los procesos creativos son amplios y ambiguos. Hoy se abren horizontes con nuevas generaciones de creadores y pensadores andinos, a quienes se aconseja concebir los varios quechuas, castellanos, lenguas amazónicas, y diversos registros literarios en términos horizontales, de igualdad; más allá de maniqueísmos, victimización y violentas jerarquías que llevan a compensar magnificando y tratando de retocar valores lingüísticos. “Icha ñoqachu valido karqani siwarcito”, dice la canción.

Recordando entonces que eso del canon y lo universal es vano espejismo,  pura viruta de cantina de mala muerte, como lo muestran las hiper traducciones literales de Huámbar que traduce ‘pacha chaka’ como ‘ropa puente’ y “hanan pacha” como “arriba ropa” develando el lado absurdo y risible de la “modernidad”y el barroquismo. Y para quien la “mitología se refiere al estudio científico del modo de preparar el barro, para hacer adobes, que en quechua se llama “mito”, burlándose de la pomposidad literaria a diestra y siniestra, en quechua y español. 

Chayllam chay.

California, 20 de enero 2024

 

 

 

 



[1] El estudio de los sufijos en relación a las “categorías” está siendo tratado por Odi Gonzales, Isaac Huamán Manrique, William Hurtado de Mendoza, y algunas referencias a la “lógica quechua” en el chat aprende quechua chateando del FB. Por mi parte he llamado la atención al problema en el artículo “Categorías  y momento actual”. 

Comentarios

  1. Muy interesante tu charla, Fredy. Según mi lectura estarías proponiendo tres tipos de traducción: Hipertraducción (exageración, adorno) y una hipotraducción (disminución, simplificación). En esta última encuentras dos variedades la traducción allin kawsay (ONG's, académicos mosca, indigenistas ingenuos) y la traducción hecha con propósitos jocosos, carnavalescos (Huambar Poestastro Aucatinaja).

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  2. Hola Juan, la hiper traducción es idea tuya. Respecto a la traducción Allin kawsay seria mas bien una forma de hiper traducción. NO he pensado en la hipo traducción. Hay mucho que hurgar en este tema fascinante. gracias

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  3. Maria soledad Melina de mina11 de abril de 2024, 14:17

    Hola buenas tardes

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    1. Hola Maria Soledad, favor escribirme a fredyamilcar@gmail.com

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